Los últimos recuerdos vértigo

Se le estaban acabando los recuerdos, no concentraba la vista en un punto fijo, vértigo, su intuición le indicaba que sólo quedaba un recuerdo. Con ese último recuerdo atrapado Miguel Ángel, conocido como Don Mañas viviría hasta el final de su existencia.

Por Jesús D. Medina García | Simpatía por el débil

Autlán de Navarro, Jalisco. 16 de octubre de 2022. (Letra Fría) Vértigo, le dijo la doctora un día antes a Miguel Ángel. Lo que usted tiene es vértigo, por eso se siente mareado, tendrá que iniciar un tratamiento.

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Pero no era solo vértigo, fueron curiosas las coincidencias. Regresaba a la ciudad donde habían transcurrido parte de su niñez y adolescencia, muchas vivencias para tan solo almacenar unos cuantos recuerdos, algunos lo agobiaban. Otros lo hacían sonreír o sentirse afortunado, aunque no era eso lo importante: a veces pensaba que había vivido con cierta intensidad algunos pasajes de su vida. Ahí fue la primera vez que leyó la obra de Jean Paul Sartre referente a encontrar la libertad, a encontrar la diferencia entre vivir tu ciclo biológico como cualquier otro animalito y hallarle sentido a esta existencia azarosa, plena e insolente.

De los malos recuerdos, siempre había una conexión con los excesos, excesos de palabras, de alcohol, de placer, de horas sin dormir, de desafíos imprudentes. Pero, no aceptaba del todo la idea que a su edad ya solo guardara escasas imágenes de 12 o 13 hechos, buenos y malos.

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Esa mañana, después de miles de mañanas en otras latitudes, amaneció en su antigua ciudad, se dirigía a comprar un periódico cuando al voltear hacia una farmacia se empezó a sentir mal: vértigo, pensó. Por precaución se sentó en una banca, antes hubiese proferido una bravata y continuado desafiante su camino, pero ya no, había entrado a la edad donde ser viejo y no ser reaccionario hasta biológicamente sería una gran bendición.

Inicio de vértigo. Ahí sentado, empezó a escuchar ciertas voces en su cabeza, gritos…-. córrele cabrón que ahí te vienen los azules-.

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– no juegues, nos van a madrear, a la farmacia a la farmacia…

Sin cerrar los ojos recordó entonces un partido de futbol, viajaba en un camión de estudiantes hacia el estadio, recordó gritos: ¡culeeroooos, cuuuleeeeroooos!, olores,

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– no la chinguen, cuando coman guajolotes quítenles las plumas-

Se vio entonces corriendo hacia la farmacia correteado por un par de cuicos y suplicarle a la encargada que lo dejara esconderse, que él no venía con los estudiantes.

– yo iba a tomar mi camión, pero de pronto se pararon los camiones de estudiantes y al verse cercados por la policía, empezó la corretiza…deme chance por favor –

Casi empujando a la empleada se metió debajo de un mostrador arrinconado, la mujer se vio obligada a dejar que se escondiera. Afuera se escuchaban las sirenas y los insultos, un acercamiento al caos. En esos momentos…algo cambió en él, paulatinamente el vértigo se alejó de su cabeza (fin de vértigo). Se sintió un poco mejor, ligero, libre…diferente…tal vez los segundos sentados en la banca le cayeron bien, tal vez se sentía mejor…así que continuó su camino.

Más adelante: una biblioteca, recordó la consulta de un gran libro, pasta dura oloroso a español antiguo, una muchacha absorta leyendo, bella y distante.

Liberó otro recuerdo, fue entonces que con toda claridad se percató que cada que recordaba algo lo iba eliminando de su memoria, lo recordaba para expiarlo, deshacerse de el para siempre. Como borrar un archivo de la computadora. Delete, clear.

Inicio de vértigo:

Ahora Alejandro Lora y su grupo El Tri bajando de la camioneta sus instrumentos rumbo a una tocada, él y su amigo Rubén se acercaron para comprobar que, si era el Tree Soul, y el cábula de Lora gritándoles con su vocecita chillona y gandalla:

-a ver a ver esos niños, ayuden a subir estos aparatos a la camioneta…sáquense las manitas de sus huevitos y chÍnguenle que aquí la acción es de volada-

Efectivamente la acción fue de volada y hasta un caset les regalaron…

– para que se agasajen sus oídos, llévensela chido-

Dijo Lora despidiéndose con una sonrisa buena onda: pacheca y rocanrolera.

Fin de vértigo.

Cansado una duda le asaltó al cerebro: ¿hasta cuándo seguiría recordando y eliminando? Sólo sabía por el momento que cada recuerdo, lo vivía intensamente como descargándolo para después ser borrado, y no ser recordado jamás. Ahora estaba más claro lo que estaba sucediendo: cada que recordaba algo lo hacía con nitidez e intensidad. Lo recreaba, pero a la vez lo eliminaba, ¿qué pasaría cuando terminara con el último recuerdo? ¿perdería la memoria?, ¿moriría?

Habían pasado diez o trece horas, el mismo número de vértigos, el mismo número de recuerdos. Le dio miedo como sucede con todo lo desconocido. Se le estaban acabando los recuerdos, no concentraba la vista en un punto fijo, vértigo, su intuición le indicaba que sólo quedaba un recuerdo.

Y con ese último recuerdo atrapado Miguel Ángel , conocido como Don Mañas (DM) viviría hasta el final de su existencia.

Historiador y escritor. Ha publicado en diversas revistas, medios y modalidades. Es profesor investigador titular de la Universidad de Guadalajara.

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