San Gabriel, Jalisco.- El 31 de mayo de 1818 un terrible terremoto ocurrido a las 3:07 de la madrugada y que durara casi dos minutos, destruyó considerablemente el pequeño templo gabrielense que tuvo que ser abandonado por el señor Cura en turno y entonces se construyó una capilla provisional en medio de la plaza, que estuvo allí hasta 1836.
CONSTRUCCIÓN DEL TEMPLO. Ante la deplorable situación de la capilla, situada en lugar impropio, el señor Cura don Rafael Larios tomó la decisión de construir totalmente un templo. Contando con el apoyo económico y moral de los feligreses.
Dicha construcción comenzó, en el sitio que ocupa actualmente el edificio parroquial, el 9 de abril de 1833 y su conclusión se bendijo solemnemente el 18 de marzo de 1836. Costeándolo con más del cincuenta por ciento de la obra el propio señor Cura Larios. Han pasado ya 188 años.
Al siguiente día se ofició la primera misa, por ser día del Señor San José; para entonces era notable la transformación.
Así era el templo de San Gabriel en 1836
Larios escribe en el primer libro de gobierno los “aumentos y disminuciones” mientras fue interino, y consigna respecto de la iglesia, que…
“Se abandonó la referida Capilla por haberse reedificado la Antigua Yglesia Parroquial y consta de cimientos de piedra, paredes de adove, y techos que se llaman de terrado, pero son de ladrillo, ripio de tezontel y mezcla. Sus medidas son de treinta y seis varas de longitud, diez de latitud y su altura de diez y media varas. Tiene su coro y tribunas de madera y tablazon, con baranda. Piso de ladrillo de marca. Puertas de ocote fino con clabazon de fierro”.
En relación a los altares escribió…
“El Mayor, todo de piedra a lo moderno; es decir, de piedra y ladrillo, enllesado y dorado. Hay tres sillas nuevas de cedro, maqueadas, con cogines de género llamado Maun que sirven en el altar. Una tarima nueva de ocote de las medidas de la mesa del altar. Un facistol de cedro y maqueado. Y por último un púlpito de cedro enllesado y dorado y baranda del Presbiterio, inconclusa.
De las diversas imágenes:
“Se retocó la de Nuestro Señor Jesucristo con la advocación de Amula, y se halla colocada en el referido altar“.
“Se hicieron nuevas las de la Purísima y Señor San José, que se hallan colocadas á los costados del altar en repisones de piedra, y dos efijies, denotando a los Arcángeles San Gabriel y San Rafael. Con blandones para alumbrar con cirios. Se hizo otra Imagen de Nuestro Señor Jesucristo para los Oficios de Semana Santa”.
“Todas las demás Ymagenes relacionadas constan del mismo modo que las recibí y constan en el antecedente ynventario”.
Igualmente sigue asentando en su minucioso inventario los enseres de plata, lo que había en la Sacristía y todos los ornamentos, las flores, el archivo, y cómo estaban las casas curales, así como las capillas de Jiquilpan y Apango.
Al Cura Larios, se le confiere la titularidad como párroco el 5 de abril de 1836, por orden superior del Obispo de Guadalajara Dr. don Diego Aranda.
Tuvo que viajar a Guadalajara para ir a tomar la correspondiente colación, dejando durante su ausencia como encargado al Reverendo Padre Fr. Juan Nepomuceno Montaño, como Cura propio el señor Larios estuvo hasta el 31 de enero de 1841.
El legado del cura Larios
Así cuando parte a un nuevo destino, deja encargado al Padre Luciano Ramírez, para que este a su vez, entregue al señor Cura don Francisco Villalvazo. Como testimonio de su enorme labor al frente de la parroquia entre 1833 y 1841, dejó lo siguiente:
YGLECIA. “Es la que reedificó y consta su longitud de treinta y seis varas usuales, su latitud de dies y su altura de cosa de once.
Está construida de simientos de piedra que sobre salen del pabimento, paredes de adobe, techos de madera, ladrillo y mescla, con cornisa figurando ser de piedra; las referidas paredes están enjarradas y blanqueadas, tanto su parte interior como esterior; las puertas de la Yglesia y del coro son de ocote fino con clavazón de fierro, una de las bentanas tiene enrejado de fierro y bidriera; el coro y tribunas son de madera de ocote, todo enllezado, su piso está enladrillado, así como el frente de la puerta principal, enladrillado y empedrado, la puerta del costado tiene un tejabán de madera de ocote.
