En esta crónica se narra parte de la trayectoria del artista plástico, Anyelo López, quien creció pintando en Bogotá, Colombia y este año estrena algunas de sus obras en Autlán de Navarro, gracias a la conectividad y expansión artística producto de la pandemia.
Por: Esther Armenta
Boceto
Autlán de Navarro, Jalisco. 07 de agosto de 2021. (Letra Fría) Anyelo López vive del arte. El artista plástico bogotano es experto en el dibujo y obsesionado por el género figurativo, aunque a simple vista parece tener otros intereses como el rock y las motocicletas; su vestimenta le serviría de camuflaje si decidiera mezclarse con un grupo afín; perforación en la ceja derecha, chaqueta de cuero y mirada penetrante resaltan en él.
Además de pintor con facha de rockero, parece ser puntal. Se le cita a las 16:00 horas del tercer miércoles de julio y ahí está, a la hora en punto, conectado detrás de la pantalla esperando a ser aceptado en la reunión de zoom, donde responderá con soltura quién es él y cómo es que cincuenta de sus cuadros creados en 2020, durante el cautiverio pandémico, llegarán a un pueblo del que apenas supo su existencia y que está situado en un país (México), al que todavía no conoce.
– ¿Me oyes? ¿me oyes?
– Te escucho, te escucho. ¿Y tú a mí?
No son las palabras precisas, pero más o menos ese fue el diálogo de apertura a la conversación de veinticuatro minutos para descubrir al creador taciturno, el que heredó de su padre la disciplina sobre el lienzo en blanco.
Anyelo dice que está contento, se le nota al conversar sobre la colección que debutó en México en la ciudad de Guadalajara a mediados de junio y que para finales de julio, llega a Autlán de Navarro, municipio que se presume su inclinación artística, ubicado a 191 kilómetros de la capital de Jalisco.
Las piezas que atravesaron medio continente florecieron de la angustia y el miedo sentidos por su creador, eso muchos lo saben, él mismo lo ha declarado en distintas ocasiones a periódicos y páginas digitales cuando explica la razón de ser de las pinturas. Anyelo es de conversación fluida y generosa, poco se guarda sobre lo que siente, pero, de todo lo que comparte, hay un dato que no revela: su edad. Los años que ha vivido son un secreto atesorado apenas por los más cercanos. Nunca los dice. Quizá los seguidores no lleguen a saberlo y está bien, porque para el público hay antecedentes que seguro importan más, algunos menos íntimos de la vida privada, por ejemplo; el tiempo que tomó la evolución en los trazos de Anyelo López hasta convertirse en el autor de “SELF-PORTRAITS”, la manifestación que inició como un diario para sobrellevar el aislamiento social obligatorio y que terminó por presentarlo como un artista atrevido que retomó los autorretratos más icónicos en la historia pero que en la versión del colombiano, portan máscaras de prevención respiratoria.
Lo que vemos ahora en las propias redes sociales de Anyelo López y en los medios de comunicación que hablan del “artista joven y prometedor, que busca expresarse desde su arte”, se vuelcan al realismo, sin perder los detalles presentes en toda su obra, seguro producto de la práctica y el aprendizaje al interior de instituciones magistrales como la Universidad de Santo Tomás, Universidad Distrital y la Academia de Artes Guerrero, a las que asistió. Pero antes, entre los años 2008 y 2017, la evidencia digital en Facebook pone a los rasgos caricaturescos y exagerados de los cartones políticos como sello del artista.
Que lleguen a México “es un honor”, insiste Anyelo en diferentes momentos, justo después de explicar cómo se originaron. Antes de eso habla del pasado, cuenta de su camino por la academia, sus presentaciones en otros países como España y Brasil, prosigue y nombra la infancia que le tocó vivir. Se recuerda siendo un niño, contemplando las manos de su progenitor que pintaba bailarinas durante los fines de semana, a las que luego, refugiado en el cuaderno, él intentaba pintar pero a su propio pulso.
– Yo crecí viendo a los grandes maestros del arte-, dice en algún momento de la conversación.
El primer pintor al que conoció fue a su papá, en su compañía caminó a lo largo de los pasillos del Museo de Arte Moderno de Bogotá (MAMBO), el Museo Nacional de Colombia y otros santuarios de las artes plásticas. Juntos examinaron a los genios del pincel que se convirtieron en sus ídolos. Anyelo visitaba museos y pintaba, pintaba y luego vendía la obra al único comprador que tenía en ese momento: su padre.
Vivir del arte inició como un juego, uno que terminó prematuramente con la muerte del comprador exclusivo que tenía. Su papá falleció cuando él era un niño, parece haberse ido pronto, pero en realidad se quedó lo suficiente para dejar “toda esa vena artística todavía está latente” en el pintor colombiano.
