Yo soy Sarahy Contreras-Martínez, mamá y científica, y me embarco en la aventura de ser madre e investigadora de la naturaleza junto a él M.C. José Abad Aispuro Chávez.
Por: Dra. Sarahy Contreras-Martínez y M.C. José Abad Aispuro Chávez
En este día tan especial de celebración del Día de la Madre, recuerdo las anécdotas que surgen cuando salgo al trabajo, ya sea el día antes o después de la festividad. Mi ruta puede llevarme a la oficina, al aula de clases o a una salida de campo.
Esta parte de mi labor, que disfruto tanto como las demás, me sumerge en el mundo natural, salvaje y lleno de sorpresas, recordándome los días, meses y años que he dedicado a una profesión en contacto directo con la naturaleza.
Mamá científica en la naturaleza
Para una mamá científica, un día típico en el campo implica investigar aves para comprender su hábitat, comportamiento y estado de salud. Me levanto temprano, a menudo una hora y media o dos antes del amanecer, atravesando bosques oscuros, sintiendo la frescura y el silencio de la naturaleza imponente. A veces, me acompaña algún alumno o varios de ellos.
Los encuentros con jabalíes, coyotes, venados, tlacuaches, armadillos, pumas y jaguares son comunes cuando estoy sola o con una sola persona. Estos animalitos observan y curiosean para saber quién invade su territorio, y me tranquiliza saber que en Manantlán hay suficiente alimento para ellos y que los humanos no son parte de su menú deseado.
Después de numerosos encuentros fascinantes, algunos de ellos potencialmente peligrosos, como los 11 con pumas y jaguares, donde he sido acorralada pero nunca herida, donde han rugido, pero no me han ensordecido, donde he presenciado la caza en tres ocasiones, me gustaría compartir la más reciente, ocurrida el 9 de mayo. En esta ocasión, el M.C. Abad Aispuro, quien estaba cursando su maestría y realizando un curso conmigo sobre conservación ecológica, tuvo la experiencia junto a mí.
Abad comenta lo siguiente:
Encuentro inolvidable en la práctica de campo de Conservación Ecológica: El Jaguar del llano de San Miguel, en el predio Xilosuchitlán.
El 9 de mayo de 2021, durante el curso de Conservación Ecológica, impartido por la doctora Sarahy Contreras y en colaboración con la doctora Faviola Castillo, un grupo de estudiantes vivió una experiencia única durante una práctica de campo en el llano de San Miguel, en el corazón de la Reserva de la Biosfera Sierra de Manantlán.
Antes de partir hacia la sierra, nuestro equipo, compuesto por los estudiantes Sergio, Martín, Abad, Osiris y, las doctoras Contreras y Castillo, se abasteció de víveres para los dos días de la práctica de campo. Una vez completada esta fase, el grupo partimos desde Autlán hacia nuestro destino, pasando por la Estación Científica Las Joyas antes de llegar al llano de San Miguel, en el predio de Xilosuchitlán.
Una vez instalados en el campamento, ese mismo día, el grupo completo se dispuso a trabajar. Las actividades incluyeron observaciones de quemas controladas, reconocimiento de la vegetación, observación de aves y la instalación de redes para estudiar a las aves.
Las emociones en campo
Uno de los momentos más destacados de la práctica de campo se vivió durante el primer recorrido, cuando parte del grupo experimentó una inusual quietud. La explicación de la Dra. Sarahy Contreras indicó la posible presencia de un depredador tope en las cercanías, posiblemente un felino grande.
La noche transcurrió entre la lluvia y el frío, pero fue al amanecer cuando nos dimos cuenta de que todos habíamos sufrido una intoxicación alimentaria. A pesar de las adversidades, en el segundo día de actividades, el estudiante Sergio, quien originalmente estaba programado para unirse al recorrido matutino con la Dra. Sarahy, no pudo participar debido a su estado de salud. En su lugar, Abad tuvo la oportunidad de acompañarla.
Fue durante esta caminata, el segundo día de actividades, en el último tramo del trayecto, que el equipo formado por ellos dos vivió un encuentro único. En un momento inesperado, un jaguar saltó desde la parte media de un árbol, iniciando una intensa persecución que culminó con la captura de un jabalí a tres metros de nosotros. La experiencia nos dejó asombrados y emocionados por haber presenciado la naturaleza en su estado más salvaje.
Un evento único en la naturaleza
A pesar de la tensión del momento, Sarahy y Abad regresaron, con cautela, a reunirse con los demás miembros de la práctica de campo para compartir esta extraordinaria experiencia con ellos. El relato reveló la magnitud de este encuentro inolvidable con la fauna salvaje, subrayando la importancia de la conservación ecológica y el respeto por la vida silvestre en la Reserva de la Biosfera Sierra de Manantlán.
Si bien, Sergio lamentó no haber vivido ese momento, el estudiante que lo reemplazó se consideró afortunado por haber presenciado este evento único.
A pesar de los desafíos de la práctica de campo, la vivencia con el jaguar se convirtió en un recuerdo imborrable para los participantes, destacando la importancia de la conservación ecológica y la preservación de estos hábitats únicos en la Sierra de Manantlán.