Hay dos altares…
El mayor y otro nominado de San Gabriel ambos están construidos de piedra, ladrillo, llezo y sus correspondientes dorados. El Presbiterio está frizado y tiene baranda de ocote, con pintura al óleo de color verde. El pulpito és de cedro, enllezado y dorado con su correspondiente pasamano. Hay cuatro siyas de cedro; tres maqueadas con cojines de piel de tuza para las funciones, y la otra que sirve en la Sacristía: asimismo hay cuatro bancas de madera de ocote, pintadas de morado, y se hayan en el cuerpo de la Yglecia. El farol que sirve de lámpara es de bidrios finos, sobre cara de madera de ocote y cedro. Dos confesionarios; uno de cedro completamente nuevo con su correspondiente siya, también de cedro, y otro reformado con siya de ocote”.
YMÁGENES. “Sinco de Nuestro Señor Jesucristo; la principal nominada de Amula, está en el Altar mayor, con corona de plata sobredorada, y clavos también de plata, dentro de un nicho de cedro con bidriera al frente y un costado, y el otro costado con bastidor y lienzo de seda color de rosa; otra imagen grande en la Sacristía, ambas con sendal, sudario, flores de ceda y de lienzo; la tercera mediana con cruz y piana de ampinciran maqueadas y se haya en el altar de San Gabriel; la cuarta es la más chica de todas y se haya en el Altar Mayor, la quinta para colectar la limosna con su correspondiente adorno dentro del nicho con bidriera y alambrado.
Los altares
A los costados del altar mayor se hayan dos imágenes: una de la Purísima de bulto con ropaje, de la misma madera, pintado al óleo corona y media luna de oja lata, cuentas de papelillo, sarcillos y anillos de piedras corrientes; la otra es de Señor San José de la misma echura y ropaje que la Purísima, con su niño, con corona y vara de oja lata: ambas imágenes están colocadas en repizones de piedra. A un costado del altar de San Gabriel esta una imagen de San Ygnacio de Loyola, con sotana y vonete. Sobre el Pulpito esta una imagen en lienzo de San Juan Nepomuceno.
Al frente del altar de San Gabriel esta una imagen de pintura de Nuestra Señora de Guadalupe con marco de madera sobredorado. El vizo del Sagrario es de pintura con marco sobredorado. Dos imágenes que sirven para los oficios de Semana Santa; una de Jesús Nazareno, con dos túnicas, blanca y morada, bien maltratadas, y la otra de Nuestra Señora de la Soledad con túnica y manto negro bien deteriorados, resplandor, dies estrellas y media luna, todo de plata muy ligada, con sal de bronce. Un rostro de Nuestra Señora de los Dolores con cuerpo de bastidor. Un lienzo de la Anunciación, que está en la notaria.
Más detalles del templo
Un cuadro de San Juan Bautista en el bautiserio. Uno, ídem, de Ánimas para el Campo Santo. Dos estatuas de vulto de Angeles que sirven de blandones al altar mayor. Sinco, ídem, de tabla al óleo, que representan la fe, esperanza, caridad, a Moisés y a David. Dos, ídem, de Dimas y Gestas. De San Juan y la Magdalena. De vulto chicas, de Nuestra Señora de los Dolores y Señor San José; la imagen de Nuestra Señora de los Dolores tiene resplandor y espada de plata, con peso de dos y una cuarta onzas.
En la pequeña Capilla a disposición de los yndigenas se este pueblo, se hayan tres imágenes de Nuestra Señora de Guadalupe, Purísima y Candelaria, y otras dos, una chica de San Gabriel y otra de San Dimas. En el altar del costado de esta Yglecia, se haya una imagen grande del Santo Arcángel San Gabriel, con ropaje, de la misma madera pintado al óleo. Un viacrucis en pequeños cuadritos, bien maltratado. La imagen de Nuestra Señora del Refugio en cuadro que está en la Yglecia, mandó que se colocara en ella la familia de D. Fernando Michel; más ignoro si es donación o no”.
Enseguida hace alusión a los objetos de plata; un copón, dos cálices, una custodia, una bandeja, un incensario, una naveta, un hisopo, una vinajera, un escudo, una cruz, un relicario, una llave y una ampolleta. No olvida describir los objetos de cobre, los de latón, la gran cantidad de ornamentos, la ropa blanca, los ramilletes, las flores y demás numerosísimos utensilios.
