Viendo algunos programas sobre Los Grandes Episodios de la Humanidad, que incluye a mujeres destacadas, como Cleopatra, Juana de Arco, entre otras; y a héroes clásicos como Aquiles o Darío que forjaron imperios en diversos continentes y épocas, observamos, más allá de la epopeya y el culto al poder, que la constante es la agresión, la guerra, la violencia, el exterminio.
Y esas culturas o imperios dominantes bien pueden ser el Mongol, el Español, el Británico, el de Napoleón, Rusia, Estados Unidos, China, Azteca, Purépecha, Tlaxcalteca, Inca, Maya y un largo etcétera.
Bajo diversos argumentos y circunstancias, la constante es la imposición hegemónica por la vía violenta, por la guerra.
Pensemos en los momentos políticos, electorales que se viven tanto en México como en Estados Unidos, que; sin medir la connotación de las palabras, algunos grupos llaman a sus oficinas “cuartos de guerra”, obedeciendo más a la mercadotecnia política, que a los principios ideológicos del candidato (a) y a las propuestas serias y responsables para arribar a un cargo público, donde deberán ejercer presupuestos y tomar decisiones en beneficio de sus comunidades.
La guerra de las elecciones apenas comienza
En nuestro país apenas viene la carga fuerte de publicidad, sin embargo, ya hemos visto incluso el uso de la inteligencia artificial para engañar al electorado, de igual forma, hay violencia verbal y ocurrencias irresponsables disfrazadas de soluciones a determinada problemática.
Pareciera ser que atrás quedó la ciencia política, el discurso basado en estadísticas, hechos históricos, o incluso propuestas de la ciudadanía.
Nunca es bueno generalizar, pero así pinta el panorama.
No obstante, es preferible soportar la propaganda política y considerarla como un componente de las democracias actuales, a padecer una lucha armada en búsqueda del poder al margen de las instituciones del Estado.
Todas las guerras son crueles, pero las guerras civiles lo son aún más. Es una tragedia el exterminio entre connacionales, entre paisanos, entre familias. Como sucedió en la Independencia, la Reforma, la Cristiada o la Revolución.
Se dice que la guerra es el fracaso de la política.
Explicando el mundo
Desde sus orígenes se ha pensado que la tecnología debe de estar al servicio del hombre, para interactuar de manera sustentable con la naturaleza y en sociedad, construyendo paulatina y cotidianamente una cultura por la paz. Pero no siempre es así.
En épocas pasadas las argumentaciones para explicar epidemias o desastres naturales, encontraban las causas en mitos, en castigos y recompensas de dioses o semidioses.
Alejandro Magno llegó a utilizar la predicción de eclipses lunares para atemorizar a los persas, lo mismo se dice de Colón, y qué decir del mal augurio de Moctezuma ante el paso de un cometa que presagiaba una mala noticia y que en un principio se vinculó a la llegada de Cortés y sus huestes, poniendo fin, como ya sabemos; a lo que se conoce como época prehispánica dando paso al plurimestizaje forzoso que se desarrolló en la época colonial.
Posteriormente cuando se empleó el razonamiento lógico, para identificar las causas de los diversos fenómenos sociales naturales se avanzó enormemente a través del conocimiento científico y se identificó la importancia del cerebro y la salud social y mental para el comportamiento humano a nivel individual, colectivo, social. Sin que dejara de recurrirse a la explicación mítica. Como hasta la fecha.
Las dimensiones
Con fines de precisar podemos señalar que existen 4 grandes dimensiones que han sustentado a la humanidad:
- La socioeconómica (incluye las formas de gobierno, sistemas productivos).
- La relación con la naturaleza (incluye los impactos o conservación del medio ambiente, el no maltrato a los seres vivientes).
- La cultural (incluye al arte, la ciencia, costumbres, educación, hábitos).
- Y la espiritualidad (incluye a las creencias, las religiones, los valores).
Cada época va creando sus propios paradigmas ante las dimensiones arriba señaladas.
Y es al momento de enfrentar esas dimensiones cuando se manifiesta con mayor fuerza el concepto de la dualidad humana, presente en la mayoría de las culturas y tradiciones que han surgido, que en pocas palabras serían los aspectos positivos y negativos que todos llevamos en nuestra esencia.
La dualidad
En la etapa más severa de la última pandemia que padecimos y de la cual existen diversas secuelas identificadas y otras que apenas están presentándose, hubo un debate el cual continúa, personificado por el filósofo y sociólogo esloveno Zizek Slavoj, quien aseveraba:
“estamos en un momento de crisis global donde la humanidad no volverá a ser la misma. La solidaridad y la colaboración global no son un idealismo, sino un acto racional, que es lo único que puede salvarnos”.
Sin embargo, el filósofo y ensayistaSudcoreano Byung – Chul Hang señalaba:
“El virus no vencerá al capitalismo (al consumismo, al individualismo), la revolución viral no llegará a producirse… somos nosotros las personas dotadas de razón quienes tenemos que repensar y restringir radicalmente al capitalismo destructivo…salvar al clima, a nuestro planeta”.
Queden estas líneas para la reflexión, con la esperanza de que sea el lado positivo quien guíe nuestro devenir ante las cuatro dimensiones antes mencionadas.
En el III Seminario de Ética en investigación: Inteligencia Artificial y Nuevas Tecnologías en la Investigación, celebrado el año pasado, el destacado investigador y científico Autlense Dr. Rodrigo Ramos Zúñiga, cuestionó al respecto:
¿por qué no utilizar las redes neuronales de la inteligencia humana para desarrollar una mayor empatía?
¿por qué no?…
