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Don Carlos Vizcaíno Vargas, el abuelo materno del destacado escritor Juan Rulfo | Apuntes para la historia

José de Jesús Guzmán Mora, cronista de San Gabriel, Jalisco, en su Columna Desde el Llano rulfiano, nos invita a conocer los apuntes que develan la vida de don Carlos Vizcaíno Vargas, un rico hacendado y destacado personaje que se echó a cuestas la construcción del templo, hoy declarado Basílica, en el pueblo de Apulco.

Por José de Jesús Guzmán Mora, cronista de San Gabriel, Jalisco | Desde el llano Rulfiano

Autlán de Navarro, Jalisco.- El culto pueblo de San Gabriel, Jalisco, ubicado al centro de la región sur del Estado, se encuentra de manteles largos.  El motivo es el homenaje al escritor Juan Rulfo, el  hombre más destacado de habla hispana, el más leído, el más traducido, el más estudiado, el hombre enigmático, taciturno, el último genio mexicano de las letras, mi favorito.

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Pueblo y gobierno, se han puesto de acuerdo para llevar a cabo, entre el 13 y el 21 de mayo, el Festival Cultural San Gabriel 2023, en su edición número XXVI.

Por su parte Sayula y Apulco, han hecho lo propio, cada uno según sus recursos y su entusiasmo, en esta ocasión se ha contado con la presencia de dos de los hijos del laureado escritor: Juan Carlos Pérez Rulfo, documentalista y cineasta; y Juan Pablo Rulfo, diseñador gráfico y artista plástico, lo que le ha dado al festival una razón de más para asistir  al festival.

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Durante los días del festejo, la comunidad ha tenido la oportunidad de disfrutar de charlas literarias, exposición de fotografías, música, teatro, danza, lectura de textos, recitales, conversatorios, conferencias, el monólogo “Pedro Páramo”, la actuación de una rondalla, de la banda de música del gobierno jalisciense, el recorrido de los murmullos y un concurso de cuento, de acuerdo con el programa publicado en redes sociales. A eso se suma que en este año, se cumplen los primeros setenta años de la publicación de “El Llano en llamas”, obra primigenia del escritor ya citado.

Hoy cierra sus actividades el Festival Cultural; no dejen de asistir.

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Dentro de este orden de ideas y en un ambiente marcadamente rulfiano, les invito a conocer un poco, acerca de la vida y obra de don Carlos Vizcaíno, el gran hacendado de Apulco, un hombre que ha pasado a la historia,hombre de corazón noble, de profunda fe católica y mejor ser humano con los empleados de la hacienda de Apulco, Tuxcacuesco, Jalisco. He aquí algunos apuntes para la historia.

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CARLOS VIZCAÍNO VARGAS, (1846-1920), nació en La Piña, municipalidad de Tonaya, Jalisco, el 2 de octubre de 1846. 

Su padre era don José Lucas Vizcayno Preciado, nacido en San Gabriel, el 18 de octubre de 1816, y su madre doña Clara de la Merced Vargas Velasco, originaria de la hacienda de San Antonio, municipio de San Gabriel, Jalisco, lugar en donde nació el 17 de agosto de 1827. 

El matrimonio Vizcaíno Vargas tuvo a los siguientes siete hijos: María Juliana, José Magdaleno, José Alejo, José de Jesús, Crecensiana y J. Cruz, todos de apellidos Vizcaíno Vargas. Don Carlos nació en segundo término.

El señor Vizcaíno Vargas, era dueño de La Piña. Se distinguió por ser hombre de gran espíritu de progreso, de gran laboriosidad y muy trabajador. En poco tiempo incrementó su patrimonio. Hombres de su envergadura quedan muy pocos.

Don Carlos Vizcaíno Vargas, 1910 fotografía del archivo familiar Vizcaíno Santana.

En el año de 1885 compró el “Rancho Apulco”, ubicado en terrenos de la hacienda de La Guadalupe, de San Gabriel, propiedad de doña Guadalupe Morett, también compró en 1888 a doña María Carmen Sofía Morett Villa los terrenos de “El Rincón de la Piña” e “Higuera Blanca” con los solares de “Los Noxtles” en la suma de $ 4,900.00 de aquellos buenos pesos. En cambio, a doña Rosa Mendoza y su hijo don Juan les vendió “La Loma de la Rosa” o “Puerta de los Chivos”.

A la muerte de don Lucas Vizcaíno, don Carlos recibió una herencia consistente en varios terrenos rústicos y mucho ganado. Sus hermanos le vendieron a don Carlos lo que a ellos les correspondía del legado de su padre. 

El personaje del que hoy nos ocupamos, tuvo la oportunidad de comprar los terrenos que le ofrecían, o de venderlos por así convenir a sus intereses; de esa manera sus propiedades y su patrimonio crecieron. Los terrenos eran importantísimos para el ganado asnal y bovino, ya que en esa época eran de gran utilidad en el transporte y la labranza. Su madre también le heredó parte de su patrimonio. 