Así describe lo que sigue:
CASAS CURALES. “Se componen de quince piezas; esto es alto y mirador con techos de teja, sala y dos cuartos con techos de terrado, dispensa y cosina con techos de teja; dos pequeños cuartos con techos de teja, caballeriza y pajar con techos de teja. Labadero y comunes con dos corredores, todo de techos de teja: cuyas todas piezas tienen quince puertas asimismo dos alacenas con sus puertas en el alto; con un cancel de madera de ocote en la sala.
La Yglecia y piezas nuevas se entregan con seis llabes y las casas curales con siete llabes. El Campo Santo está sircundado de pared de adobe y bardeado con teja con su correspondiente puerta, llabe y pison: asimismo ataúd bien…
El campanario es de pilares de adove y techos de teja. En la Capilla abandonada y Sacristía de la misma hay tres puertas con dos llabes, un poco de teja y la madera de los techos.
El resto de la teja de la citada Capilla, se ocupó en el bardeo del Campo Santo y mil doscientas setenta y tres tejas que se prestaron al Maestro Vicente Lugo, el que las entregará tan luego como se le pidan”.
En otro sitio registra que hay… “Cuatro campanas y una esquila, puestas en el campanario, es de pilares de adobe y techos de teja construido provisionalmente”.
Las primeras campanas del templo
En relación a estas cuatro campanas que menciona, la mayor pesó 66 arrobas y su badajo 2. La segunda pesó 25 arrobas; la de llamar a misa rezada 6 arrobas y 18 libras; y la cuarta que era la más chica 6 arrobas y 7 libras. La esquila pesó 9 arrobas.
Una arroba equivale a 11.5 kg. Dichas campanas fueron fundidas en San Gabriel por don Ramón Velasco, José de la Cruz Gutiérrez y Hermenegildo Gutiérrez. Usaron 52 cargas de leña de ocote y media libra de cebo. Ninguna existe al día de hoy.
El antiguo archivo parroquial
En el Archivo había siete libros de bautismo, tres de casamientos, cuatro de partidas de entierro. Cincuenta y uno legajos de 1814 a 1841 que contienen pliegos matrimoniales, dispensas, etc., así como el libro de cuentas de fábrica espiritual.
En una nota al calce, se consigna que hay un órgano (teclado) regular, con algunas piezas menos y deteriorado. Por último consigna que sobraron veinticinco cargas de cal, puestas en dos piezas del Curato.
Cuando asienta los legados (especie de Fideicomiso), se dice que hay dos: uno de $ 600.00 de parte del hacendado de La Guadalupe y otro de $ 100.00 de la hacienda de San Lorenzo.
Menciona que hay un oficio en el que la Superioridad Eclesiástica legaliza la incorporación de los ranchos Las Espías a esta parroquia, separándose de la de Tuxcacuesco. Respecto de las iglesias de Jiquilpan y Apango hay lo siguiente:
Jiquilpan y Apango
YGLECIA DE JIQUILPAN. “Es la misma de que se hace mención… a esepción de los techos que están reformados, aunque no en su totalidad: asi como también el coro, el cual tiene á más baranda nueva y enllesada. Se haya también un contrasimiento nuevo, un valenton, las puertas de las bentanas pintadas de verde al óleo asi como las de la Yglecia y baranda del presbiterio, que es pintada del mismo color al óleo. Esta Yglesia tiene enladrillado nuevo. Las campanas están renovadas. Hay unas binajeras nuevas de loza de Zajonia. Hay dos capas una negra y otra blanca, bien maltratadas. Todo lo demás ecsiste, según se ve, en la foja citada”.
YGLECIA DE APANGO. “Ecsiste todo lo que se menciona á la foja sesta de este libro; a esepción de la campana mayor que se reformó y tiene cosa de dies y ocho arrobas; y una alfombra nueva que parece de barragan, con más una siya de sedro para el altar mayor”.
Después de registrar el estado “financiero” que guardaban las Cofradías de ambos pueblos, termina este inventario de la siguiente forma:
“Asi mismo digo: que puede haberseme pasado asentar alguna otra cosa que pertenesca a esta Parroquia; sí así fuese se reconoserá como de su propiedad. Y para constancia de todo lo dicho y entrega de este libro lo firmé á 31 de enero de 1841.
Entregué: Rafael Larios. Reciví: Luciano Ramírez”. (Rúbricas).
