Probablemente uno de los rasgos de que una sociedad está en decadencia, es en su nivel de apreciación artística.
En Latinoamérica y puntualmente en nuestro país, quedaron atrás los días en que en la educación básica se contemplaba la educación artística. Las materias que la contemplaban se fueron delegando, devaluando hasta que desaparecieron.
Bueno, tal vez haga falta refrescar un poco la importancia que tiene el arte en el desarrollo humano y la relación de éste, también con el crecimiento intelectual de las sociedades y de la humanidad misma.
Se ha devaluado tanto la educación artística, que se ha olvidado por completo y se ignora que el arte va de la mano con la ciencia, en el desarrollo evolutivo de las sociedades.
La apreciación
Actualmente, sólo los sistemas educativos de países más desarrollados y de primer mundo son los que sus sistemas de educación básica incluyen materias de educación y apreciación artística.
Aparte de que los alumnos con cualidades artísticas descubran su talento y puedan desarrollarlo académica y profesionalmente, estas materias generan en todos los estudiantes importantes capacidades cognitivas, que en definitiva ayudarán a crear adultos más cultos, más preparados, más inteligentes y con mejores oportunidades.
La enseñanza de la apreciación artística va desde asignaturas para conocer las etapas del arte en la historia, identificar autores literarios, compositores, análisis de obras artísticas, estilos y movimientos artísticos, etc.
Y pues ante la carencia de este nivel de educación, tenemos ante nosotros el nivel de las consecuencias. Ante una paupérrima o nula apreciación artística surgen y llegan a la cumbre “artistas” totalmente mediocres, sin gota mínima de talento, “pintores” que en realidad no pintan, “cantantes” que no cantan, “compositores” que copian y pegan una base musical sintética. Todos encumbrados y llevados al éxito por masas de gente, cuya capacidad cognitiva les impide tanto distinguir la calidad como exigirla.
Ya lo han dicho diferentes pensadores y autores contemporáneos y lo han dicho de diferentes maneras, Latinoamérica es un caso perdido, condenado invariablemente a su total decadencia y desaparición, desde el nivel de su política, la propia elección de sus gobiernos, hasta la elección del nivel de sus artistas.
¿Será en verdad este presagio tan dramático y oscuro?