Por: Alan Arenas | Cultura Volátil
Zapotlán el Grande, Jalisco. (Letra Fría).- Cuando conocí a Hiram Ruvalcaba, fue en Tuxpan en un concurso de poesía que colaboré en la organización con el ayuntamiento en turno del municipio. Él apenas había ganado lo Juegos Florales de Zapotlán el Grande en el 2011. Para ser sincero me cayó un poco mal porque venía como el “más joven de haber ganado los Juegos Florales”; en fin esa ocasión ganó el concurso de poesía (el cual solo hubo una edición).
Posteriormente coincidimos en el CUSur en la Licenciatura en Letras Hispánicas donde tuve la oportunidad de socializar un poco más con él, al grado que un día le dije “¿sabes?, me caes gordo”; Hiram soltó una tremenda carcajada y me dijo “suelo tener ese efecto con las personas” a partir de entonces ha sido mi amigo y he aprendido muchas cosas.
Parte de lo que he aprendido es la constancia y la disciplina dentro de la literatura, no por nada se ha vuelto uno de los que más premios ha obtenido en el sur de Jalisco. Pero ¿qué es lo que hace que Hiram acapare los reflectores de la literatura contemporánea del sur de nuestro Estado? Bueno, en primer lugar es una persona que se ha dedicado a educar la pluma entre talleres y libros, no es un improvisado de las letras.
Hiram Ruvalcaba (Zapotlán el Grande, México, 1988) es narrador, atlista y profesor de literatura. Actualmente estudia el Doctorado en Humanidades de la Universidad de Guadalajara. Es licenciado en Letras Hispánicas por la Universidad de Guadalajara e Ingeniero Ambiental por el Instituto Tecnológico de Ciudad Guzmán, además de maestro en Estudios de Asia y África por El Colegio de México.
Ha sido becario del Programa de Estímulos a la Creación y al Desarrollo Artístico en Jalisco en la categoría Jóvenes Creadores en 2006 y 2019 y becario del FONCA en la categoría Jóvenes Creadores en 2021. Ganador del Premio Nacional de Narrativa Mariano Azuela, en 2016, del Premio Nacional de Cuento Joven Comala, en 2018, del Premio Nacional de Crónica Joven Ricardo Garibay y el Premio Nacional de Cuento José Alvarado, en 2020, y del Premio Nacional de Cuento Agustín Yáñez, en 2021. Ha publicado los libros de cuentos El espectador (2013), Me negarás tres veces (2017), La noche sin nombre (2018), Padres sin hijos (2021), De cerca nadie es normal (2022) y el libro de crónicas Los niños del agua (2021).
Tiene el don del escritor, ese que tiene que ver a 360 grados para observar su entorno y plasmarlo en sus textos. Pero sobre todo es un cuidadoso de la palabra escrita – no por nada Hugo Gutiérrez Vega le prologó El espectador, uno de sus libros – se ha vuelto un artesano del cuento.
Hiram no es una artista de las letras porque los artistas dejan un pedazo de ego en sus obras, mientras que los artesanos dejan un pedazo de su alma en cada creación haciéndolas únicas, y así son los libros de Hiram, libros únicos que nos llevan desde la parte más oscura de los personajes hasta sus dudas existenciales y no solo de ellos, también del lector.
Ejemplo es su libro La noche sin nombre (2018) donde pone al lector a dudar de ciertos aspectos éticos de la vida diaria, o te traslada de manera empática a los zapatos de aquellos que han sufrido no solo los daños de la violencia en nuestro país, sino también de la burocracia que existe.
Cuando yo leí este libro, estaba escribiendo un cuento sobre las desaparecidas en nuestro país. Solo bastó leer “Blanco como porcelana” para dejar de escribir mi cuento y darme cuenta que Hiram estaba en otro nivel, al grado que terminé llorando después de leerlo, le marqué para decirle lo bueno que es escribiendo. Bien dicen que no hay nada nuevo para escribir, solo hay formas nuevas de hacerlo e Hiram lo ha entendido a la perfección. Por eso es un artesano, sabe bien qué poner en cada uno de los cuentos que él escribe.
MV
