Por: Darinka Rodríguez
Autlán de Navarro, Jalisco. 9 de marzo de 2022.- (Letra Fría). 8 de marzo, el sol comienza su recorrido en descenso para ocultarse tras las montañas del valle de Autlán. Son las seis de la tarde, y en la Plaza Cívica, mujeres, adolescentes y niñas comienzan a prepararse para marchar por las principales calles del municipio en conmemoración del Día Internacional de la Mujer. Lo primero que salta a la vista en esta escena es el contraste entre la fría mirada y postura rígida de la estatua del general Marcelino García Barragán, y las mujeres repartiendo pañuelos morados y abrazando a las compañeras que iban llegando a la plaza.
Este es el tercer año que las integrantes del colectivo Autlán Violeta convocan a las autlenses a organizarse y marchar el 8 de marzo, con el objetivo de reconocer la lucha histórica de las mujeres por sus derechos, exigir justicia por las mujeres asesinadas y desaparecidas en México y la región, y exigir un alto a la violencia de género.
El 8 de marzo es conmemorado por las Naciones Unidas desde 1975 y fue proclamado como día internacional en 1977. En nuestro imaginario colectivo el origen del Día Internacional de la Mujer, está marcado por la revolución industrial y la historia de la lucha obrera en Estados Unidos. El 8 de marzo de 1857 las mujeres que trabajaban en la industria textil en Nueva York, organizaron una huelga para exigir salarios justos y condiciones laborales más humanas. 51 años después el 8 de marzo de 1908, 15 mil mujeres vuelven a tomar las calles de Nueva York para exigir un aumento de sueldo, menos horas de trabajo, derecho al voto y la prohibición del trabajo infantil.
Guiadas por un poderoso equipo de sonido y la entusiasta voz de una joven que lleva en la espalda pintada la frase «Con ropa o sin ropa, mi cuerpa no se toca», mujeres y niñas comienzan a avanzar por Av. Hidalgo rumbo al centro de Autlán, ocupando de a poco el negro pavimento con el morado de sus pañoletas, blusas y carteles, como una jacaranda cuando comienza a florecer después de dormir todo el invierno.
Es imposible contarlas con precisión, pero el contingente de la marcha abarca el largo de una cuadra completa. Probablemente así de larga era la columna de humo morado que se elevó en el cielo de Nueva York aquél fatídico 25 de marzo de 1911, cuando 123 trabajadoras textiles, en su mayoría migrantes de Europa del Este, perdieron la vida en un incendio en la fábrica Triangle Shirtwaits, del cual nunca se supo la causa. Se dice que este episodio en la historia de la lucha de las mujeres, es el motivo por el cual el color morado abandera el movimiento feminista.
Aunque visto de lejos el contingente de la marcha se ve como una uniforme marea de color violeta, basta un acercamiento para percatarse de la diversidad que lo integra: mujeres mayores, otras jóvenes, estudiantes de enfermería, integrantes del Sindicato de Telefonistas de México, madres con sus hijas en brazos o empujando una carriola donde va un pequeño bebé dormitando, y niñas. Estas últimas se agarran de las manos o sostienen letreros que dicen «¡Las niñas no se tocan!». También cantan una canción que dice: «Arroz con leche, yo quiero encontrar a una compañera que quiera soñar. Que crea en sí misma y salga a luchar en busca de sus sueños y más libertad. Valiente ¡Sí! Sumisa ¡No! Feliz, alegre y fuerte te quiero yo».
Al llegar al centro, las manifestantes se colocaron frente al palacio municipal de Autlán para realizar el conocido pase de lista, un acto que forma parte de las marchas del 8M en el cual son pronunciados los nombres de todas las mujeres y niñas que fueron asesinadas o desaparecidas con el objetivo de exigir que sus muertes no queden impunes, y que si las autoridades han demostrado no tener memoria, las feministas sí la tienen.
«Hoy les pedimos un minuto, pero no de silencio. Hoy queremos prestar nuestra voz a las hermanas que nos arrebataron, a las que siguen ahí afuera perdidas, por todas esas madres que hoy viven la pesadilla de Marisela Escobedo, por todas las niñas que fueron víctimas en sus propias casas, hoy hacemos este pase de lista porque nosotras no olvidamos. Hoy salimos a la calle a gritar con todas nuestras fuerzas que no queremos perder a ninguna amiga más. Después de cada nombre vamos a gritar: ¡No está la asesinaron!», exclama una joven de cabello naranja al micrófono.
Los nombres comienzan a salir en cascada, parecen interminables… Ingrid, Mari, Alejandra, Elizabeth, Andrea, Griselda Verónica, Britany, Wendy, Heidi, Fátima, todas seguidas de un desgarrador grito de ¡No está, la asesinaron!, que choca con los muros de la presidencia que a esta hora parece estar desierta; un edificio más, impasible ante la violencia sufrida por las mujeres.
Pareciera que las mujeres se hubieran coordinado con los últimos rayos del sol, pues la marcha y el día llegaron a su fin al mismo tiempo. El quiosco del Jardín Constitución fue el punto final del recorrido. Ahí todas las participantes se reunieron y comenzaron a colocar los carteles con mensajes de protesta alrededor de la estructura circular del quiosco. Todas comienzan a brincar al mismo tiempo, y con tanta energía que da la impresión de que el suelo de Autlán se cimbra al ritmo del grito «La que no brinque es macho».
Las chicas del colectivo Autlán Violeta invitan a las mujeres a sentarse en el jardín, alrededor del micrófono que han dejado como estandarte libertario para que cualquiera de ellas pueda acercarse y contar alguna experiencia, su sentipensar acerca del movimiento o leer un poema a las demás compañeras.
«Este es el tercer año que realizamos esta marcha por el 8M, hoy pudimos traer un sonido de mucha calidad y nos divertimos mucho. Me siento muy honrada de estar acompañada de tantas mujeres y niñas valientes que se animaron a salir a marchar, porque siempre salimos de casa con el temor de ser objeto de prejuicios por parte de la sociedad y de no ser apoyadas por las autoridades. Sin embargo cada año aumenta el número de participantes y percibo cómo la sociedad autlense se sensibiliza más con las mujeres», comparte Hanah, una de las jóvenes que integran el colectivo.
Al principio ninguna de las asistentes se quería acercar al micrófono, siempre ese temor latente de desnudar nuestros temores y traumas ante un montón de ojos extraños. Sin embargo poco a poco las mujeres se levantan, pasan al frente y con el micrófono en la mano demuestran el verdadero significado de las palabras «la verdad os hará libres». Es doloroso escuchar la voz de una adolescente quebrarse al relatar como cuando estaba en secundaria, su novio la pateó en las costillas enviándola por un día al hospital, o el testimonio de otra mujer que comparte un abuso que sufrió por parte de su padrastro cuando era niña. La lucha de las mujeres aún tiene un largo y arduo camino por delante, pero la voz de más de cien autlenses gritando ¡Tranquila hermana, aquí está tu manada! cada que una compañera termina de compartir su testimonio, es una señal de que será un camino que recorreremos juntas.
Edición: Gladiola Madera
Queda prohibida su reproducción total o parcial. El contenido es propiedad de Letra Fría.
