Se trata sobre una lectura respecto del Día de Muertos en México, y la relación que pudiera tener con la realidad social de nuestro país, pasada y presente.
Lo siguiente podría no ser verdad, o no tener sentido. Pero en lo personal, por lo menos a mi, en un momento vulnerable de mi vida me pareció interesante y me invitó a la reflexión, punto y a parte de que sea real o no. Eso cada quién lo decide.
Los que creemos en temas espirituales, de energía, de vibración, de karma, de misticismo, sabemos que las personas, los objetos y los lugares transmiten y se cargan con la vibración con la que son impregnados, y esa vibración puede trascender el tiempo.
El pasado
En tierras mexicanas hubo culturas antiguas, milenarias, culturas de mucha sabiduría adelantadas en algunos temas, y al igual que en cualquier cultura en cualquier parte del mundo tuvieron religiones que, sin duda, (como cualquier religión) en su raíz eran hermosas y con propósitos nobles y trascendentes.
Pero también como cualquier religión manejada por humanos, al institucionalizarse se autocondena a corromperse, a degenerarse, a perderse en interpretaciones y en preceptos hasta llegar a cometer atrocidades en nombre de lo bueno y lo divino, y es así como las religiones perecen.
Antiguamente en estas tierras en nombre de los dioses y de las tradiciones religiosas se asesinaba a personas, se realizaban sacrificios humanos.
Por una interpretación totalmente degenerada por los humanos de «lo que a los dioses les gusta» y «lo que los dioses quieren», se perdieron miles y miles de vidas, se derramó sangre de inocentes que corría como ríos hacia la tierra impregnando el suelo con esa vibración de sacrificio físico, de dolor, de muerte.
La conquista
Posteriormente viene la conquista, invasores de tierras lejanas llegan con ciertos intereses, llegan con otra religión, religión que en su raíz también era bondadosa pero igualmente a nivel institucional corrompida. Y sucede que esta nueva religión suplanta con muerte a la muerte.
Se escandalizaron al ver los sacrificios humanos pero incurrieron en asesinatos y vejaciones para imponer su religión. Y nuevamente corrió la sangre, derramándose una vez más este suelo con sangre de inocentes.
Aparte quedan los sabios y bondadosos de la religión azteca y mexica, e igualmente aparte quedan también los sabios y bondadosos de la religión española, que por supuesto los hubo y los hay en ambos.
Pero el karma existe, y el karma fluye y cumple su misión creas o no, seas de cualquier religión, el karma cumple su espiral a cabalidad. Y el karma colectivo también existe. El decreto existe y la vibración colectiva también existe.
Día de muertos, la tradición
Y es aquí donde viene el punto «curioso» del tema de mi columna: Día de Muertos.
Sabemos que lo que decretas y repites lo estás llamando y se manifiesta, lo atraes.
Una tierra empapada por muerte, una y otra vez, y en lugar de transmutarlo hacia la conciencia de vida sigue venerando y emulando la muerte cada año en un día específico haciendo apología y alegoría de la muerte constantemente casi como un ritual una y otra vez, pues ¿Qué obtiene? obtiene muerte.
Y aunque en la inocencia y la inercia algunas personas sí distingan la diferencia entre venerar la MEMORIA de sus seres queridos desencarnados y el error de venerar a la muerte en si misma, en el inter la mayoría no distingue la diferencia y ese ejercicio se vuelve un círculo que no termina.
Ya lo han dicho de tantas maneras tantos iluminados de la vida espiritual, «la muerte no es santa y la muerte no se venera».
Generación tras generación, una revolución y otra, un gobierno y otro, un partido político y otro… y la mancha de muerte que predomina en nuestro país parece no tener fin.
Sean sacrificios humanos en un templo prehispánico, sean «indígenas paganos» quemados en la hoguera por la religión cristiana, sean «embolsados» por el narco y el crimen organizado, sean las mujeres desaparecidas, sean narcofosas, es algo latente y constante, curiosamente tan constante como la «bonita» tradición mexicana de venerar y elogiar la muerte.
Invocas muerte, obtienes muerte
Yo no lo sé, hay tradiciones que tal vez deberían de cambiar o desaparecer. Pero probablemente estoy equivocado. Y ya lo saben, yo no profeso ninguna religión.
De cada religión creo algo y de cada religión rechazo mucho.
Sí creo en Dios, en el universo, en la eternidad, en la energía y la vibración.
Esta columna no pretende ser ni un consejo ni una invitación a nada, si acaso, como lo mencioné al principio, simplemente un texto para reflexionar.
