Alrededor de una veintena de mujeres grullenses han comenzado sus propios huertos orgánicos, gracias a la capacitación de Rodolfo González Figueroa, impulsor y referente de la producción orgánica en La Ciénega, en el municipio vecino de El Limón.
Por: Mayra Vargas
El Grullo, Jalisco. 30 de julio de 2020. (Letra Fría) Norma Llamas tiene 51 años y es costurera en El Grullo. La situación del COVID-19 la obligó a cerrar su taller, por lo que su tiempo desde hace poco más de dos meses lo dedica a dos pequeños terrenos donde produce de manera orgánica desde maíz y frijol hasta jamaica, cebolla, papa, calabacita y a la espera de la primera cosecha de jitomate, todo libre de plaguicidas.
Aunque desde hace poco más de tres años Norma ha tenido el gusto de sembrar en sus terrenos, hace más de dos meses surgió una iniciativa de tres regidores de El Grullo, quienes buscaban promover la implementación de huertos orgánicos. Al enterarse, Norma no se lo pensó dos veces y asistió a esa convocatoria que agrupó a una veintena de mujeres principalmente, que fueron capacitadas por Rodolfo González Figueroa, impulsor y referente de la producción orgánica en La Ciénega, en el municipio vecino de El Limón.
Cada viernes, Rodolfo asiste a El Grullo, les da herramientas y explica cómo preparar la tierra, qué tipo de fertilizantes orgánicos pueden preparar ellas mismas y la importancia de la producción de los propios alimentos libres de plaguicidas, buscando también impulsar en la población la creación de este tipo de huertos.
En su primer terreno, Norma tiene una pileta donde hay carpas, cuyo excremento utiliza para fertilizar los cultivos que tiene en este primer espacio de 420 m2:
“En este espacio tenemos una pileta con carpas (peces) y su excremento lo utilizamos para fertilizar el papayo, las granadas y maíz, cualquier hortaliza que tengamos aquí, en vez de fertilizantes químicos utilizamos nada más esos. Ponemos una manguera para que succione el agua de la pileta para cambiárselas, se revuelve y entonces ya sale mezclada el agua que está saliendo hacia los cultivos”.
A lo largo del espacio se puede encontrar una cantidad considerable de planta de jamaica, papaya, higo negro y morado, maíz, frijol, entre otros que son regados con el agua de las carpas cada quince días cuando tiene la concentración necesaria y con diferentes caldos que aprendió a elaborar en las capacitaciones:
“Todo puedes consumirlo sin peligro de que tenga algún químico y lo que sí utilizamos mucho son los caldos como de azufre y de cal con ceniza que Rodo nos enseñó a utilizar. El milo maíz, que es para las gallinas y patos, se nos llenó de una plaga negra, a esta planta le estamos poniendo el caldo de jabón de lejía con ceniza, es uno de los que también nos enseñó a preparar y que nos ha funcionado muy bien para que ya se le quite esa plaga”.
También tiene patos y gallinas, a las que alimenta con maíz quebrado y cuyo excremento también es utilizado para fertilizar los diferentes cultivos:
“Se utiliza el excremento para fertilizar, lo dejamos secar, lo hacemos polvito y se lo ponemos alrededor, muy poquito a cada planta para que le ayude”.
En una de las orillas, Norma tiene una instalación que corresponde al espacio para la lombricomposta que Rodolfo les explicó cómo elaborar el viernes pasado:
“Se le puso una capa de excremento de borrego, le pusimos pasto y los desperdicios de la cocina y una capa de tierra, se tapa y lo que vaya saliendo de agua se le vuelve a echar y en 15 días dice Rodo que ya está bueno para usar el lixiviado en las plantas”.
En el segundo predio de aproximadamente 360 m2 podemos observar al ingresar, la planta de chayote y plantas de intercambio como chile piquín, jengibre, romero de guía y orégano. Más al fondo Norma explica que está por salir la cebolla cambray, junto con la zanahoria, papa, plátano, pepino, calabacita, árboles de mango, mandarina y más papaya, entre otros.
En este espacio, Norma creó una pequeña nave con malla sombra, donde decidió cultivar jitomate saladette. Con lo aprendido y compartido por Rodolfo ella espera con ansias su primera cosecha:
“A ésta nos la atacaba el pulgón y otra plaga, pero yo no lo dejaba y aquí está, ya está floreciendo. Tiene exactamente dos meses, yo creo que falta como un mes y medio para que haya producción, porque es la primera vez que voy a cosechar jitomate saladette. También tenemos chile habanero, que es lo que va en medio. Aquí a las orillas tenemos lavanda, que ayuda a ahuyentar la plaga de la mosquita y algunas otras”.
Norma reutiliza todo; cualquier cosa que encuentra le da un nuevo uso. Las botellas de plástico que la gente ve como basura ella les ve un potencial de maceta. Además, los pedazos de madera le han servido para construir de a poco sus huertos que son para autoconsumo principalmente:
“Es para autoconsumo y si viene una persona y gusta de lo que tenemos, podemos hacer intercambio o también podemos vender, que sí hemos vendido el huevo, los papayos, etc…no tenemos un punto de venta porque nada más es para la familia, pero si viene alguien y tenemos el producto podemos venderlo o intercambiar”.
Para ella, la producción orgánica tiene muchos beneficios, considera que sí existe una diferencia sustancial entre la producción en huertos familiares y las producciones a gran escala:
“Lo orgánico no crece muy grande, pero el sabor de lo orgánico es enorme, es muy grande la diferencia del sabor y cualquier persona que sepa y tenga orgánico sabe de lo que estoy hablando porque el sabor de una producción en masa es diferente. Cuando lo comes sabes que estás comiendo orgánico y sabes cuando no”.
Ella pide a las mujeres que integran el grupo en el que ella ha aprendido estas técnicas de producción orgánica, que no se desesperen, que tengan paciencia:
“Ya produciendo somos varias, porque muchas ponemos afuera de nuestra casa sin una protección y todas las plagas pues nos llegan, entonces se desilusionan y yo quisiera que vieran que si se persevera se puede alcanzar, aquí hay una pequeña muestra. Pedirles a mis compañeras que no se desilusionen, que sí se puede”.
Todavía queda algo de espacio en los terrenos de Norma. Ella ve potencial en las paredes, donde podría poner unas “escaleritas” de madera para producir lechuga. Expresa que le gusta que sus nietos vean todo esto, que tengan qué comer y además que puedan disfrutar de todo lo que hay en los huertos, con la seguridad de que los alimentos son sanos.
LL/LL
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