Pintura
La mirada triste es la misma, el entrecejo fruncido no perdió vigor, pero lo rojizo del cabello, el tamaño de su frente, eso seguro que cambió en 131 años. Vicent Van Gogh de 1889, tiene la frente casi cónica y la barba despeinada; su versión de 2020 en cambio, le da una cara robusta, tinte en el cabello y la barba perfectamente peinada, además… usa un cubre bocas. Entre el oleo original y el dibujo creado con lápices de color Prima Color, hay tres siglos de distancia y un autor de diferencia, el primero es del neerlandés que se pintó a si mismo, mientras el segundo pertenece a Anyelo López.
Una mascarilla que cubre del comienzo de la nariz hasta el mentón, sitúan a Van Gogh en el siglo XXI evitando el contagio de COVID-19. La modificación del autorretrato surgió en la intimidad del cuaderno de Anyelo, durante los primeros meses de la emergencia sanitaria. En un principio el dibujo estaba destinado a permanecer ahí, en su casa, sobre las hojas usadas para pasar el tiempo, luego vino lo inesperado y aquella versión fue vista por el mundo. El 28 de marzo del 2020, la adaptación pandémica del autorretrato apareció en Instagram, donde los seguidores de @anyelolopezart, entendieron el mensaje, se sintieron identificados y aceptaron la propuesta que mostraba a uno de los pintores más famosos rehuyendo al virus.
La aceptación, hizo que enseguida de Van Gogh vinieran otros 49 retratos.
Uno a uno Anyelo López fue recreando las formas de los autores. Frida Kahlo, Alberto Durero, María Izquierdo, Da Vinci, todos con la mascarilla de prevención respiratoria con el objetivo de llevar el mensaje en – dos intenciones muy claras, primero: la prevención y cuidado ante el COVID y el segundo; también cuidar el planeta- dice Anyelo, quien advierte que de no atender las necesidades de salud y el cambio climático, el uso de cubre bocas será permanente en la tierra.
Los “Self-Portrais” o autorretratos en español, se compartieron primero en la red social donde cada vez más personas se interesaron por el proyecto. En pocos meses la idea ya era transmitida en medios de comunicación a los que el artista les platicaba de la ambición de reunir los cincuenta retratos, ya no con el objetivo de dejarlos guardados, sino con la finalidad de exponerlos en otros países, según contó el propio Anyelo a la televisora “SICTV” en junio del año anterior. Doce meses más tarde su obra está enmarcada, viajando por México.
Previo a esta colección, ya había creado obras controversiales con impacto social, ejemplo de ello es la muestra “Social Magazine”, compuesta por retratos que hacen una critica a las revistas de moda y sociedad. La idea se materializa en portadas de revistas ocupadas por gente campesina, cotidiana que no forma parte de los entandares o estereotipos de las celebridades.
Anyelo lleva rato consolidando su figura de artista plástico, con ella ha logrado el reconocimiento nacional, pero sin duda su salto internacional se fortaleció con la tragedia sanitaria y el impulso de la virtualidad. La pandemia tenía cerrado todo, incluidas galerías y escuelas de arte, así que no quedaba más que pintar y luego mostrar el talento en la pantalla.
– Antes de la pandemia pues sabíamos que la tecnología existía pero creo que esto ratificó mucho las relaciones y permitió como estos acercamientos, entonces creo que eso también influye en mi proceso creativo y en seguir produciendo porque a veces pienso: debo estar creando, la gente tiene que estarme viendo activo, entonces creo que eso me ha servido bastante -, explica con su voz pausada y de acento colombiano.
Durante la video llamada, dice que el arte debe sentirse adentro, nacer de la pasión, ese complemento sensible hacia su profesión se complementa cuando se le escucha decir en la misma entrevista que dio a “SICTV” que es “ el arte es sanador”. Cuando se unen sus dos declaraciones, se logra entender un poco mejor que tal vez por eso él y todos ellos, los artistas, no dejaron de crear, incluso cuando no tenían los ojos, los aplausos y silencios de quienes le observaban en la otra realidad, la que era de cuerpo a cuerpo. Sin espectadores, estuvieron obligados a revolucionarse, pronunciando nombres desconocidos, acercando las grandes obras a casi cualquiera, eso lo sabe Anyelo, lo explica en otra conversación, una que sucede ahora por Messenger y en audios.
– Realmente, acá en Colombia, cuando llegó la pandemia pasó algo muy triste muchas galerías de arte cerraron sus puertas, muchos espacios culturales no pudieron resistir en la crisis económica –, lamenta en una nota de voz de 53 segundos para luego enviar una más en la que termina por decir que no todo fue malo porque – algunas galerías le apostaron a la virtualidad y a exhibir a los artistas, de hecho galerías en Bogotá, galerías en Europa, entonces digamos que eso sirvió para acercar a los artistas a diferentes países y lugares en donde físicamente a veces era difícil llegar.
Recorridos por el Museo Nacional del Padro en España, visitas a la Galería Nacional de Arte Moderno de Roma, contenido exclusivo del Museo del Louvre en Francia, conciertos de la Orquesta Filarmónica de Berlín y hasta las artes escénicas grabadas en el Teatro Petra de Bogotá, se vivieron en la vulgaridad de las vidas cotidianas, en pijamas, con la pantalla entrecortada, solo para recordar que al final, cuando todo lo burdo pierde sentido y parece que nada queda, tenemos el arte que nos devuelve la fe.
