Este miércoles, Oswi Ramos nos relata su perspectiva de la cuarentena desde el sur de Jalisco.
Por: Oswaldo Ramos López
Autlán de Navarro, Jalisco. 17 de abril de 2020. (Letra Fría) “Lo difícil está por venir”, escucho constantemente esta frase a lo largo del día. Quienes me lo dicen a veces lo hacen con la vista hacia el suelo, a veces pierden la mirada en el horizonte o me ven de frente, como esperando respuestas. El círculo más próximo me dice que las medidas del gobierno van muy bien, y después al asomarme a la calle mi vecino me comenta que “no hay un norte”, que el gobierno anda perdido y que así no se puede.
También habríamos de preguntarnos, ¿qué pasa por la mente de quienes previo a estos días de Semana Santa iban desde Jalisco rumbo a Colima o Nayarit?, o ¿por qué era imprescindible para algunas familias ir al Mercado del Mar en Zapopan en tumultos de varios cientos? Vemos que a veces ganan las medidas de protección “autorecetadas”. Basta con creer que hacemos lo correcto y salir a la calle con la protección que nos pueda otorgar un cubrebocas. Podemos entender los momentos y las dinámicas sociales y seguramente para muchas familias esta Semana Santa fue como cualquier otra y aprovechaban el momento para convivir, pero en verdad espero no nos toque lamentarnos porque no fuimos lo suficientemente responsables.
Han sido ya 30 días sin poder salir de mi pueblo, los aprovecho de tal manera que me dedico a leer temas que había dejado desde hace meses porque el tiempo no me ajustaba. Así pues, regreso al Llano en llamas de Rulfo o a La Feria de Arreola y me sigo adentrando en sus historias y sus paisajes. En fin, son mis paisanos y me tengo que poner al día con ellos. Las noticias de montones, en grupos de WhatsApp, Telegram, de seguro siempre hay algo nuevo que leer sobre el COVID-19, algunos temas muy objetivos y otros pa’qué les cuento. Así es como vivo mis días de aislamiento social, pero es imposible no salir de mi casa a dar una vuelta aunque sea rápido a la plaza de mi pueblo. La imagen se repite todas las tardes; muy pocas personas caminando, y los negocios en su mayoría cerrados, quizá esta imagen me recuerde al vecino que me dice que no hay idea para salirle a la crisis, que “no hay un norte”. Pues sí, quizá tenga razón, ¿Cómo hacerle para sacar adelante a tantos comercios pequeños?
Las noches son de leer noticias, y a veces de jugar lotería con mis sobrinitas, así el tiempo pasa más rápido y las preocupaciones quedan poquito de lado. No hay más que decir de la forma de vida en mi pueblo en medio de una pandemia. Los que no paran son los que andan a caballo que todas las mañanas suben al monte a darle vueltas al ganado, pues ellos dicen que los animales solo quieren comer, y sí, también tienen razón, ¿Qué más podemos hacer?
Las alarmas se encendieron en la región Sur, cuando el pasado 6 de abril, antes de irnos a dormir, nos damos cuenta de que en Tuxpan hay un caso confirmado de COVID-19. Allá la gente sí se resguarda y la presión es bastante para que los gobiernos municipales cierren las entradas a los pueblos, algunos buscan ser mediáticos, otros más técnicos. Pero a fin de cuentas algo se está haciendo.
Entre tantos mensajes, recibo uno de Sergio, un amigo de Tapalpa y me dice que allá si hay un efecto muy negativo, que según le cuentan sus familiares nunca se había visto, y de El Grullo ni se diga, hay dos nuevos contagios, allá seguramente las alarmas han comenzado a todo lo que da en la región Sierra de Amula.
Hace algunas semanas entre tanta desinformación y poca coordinación entre los gobiernos la incredulidad se esparcía como el maíz en tiempos de cosechas. Cuando recién nos enteramos de lo de Tuxpan los comentarios de que “no era cierto” no se hicieron esperar y pues ya vemos.
¡Vaya año! y dicen que “apenas viene lo bueno”. Es cierto, aún queda bastante camino por recorrer y en lo que estamos de acuerdo es que ya nos urge ver la luz. Todo al tiempo.
LL/LL
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