Por: Gladiola Madera
Autlán de Navarro, Jalisco. 9 de marzo de 2022. -(Letra Fría)- “Espacios seguros” es la voz que resuena entre las colectivas feministas al preguntarles sobre la conmemoración del 8M, voces que desde Casimiro Castillo, Autlán, El Grullo, La Huerta, Unión de Tvla y más municipios de las regiones Costa Sur y Sierra de Amula, en Jalisco, piden justicia, respeto y paz.
Términos como micromachismo y violencia se hacen presentes. No es de extrañar que en un país donde se contabilizan 292 mujeres asesinadas solo en enero, 75 casos investigados como feminicidios, las mujeres pidan seguridad y un alto a la violencia que nos arrebata a nuestras hijas, madres, hermanas, amigas…
Desde las regiones, donde los feminicidios no son noticia, hombres, y también mujeres, de todas las edades y estratos, cuestionan el movimiento, descalifican los intentos de crear comunidad entre mujeres, se burlan de las marchas llamándonos exageradas y se preguntan ¿Para qué el feminismo?
Cuando las mujeres que creemos en el movimiento como una forma de vida nos reunimos en marchas, charlas, veladas artísticas y espacios de diálogo, hablamos de violencias, machismos, desigualdades y acoso, no porque sean los términos encarnados en la lengua feminista, sino porque los hemos vivido en más de una forma, en la calle, en la familia, en la pareja, en la escuela, en el trabajo.
Las mujeres están hablando de diálogo, de educación, de crear conciencia desde la niñez, de eliminar roles de género. Las mujeres están hablando de derechos humanos, de romper con creencias arraigadas desde un sistema desigual, donde la “mujer es la puta y el hombre es el galán”.
Feminismo ¿para qué? Para que toda niña aprenda su valor, para que cada mujer exija el respeto que merece, para que cada madre eduque en amor, para que cada padre fomente la paz. Para que cada una de nosotras (personas) dejemos de normalizar, reproducir y permitir violencias de un sistema machista que nos jode a todas, que nos jode a todos.