Los artistas encuentran refugio en sus obras que a su vez son la esperanza de alguien más, pero todavía no queda claro quién o quiénes depositan la confianza en ellos para que sigan creando. En el último año los artistas han sobrevivido a la nostalgia de la soledad compartida y al mismo tiempo, a la disminución de ingresos por el cierre de los lugares de exposición, así como al abandono institucional, porque a pesar de los cambios surgidos durante el confinamiento, poco ha evolucionado la recepción que los gobiernos y agentes públicos tienen hacia el gremio. La disciplina y entusiasmos de cada creador es su trampolín para llegar alto, no el acompañamiento gubernamental. Anyelo logró estar en México sin otro respaldo que el de su propio gremio.
– Acá en Colombia realmente no es fácil el apoyo institucional es poco, el gobierno no apuesta mucho al arte y los apoyos económicos son limitados. También existen grupos selectos de arte que no le dan la oportunidad a muchos artistas pero pues está en el artista romper esas barreras, seguir trabajando y buscar las oportunidades para poder exhibir -, comparte.
La crisis en el sector cultural y artístico afectó a diversos países, incluidos México y Colombia, pero cada uno la experimentó con distinto enfoque. Para poner en contexto, es necesario resaltar que el estado de Jalisco, sede de la exposición, durante 2020 hubo un recorte ofensivo para el sector, al bajar el presupuesto un 30.56 por ciento, pasando de 723 millones de pesos a 502 millones de pesos.
El 10 de diciembre del 2020 fue aprobada la reducción de 221 millones de pesos, previo a la votación de las y los diputados, artistas y creadores se manifestaron convocados por la Red Independiente de Agentes Culturales de Jalisco (RIAC) para concientizar a la población sobre la importancia del arte, pero también con el objetivo de llamar al Congreso del Estado a rechazar el recorte, el cual terminaron decretando.
Mientras el peligro en el país sudamericano se reflejó en los pesos colombianos que los habitantes dejaron de destinar al entretenimiento artístico en teatros, galerías, conciertos y de más. Al respecto el diario “El Espectador” publicó el 9 de mayo del 2021 los cambios en los últimos tres años, partiendo de marzo del 2019 cuando se gastaban 38 mil 872 pesos colombianos en cultura (que son como 199.37 pesos mexicanos), mientras en el mismo mes del año siguiente disminuyó drásticamente a 15 mil 650 pesos y 2021 marcó un consumo de 34 mil 953 pesos, también en marzo. Para medir el cambio, El Espectador recomienda considerar a la inflación y contexto pandémico para comprender las modificaciones en la cifra.
Premonitorio a las dificultades experimentadas por ambos países, se presentaba en Bogotá la muestra internacional colectiva “40X40”. Entre los cuadros había algunos con la firma “Anyelo López”; fueron esos los que robaron la atención de Arturo Valdez, uno de los espectadores que no demoró en contactar al autor y asistir a una de sus presentaciones individuales. Arturo Valdez es mexicano, artista plástico y fundador de la galería “Señor Valdez”, un proyecto con sede en Guadalajara que intercambia exposiciones de artistas internacionales entre museos y galerías de Jalisco.
Ese fue el primer día en que Anyelo y Arturo intercambiaron información, luego definieron que “Self-Portraits” se sumaría a las exposiciones de “Señor Valdez” en Guadalajara y luego en Autlán, cuando paulatinamente los museos vuelven a recibir visitantes.
Exhibición
Hay un hoyo en el techo, pero seguro nadie lo ve, al menos no este día en que la atención está en la pared. El 28 de julio del 2021, el Museo y Centro Regional de las Artes en Autlán, colgó los cuadros de Anyelo López, un colombiano que pintó en Bogotá las reinterpretaciones de 50 autorretratos, los más icónicos de la pintura, para contar la historia del arte en versión pandemia.
Un colombiano que no conoce México pero sabe de pintores nacionales, logró estar presente en la inauguración de su muestra, porque la tecnología lo puede y el horario idéntico lo permite durante el verano o estación seca, la cual se vive distinto en cada espacio, allá hace frío, acá la temperatura de 29 grados y la lluvia abrazan con calidez.
No importa el clima diferenciado, los protagonistas son el arte, la posibilidad de encontrar al público indicado para cada obra en el siglo XXI. Anyelo está lejos de su obra expuesta en una habitación, victima de la carencia económica resentida por cada vez más recintos culturales en los que se forman huecos en el techo que son rellenados, simbólicamente, con los cuadros sobre sus paredes, las que sigues activas, inquietas, convocantes, a pesar de la apatía institucional pero regocijadas de atraer, físicamente y ahora desde la virtualidad, a los espectadores. A pesar de todo, el arte no está solo, todavía hay mujeres y hombres dispuestos a tirar la moneda al aire y aventurarse en la decisión de que la pintura, la música, el teatro, la escritura, el cine, la escultura o la danza, sean la fuente de su porvenir.
Ma/Ma
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