Por: Álvaro Díaz | Verbum Plurithema
Autlán de Navarro, Jalisco. 13 de abril de 2023. (Letra Fría).- No, una persona sea cual sea su profesión u oficio no debería salir a dar declaraciones en su momento más vulnerable, no debería exponer sus horas de mayor fragilidad y dolor, no debería verse obligada a ventilar la intimidad de un luto, de un duelo emocional sólo para saciarles el morbo del chisme a los programas y periodistas de espectáculos y al público que consume ese contenido.
Todo ser humano tiene derecho de reservar para sí mismo algunos momentos de su vida, sean de dolor o sean de gozo. Y pretender que un artista al ser «figura pública» invariablemente está obligada a ventilar toda su vida, todas sus cosas, toda su intimidad, toda su vida privada.
Y ponerse en la actitud de: «… pues es artista, es figura pública y se aguanta, el público quiere saber, eso debió pensar antes de meterse a ser artista, su obligación es decirnos…», eso, eso es tan bajo, tan deleznable, tan corriente. Tanto para la fuente como para el que lo consume.
Y es que ¿qué perfil de personas se pueden gustar en estar viendo la vida privado de otros? ¿qué perfil de personas pueden encontrar «entretenido» estar espectando la intimidad de otros, la información de otros? ¿que perfil de personas puede encontrar divertido que un momento de vulnerabilidad de alguien se vuelva un circo? Eso se llama morbo, y puede llegar a ser tan insano como cualquier perversión. Pero pues es la ley de la oferta y la demanda, si hay público que consuma esa «información» pues hay programas que precisamente a eso se van a dedicar.
Y si algunas figuras públicas sí entran por su propia voluntad en ese juego de retroalimentación del morbo y del chisme, no implica que con todos debe ser así.
Concretamente en el reciente caso de la muerte del joven hijo de la actriz Maribel Guardia, en el que ella pide encarecidamente y con toda la educación que los medios respeten esos momentos de duelo y que en su momento ella dará las declaraciones necesarias.
Pues lamentablemente fue como si les dijeran «avalancense sobre mi casa». Y tal cual como buitres ahí estuvieron, invadiendo, atosigando, abrumando, incluso lastimando. ¡Ah! pero cuando alguien con todo el derecho se defiende ante tal nivel de hostigamiento ¡se molestan y lo tachan de agresión! ¡y hasta quieren vengarse! Pues lo lograron, lograron que la la actriz, que esa mujer a la que se le acaba de morir un hijo, esa mujer con todo su dolor, con toda su pena, totalmente quebrada, saliera a exponerse frágil, destruida y vulnerable dejara el núcleo de su intimidad, de su espacio personal en esos momentos, para dar declaraciones a los medios hambrientos de verla y escucharla precisamente así. En lo personal me resulta repulsivo y repugnante.
La verdad yo no creo que haya justificación para eso, todo lo de: «… el derecho a la información… el trabajo de los periodistas… información de primera mano… noticia a la mesa… cubrir la nota…» es pura parafernalia, precisamente para justificar y para maquillar lo sucio del negocio del morbo y del chisme.
En definitiva creo que debería haber un límite ético y profesional, incluso creo que urge una legislación al respecto. No es posible que un «periodista» se escude en su trabajo profesional para cometer con toda libertad tales actos de acoso e invasión a la intimidad.
MV