A los veintitrés años, tuvo una hija naturalcon doña Cornelia Reinaga Galindo, hija que nació en Apulco, el 28 de agosto de 1870 a quien pusieron por nombre Agustina Viscaíno Reinaga; abuelos paternos Lucas Viscaíno y Clara Vargas; abuelos maternos José Ynés Reinaga y Ma. Refugio Galindo.  

Don Carlos, casó al civil en Tuxcacuesco, Jalisco, con Tiburcia Arias Vargas (hija de don Juan Arias y de doña Feliciana Vargas Cuevas) el 16 de mayo de 1874, y a la iglesia el 20 de abril de 1874, fueron sus padrinos don Juan Díaz Santana y doña Tomasa Jiménez.

Tuvieron como hijos a José María, Enrique, Miguel, Francisco, Ramón, que murieron muy niños; a Ygnacia, Vicente y María.

Doña Tiburcia Arias Vargas; 1910, fotografía del archivo familiar Vizcaíno Santana.

En Apulco, don Carlos se entregó al trabajo en cuerpo y alma; para él trabajar era una manera de alabar a Dios. Aquel trabajo y esfuerzo, unidos a la fe y la esperanza, pronto iban incrementando su patrimonio.

Por el rumbo de Apulco y el Llano Grande, muchas veces caminó como verdugo el guerrillero don Antonio Rojas. En sus viajes siempre andaba con sus cargamentos de dinero y en las persecuciones que le hacían los franceses dondequiera enterraba el tesoro, por los aprietos en los que se veía. Hasta nuestros días, aún se sigue hablando de los entierros de Antonio Rojas, “El Nerón de Jalisco”.

En ese rancho y sus dominios había gran escasez de agua en la época de estiaje; para resolver esos problemas don Carlos ordenó que por diferentes rumbos hicieran jagüeyes, para que en la época de lluvias se llenaran de agua. Al hacer esa tarea tenían que excavar con conchas metálicas atadas a las yuntas de bueyes. Algunas personas afirmaban que “… en esas excavaciones don Carlos encontró varios entierros de dinero”.

Don Carlos, su familia, y sus suegros don Juan Arias y doña Feliciana Vargas, se echaron el compromiso de levantar un templo dedicado a Dios. Contrataron a los mejores artífices en la construcción, albañiles, canteros, carpinteros, herreros, pintores, marmoleros, aguadores, caleros, decoradores y peones. 

En 1892 inició la construcción del templo de Apulco, de airosa figura y hermoso altar marmóreo. 

Muchos problemas tuvieron que enfrentar en dieciocho años (1892-1910) que duró la construcción; pero don Carlos se había echado el compromiso ante Dios; él era un hombre del siglo XIX, aunque con una ideología medieval. Más que interesarle sus riquezas y bienes terrenales, le preocupaba la salvación de su alma.

En el año de 1900, don Carlos Vizcaíno y su capellán el Padre Severiano Romero, emprendieron un largo viaje a la Roma. En San Gabriel abordaron el transporte que los llevó a Sayula; allí esperaron una de las diligencias del sur procedente de Zapotlán el Grande para dirigirse a Guadalajara. 

De Sayula a Guadalajara se invertía un día y medio de camino. Luego, de la capital del estado se fueron en tren a Veracruz, para embarcarse rumbo al viejo continente.

Templo y hacienda de Apulco, 2015. Fotografía: José de Jesús Guzmán Mora.

Llegó el día en que aquella obra alcanzó su fin. El templo lucía hermoso.

Lo último que se construyó fue la torre a cargo de un gran albañil al que solo le faltó el título universitario para ser un distinguido ingeniero o arquitecto.  Se llamaba Jerónimo Calvario, estaba avecindado en Colima, pero era originario de San Gabriel, Jalisco. Se tenía el proyecto de que la torre fuera una réplica de la catedral tapatía, en forma de alcatraz, pero por ciertas circunstancias no se realizó.

El 25 de junio de 1910 empezó el novenario como preparación a la solemnidad de la Virgen del Refugio, patrona de la comunidad católica de Apulco. Ese día hubo repiques de campanas y gran cantidad de cohetes fueron lanzados, anunciaban que habría fiesta en ese pintoresco pueblito y hacienda. 

Diariamente se repetía lo mismo, por las noches el rezo de la novena y el rosario. Luego el sermón del Presbítero don Guadalupe Palos, Vicario de la parroquia de San Gabriel, allí acudía mucha gente.

Lo primero de aquel día fueron las clásicas mañanitas a la Virgen, entonadas por la concurrencia acompañada de un mariachi. 

A las diez de la mañana comenzó la gran misa de función. En ese momento ya estaba abierta la puerta principal y, frente a la misma, la procesión encabezada por los clérigos. 

