David Chávez Camacho nos comparte sus reflexiones a propósito de las condonaciones del SAT a políticos y famosos durante los gobiernos de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.
Por: David Chávez Camacho
Autlán de Navarro, Jalisco. 7 de octubre de 2019. (Letra Fría) La opinión pública ha sido distraída durante muchos días con la muerte de José José y con las patéticas discusiones de sus hijos. Es una lástima, porque ha desdibujado otra muerte; la del gran historiador Miguel León-Portilla, pero sobretodo porque ha reducido a nota promedio la noticia de la lista de privilegiados por el SAT con la condonación de impuestos por 271 mil millones de pesos durante los sexenios de Felipe Calderón y de Enrique Peña Nieto, lista que incluye al mismo José José.
Uno está tentado a afirmar que tal lista revela la falta de respeto al Estado de Derecho, pero es más trágico saber que este es un entramado jurídico e institucional hecho a la carta precisamente para que tales abusos se cometan. Bien decía un poeta, quien firmaba como Arduro Suaves: “Hay que ser abogado para defenderse del Estado de Derecho”.
La lista ha puesto en duda el amor a México de personajes políticos y gubernamentales, algunos de los cuales han argumentado errores de sus contadores y el mismísimo presidente López Obrador ha tenido que esforzarse en el discurso para justificarles: “puede ser, se veía como algo normal, hay despachos que se dedican a ver cómo evadimos impuestos, cómo no cumplir con nuestras obligaciones, y hasta presumen que le ganan al SAT, que ganan tribunales”, dijo.
Las condonaciones se realizaron durante el lapso del 1 de enero de 2007 al 4 de mayo de 2015, y tienen entre sus beneficiarios indebidos a gente destacada de la política, de los deportes y del espectáculo, a instituciones financieras, organismos públicos y empresas. Entre ellos, como ya se refirió, a José José, a Paulina Rubio, a Galilea Montijo, a Juan Gabriel, a Angélica Rivera —ex esposa de Enrique Peña Nieto—, al insufrible Diego Fernández de Cevallos, a Ricardo Lavolpe, a Raúl Arias, a Cuauhtémoc Blanco, a Ana Gabriela Guevara y a Yeidckol Polevnsky.
Sin embargo, hay integrantes de tales beneficiarios aún sin conocer, amparados para que ello no ocurra, los peces más grandes económicamente. Son grandes empresarios que suelen presentarse como los promotores de la democracia, del respeto a la ley, de la generación de empleos, del orden y del amor a la patria. Hipócritas.
Por otros lados de la realidad nacional estamos los contribuyentes cautivos, sin posibilidad alguna de condonación, de clase media y baja, los empleados, los trabajadores, los que financiamos todo en este país, incluso la injusticia, el abuso y a las mismas empresas que suelen anunciarse como generadoras de empleo, es decir, buenísimas personas a las que, en su lógica, tenemos que agradecer el emplearnos, abusarnos y engañarnos. Al desequilibrio impositivo se debe agregar la estafa con las afores, que también les ha financiado.
Aquí no hay un asunto ideológico ni partidista, hay sencillamente una evidente falta de decencia entre quienes se regodean de ser los campeones de la honorabilidad. A los riquillos de México se les puede decir “muertos de hambre”, con todo y que decirlo es una generalización tremenda. El prejuicio, si se quiere percibirle así, es totalmente justificado, legítimo y debido. Muchos de ellos carecen de honor.
La buena noticia es que ahora podemos decir que, hasta cierto punto, no vivimos en el reino de la Transparencia; como es buena noticia que esta lista parcial se conozca gracias a una organización de la sociedad civil, FUNDAR, que luego de cuatro años de batalla legal la sacara a la luz pública.
LL/LL
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