El sábado 23 de mayo, se llevó a cabo en el marco de la VIII Semana Cultural Ernesto Medina Lima, organizada por la Benemérita Sociedad de Geografía y Estadística capítulo Costa Sur, con el apoyo del ayuntamiento, en las instalaciones del Museo Regional de Arte y Cultura, un homenaje al desaparecido pintor y maestro Everardo Jiménez, fue su hermana Virginia quien se acercó a nosotros solicitando apoyo para efectuar este reconocimiento a la vida y obra del pintor.
Se consiguieron obras de quienes fueron sus alumnos (as) elaboradas bajo la batuta del maestro, así como obras de la autoría de Everardo. Conforme se iba contactando a estas personas, se podía apreciar en ellas una gran disposición producto del cariño y nostalgia provocada por el pintor. No es nada fácil dirigir talleres con estudiantes de diversas edades.

En primera instancia se tuvo una intervención de quien esto escribe a manera de bienvenida y descripción del programa, destacando que estos homenajes y actividades artísticas servían para generar ambientes idealmente positivos, creativos…un contrapeso contra la violencia.
Antonio Díaz Landeros (productor en Radio Universidad y maestro de música) comentó que conoció a Everardo cuando él tenía 8 años, se dejaron de ver varios años y se reencontraron en los inexpugnables senderos del arte, solo que Antonio optó por la música, lo cual no impidió que se iniciara una amistad cálida y sincera. Destacó de Everardo el gusto por escuchar Radio Universidad y el ambiente agradable que se conformó en su casa-taller denominada La Chirimolla, Colonia Azucarera.
Las pinturas rodeaban el área donde estaba el público…se pudo observar la calidad de algunos de esos cuadros, daba la impresión que cobraban vida, en una intervención que tuvo el pintor José Alfredo Jiménez, mencionó “aquí está Everardo, mi primo, en cada pincelada, en cada color, en cada imagen se percibe su presencia”.
Posteriormente se proyectó un video-documental de Gabriel Lima, pintor y amigo de Everardo, donde comentaba los encuentros que tuvieron incluyendo el intercambio de obras.

Dando continuidad al programa, la señora Leticia Márquez alumna de Everardo comentó lo benéfico que había sido para ella acudir a la Chirimoya, aunque al inicio se sentía algo cohibida pues la mayoría eran jóvenes o niños, sin embargo, eso no fue impedimento para alcanzar un entendimiento empático entre todos.
En los patios de la Casa de la Cultura estas mujeres se alimentan con el arte terapia. Conviven se expresan, se reconocen. En lugar de hablar de la gente hablan de colores, trazos, lienzos. Crean, dan vida. Eso fue un logro de Everardo, armonizar con disciplina la creación artística en nuestra comunidad. Requisitos: querer ser mejor persona.
Posteriormente la señora Leticia Márquez alumna de Everardo comentó lo benéfico que había sido para ella acudir a la Chirimoya, aunque al inicio se sentía algo cohibida pues la mayoría eran jóvenes o niños, sin embargo, eso no fue impedimento para alcanzar un entendimiento empático entre todos.

Escuchamos a Isaac Ramírez al chelo, que por cierto también fue alumno de Everardo. En una entrevista para el Blog de Autlán de Guillermo Tovar, responsable de la organización de la VIII Semana mencionó:
“Además de la contemplación de la naturaleza en todas sus facetas, en la cuestión grotesca o la muy bella, a él le gustaba mucho desde una flor muy colorida hasta el sapito que vivía en su casa; entonces digamos que se inclinaba por la representación de la naturaleza, pero con todas las técnicas con que se puede representar. Él decía ‘no hagan copias, ustedes aviéntense por cosas nuevas’, siempre impulsándonos a sacar algo que sintiéramos, gustos, ideas y demás”
La señora y hermana de Everardo, Virginia Jiménez, profundamente conmovida agradeció el hecho de haber realizado el homenaje, llevaba un suéter del finado artista, una simbólica prenda que encerraba más misterios que el Kibalión. Sin tanto blof ni poses de diva, Everardo Jiménez fallecido en el 2019, logró construir un ecosistema plástico en su entorno, despertó talentos y sacudió demonios.
Afuera del Museo, ya la noche refrescaba, anduve deambulando un rato, de a solapa por las céntricas calles de Autlán. Trataba de recordar cuando y donde fue la última vez que conversé con el pintor, me senté en una banca con algo de satisfacción y ansiedad. Ya en mi room en mi calidad de rucorooming después de diez minutos, la satisfacción se fue de mi lado quedándose conmigo mi ya vieja amiga: la ansiedad. Quien amablemente me abraza y cobija en estos momentos. Si no puedes con el problema; aprende a vivir con él. O lo que es lo mismo: toma chango tu virote.