Materiales para construir el templo de San Gabriel
Don Enrique Trujillo consigna en su obra publicada en 1976 que el señor Cura Larios fue meticuloso en el registro de la construcción de aquel primer templo en San Gabriel en el que se emplearon 29,000 adobes, 32,100 ladrillos. 500 o más entre morillos, pilares y vigas de madera, más de 250 cargas de cal, 45 arrobas de yeso, 6 arrobas de pegadura, 110 librillos de laminillas de oro y 2 de plata.
Para fundir las campanas se emplearon de 75 a 80 arrobas de cobre, 2 de plomo, 1½ de estaño, 52 cargas de leña y ocote; sin contar toda la herramienta usada.
La cantera se trajo de un cerro cercano a Jiquilpan y la labraron don José de la Cruz Gutiérrez y don Silvestre Navarro. El maestro albañil de obras fue don Vicente Lugo, el carpintero don Martín Limas, el herrero don Ramón Velasco, los pintores don Juan Ramos, don Rafael Vizcarra y don Tomás Rodríguez que fue quien retocó la imagen del Señor de Amula.
El costo total de la obra ascendió a poco más de $ 6,000.00, de los cuales el señor Cura Larios aportó $ 3,073.00, es decir, más de la mitad. Por lo cual debe considerarse el donante más distinguido y un gran benefactor.
Otros donantes
El señor Cura Salvador Apodaca y Loreto, con $ 400.00 pesos; doña Gertrudis Villalvazo, la vidriera para el nicho del Señor de Amula, cinco candelabros, veintitrés cargas de cal, y cuatro arrobas de cobre para las campanas.
Don Nemesio Curiel, donó $ 41.00 pesos, dos reales para la cortina y flecos de oro para el nicho; don Guadalupe Curiel, 3tres sillas nuevas de cedro, maqueadas, con cojines de raso para el altar. El Padre Luciano Ramírez, cuatro bancas; don Miguel de la Fuente y don Lorenzo M. Michel, el yeso; doña Candelaria Villa y don Manuel Roque González dieron $ 100.00 cada uno. Don Gregorio Parra, cuatro arrobas de cobre; doña María Corona y su esposo Andrés Michel, $40.00.
En menor proporción también cooperaron don Nicasio Gudiño, don Miguel Montenegro, don José Ma. Manzano, Calixto Dávalos, Benito Morett, Justo Camberos, Alejo de la Fuente, Leonardo de la Fuente, Trinidad Manzano, Guadalupe Villa Guzmán, Juan Santana y muchos más.
Otros párrocos continúan la obra del templo
Al señor Cura Rafael Larios, le siguieron como párrocos Fray Nepomuceno Montaño en 1836; y el Padre Francisco Villalbazo del 29 de marzo de 1841 al 24 de abril de 1849.
Por su parte el Cura don Ramón Cipriano Aguirre y Gama administró esta parroquia de 1849 a 1850. Durante el tiempo en que estuvo al frente de la iglesia y para su construcción se significaron como donantes muy especiales doña Gregoria Figueroa y su hija doña Gertrudis Villalvazo.
Este párroco y los gabrielenses sufrieron la epidemia del Cólera Morbus que azotó la región en el año de 1850, por lo que tuvo que disponer que se establecieran provisionalmente cuatro cementerios; uno en Jiquilpan, otro en El Jardín, el de El Jazmín y el de Totolimispa.
Contagiado de la mortal epidemia, el Cura Aguirre falleció a las siete de la mañana del 25 de julio de 1850 a los 34 años de edad. Siendo sepultado en el presbiterio del templo parroquial; era originario de Sayula, hijo legítimo de don Manuel Aguirre y de doña Gertrudis Gama.
A su fallecimiento le sucedió en el cargo el Padre don Prajedis Vásquez que, con el carácter de Cura encargado, recibió el curato el 26 de julio de 1850 y lo entregó el 29 de abril de 1852. Durante su tiempo se empezó a construir la Casa Cural; se cercó, limpió y bendijo el Campo Santo nuevo. Se comenzó a construir la torre del templo.
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REFERENCIAS:
GUZMÁN MORA, José de Jesús. La parroquia de San Gabriel en su glorioso bicentenario 1814-2014. Talleres gráficos de Imprexos, Ciudad Guzmán, Jal., 2014.
TRUJILLO González, Enrique. Apuntes para un ensayo histórico sobre la antigua ciudad de San Gabriel, Jal. Talleres Lino tipográficos “Kerigma”. Guadalajara, Jalisco, 1976.