Por: Oscar Cárdenas
Autlán, Jalisco; 13 de agosto de 2019. (Letra Fría) .- Desde hace varios años existe un debate sobre el origen de la vida en nuestro planeta y su posterior evolución, especialmente desde que el científico y naturalista inglés Charles Darwin publicara en 1859 su obra titulada “El Origen de las Especies por Medio de la Selección Natural, o la Preservación de las Razas Preferidas en la Lucha por la Vida” (Figura 1), en la cual establecía la teoría de que la diversidad de organismos en nuestro planeta era el resultado de las modificaciones acumuladas durante el proceso de evolución a lo largo de generaciones sucesivas.
Esta teoría entraba en conflicto con el pensamiento religioso de la época, por lo que se generaron numerosos debates al respecto. Quizá uno de los más famosos fue el debate llevado a cabo en la Universidad de Oxford en Inglaterra, en el que participaron científicos, filósofos y religiosos, estos últimos arguyendo fuertemente en contra de la teoría propuesta por Darwin, particularmente en el tema de la evolución humana.
Este debate ha llegado hasta nuestros días. Después de la publicación de Darwin hace unos 150 años, siguen confrontadas las posiciones sobre el origen y la evolución de los organismos en nuestro planeta. Dado que este es un tema muy amplio, en esta columna presentaremos las principales teorías sobre el origen de la vida en la Tierra. En la siguiente entrega hablaremos sobre la evolución de la misma.
Aunque existen varias posturas sobre el origen de la vida en nuestro planeta, desde aquella que postula el origen extraterrestre de la misma hasta aquella que postula que las formas de vida en la Tierra son formas materiales “involucionadas” de un estado consciente superior, en esta entrega hablaremos sobre dos posturas principales: el Creacionismo y el Origen de la Vida a partir de compuestos químicos.
El Creacionismo es el pensamiento religioso occidental (cristianismo y judaísmo) que plantea el origen de la vida a partir de un acto de creación que se llevó a cabo en seis días y que ocurrió hace unos 6,000 años aproximadamente. Dentro de esta postura se pueden distinguir dos corrientes principales: la primera se conoce como “Creacionismo de la Tierra Joven”, la cual postula que el Universo, la Tierra y la vida que habita el planeta se crearon gracias a un acto divino que tuvo lugar hace unos 6,000 años. Esta corriente religiosa basa sus postulados en una interpretación literal de la Biblia, particularmente en el Libro del Génesis, en el cual se establece que Dios creó la Tierra en un periodo de seis días de 24 horas y descansó el séptimo. De acuerdo con esta corriente religiosa, la vida en nuestro planeta es un acto de creación único y por lo tanto la evolución no existe, ya que los organismos que habitan nuestro planeta son los mismos que lo habitaban cuando éste fue creado.
La segunda corriente religiosa, llamada “Creacionismo de la Tierra Vieja”, en realidad agrupa a varias corrientes creacionistas, incluyendo el “Creacionismo de Brecha”, el “Creacionismo Progresivo” y el “Creacionismo Evolucionario”, entre otras. Todas ellas interpretan metafóricamente los textos contenidos en el Libro del Génesis y tratan de fundir sus argumentos con los pensamientos científicos sobre el origen del Universo, la Tierra y la vida en nuestro planeta. Es decir, sus postulados se enfocan hacia la participación de Dios en algún aspecto del proceso evolutivo, por ejemplo, en la mutación de los genes y la selección natural. Desde este enfoque, la participación de una divinidad es clave en el origen y evolución de los organismos.
Todas las corrientes religiosas que fundamentan el origen de la vida y la diversidad biológica en la Tierra gracias a un acto de creación, se basan principalmente en el Libro del Génesis, contenido en la Biblia, y no aportan evidencias científicas que prueben sus argumentos. En algunos casos inclusive se asegura que los humanos y los dinosaurios coexistieron en algún momento de la historia, tal y como lo establece el Instituto para la Investigación sobre la Creación, ubicado en Texas (Estados Unidos) en su sitio en internet (https://www.icr.org/homepage).
Por otro lado, la teoría científica más aceptada es la propuesta por Aleksandr Oparin en la década de 1920 sobre el origen de la vida en nuestro planeta a partir de elementos químicos simples que formaron moléculas compuestas y, posteriormente, formas de vida rudimentarias. El postulado de esta Teoría se basa en la presencia de elementos químicos (como metano, amoniaco e hidrógeno) que se encontraban presentes en forma de gases durante las etapas primarias de la Tierra, y que durante el enfriamiento del planeta y su posterior combinación con el vapor de agua formaron los elementos primordiales para el origen de la vida.
Oparin postuló que estos elementos formaron moléculas que eran gradualmente más complejas cada vez, hasta que formaron estructuras coloidales (como gelatina) en lo que se conoce como océanos primitivos. Estas estructuras coloidales, mantenidas juntas por fuerzas electrostáticas darían origen a lo que se conoce como coacervados o “protobiontes” (es decir, precursores de la vida celular) (Figura 2).
Posteriormente, en 1952 los científicos Stanley Miller y Harold Urey llevaron a cabo experimentos para demostrar la Teoría de Oparin. Simularon las condiciones fisicoquímicas que imperaban en el planeta hace unos 2,500 millones de años y probaron, mediante el uso de electricidad (simulando los rayos y relámpagos que se forman en la atmósfera de nuestro planeta) que era posible la formación de aminoácidos, es decir, moléculas orgánicas que forman proteínas y que, a su vez, son un componente muy importante de los seres vivos.
De esta manera quedó confirmado científicamente que la vida en nuestro planeta bien pudo haber seguido el camino propuesto teóricamente por Oparin y demostrado con experimentos por Miller y Urey.
¡Nos leemos en la próxima!
MA/AJEM