En el coro empezó a escucharse el armonio, el Orfeón de Ejutla, cantores y orquesta de San Gabriel y más intérpretes venidos de Colima. 

La Cruz Procesional era llevada por delante, escoltada por dos altos ciriales; luego los seminaristas que iban esparciendo incienso; enseguida los párrocos, vicarios y capellanes, junto al Excelentísimo señor Obispo caminaban los párrocos: de Autlán, era don Esteban Lara; de Tonaya, don Sixto Michel y desde luego el cura de San Gabriel don Gabino Ruiz de Velasco Castellanos, antiguo Maestro del Mitrado  Dr. don Amador Velasco y Peña, y el sacerdote maestro de ceremonias.

Por fin había llegado el día tan esperado; producía una gran felicidad a los asistentes a tal ceremonia, es seguro que quienes más satisfechos estaban eran don Carlos Vizcaíno y doña Tiburcia Aias y su familia al ver coronados sus esfuerzos y sacrificios. 

Había sido terminado el monumento levantado para honrar y alabar a la Virgen del Refugio. En esa fecha todo era felicidad. 

Unos meses después inició la Revolución Mexicana, don Carlos tuvo que abandonar Apulco y se refugió en San Gabriel junto con su familia, estableciendo temporalmente su domicilio en la céntrica Calle Zaragoza, hoy Calle Hidalgo, casa de su hija María Vizcaíno y de Cheno Pérez Rulfo.

En una manifestación de tierras firmada por don Carlos y asentada en Apulco el 15 de julio de 1911, declara que a 16 hombres les renta o lleva a medias las tierras que posee en Apulco y El Tempisque con un total de 52 yuntas, de ellas 42 en Apulco y 10 en El Tempisque. 

El 17 de septiembre de 1920, falleció de diarrea don Carlos Vizcaíno Vargas; el 27 de noviembre de 1927 murió María Vizcaíno Arias, la hija más chica de los hacendados. Los dos murieron en San Gabriel. 

Después murió doña Tiburcia Arias, el 22 de diciembre de 1935, todos fueron sepultados en San Gabriel.

La hacienda de Apulco comenzó a decaer, hasta que el reparto agrario hizo lo propio. 

Los descendientes de aquellos hacendados, especialmente su hijo Vicente, su esposa y sus nietos, pensaron que los restos de don Carlos Vizcaíno y su esposa merecían reposar para siempre en un lugar emblemático. Y qué mejor que ese sitio fuera el templo de la Virgen del Refugio de Apulco, a la que ellos habían querido, admirado y venerado tanto. Allí reposan desde 1956.

En testimonio de aquella fecha memorable, se encuentra una placa incrustada en el lado izquierdo del templo, cerca del barandal, junto al presbiterio. 

La placa dice:

                       SRES. CARLOS VIZCAINO VARGAS
                                Y ESPOSA;
                        TIBURCIA ARIAS DE VIZCAINO.
                       BENEFACTORES DE ESTE TEMPLO.
                RECUERDO DE SU HIJO, VICENTE VIZCAINO ARIAS
                              ESPOSA Y NIETOS.
                          APULCO, JAL. ENERO 3 1956.

Es cuánto, que tengan buen día.

REFERENCIAS:

GUZMÁN Mora, José de Jesús. Personajes que han forjado la historia de San Gabriel, tomo IV, 2021, inédito, incluye la biografía de don Carlos Vizcaíno Vargas.

Profesor, músico y cronista municipal, originario de San Gabriel, Jalisco.

El 1° de septiembre de 1994, recibió el nombramiento de “Cronista de la ciudad”, de manos de la autoridad municipal.

Es miembro Cofundador de la Asociación de Cronistas Municipales del Estado de Jalisco, A. C., desde el 19 de octubre de 1996.

Primer cronista vitalicio de San Gabriel, desde el 28 de julio de 2010.

En noviembre de 2011 se integró a la Asociación de Cronistas Municipales del Occidente de México, formada por Jalisco, Colima, Michoacán y Nayarit.

Con treinta y cinco años de servicio en el magisterio estatal en primaria y secundaria, es maestro jubilado desde el 1° de junio de 2011.

Ingresó como consocio a la Benemérita Sociedad de Geografía y Estadística del Estado de Jalisco, Capítulo Sur, el 15 de octubre de 2016 con el tema: “La hacienda de Nuestra Señora de Guadalupe del Salto del Agua”.

De 2009 a 2021 fue el responsable del Archivo Histórico Municipal de San Gabriel, Jalisco.

Ha publicado una treintena de libros con temas históricos, genealógicos y monográficos. Ha participado en la prensa jalisciense, en revistas locales y en programas de radio y televisión estatal, nacional y del extranjero.

Correo: cronistademipueblo1994@hotmail.com

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