Por: Néstor Daniel Santos Figueroa
El Grullo, Jalisco. 11 de enero de 2022. (Letra Fría).- Las fiestas populares, o bien, las ferias y carnavales, enmarcadas dentro de las tradiciones, son una muestra característica de la cultura de una sociedad y, por lo tanto, de su identidad. Representan una pausa anual ante el avance de la globalización y homogeneidad cultural, un momento en el que las personas vuelven a aquello que les hace sentirse parte de su comunidad.
Esto no significa que dichas tradiciones permanezcan estáticas, al contrario, cambian y adquieren nuevas dinámicas con el paso del tiempo, pues las sociedades no permanecen aisladas y la interacción de sus miembros con otros individuos y contextos pueden aportarles nuevos elementos, siempre y cuando no alteren lo esencial de aquello que las identifica.
En cuanto a la feria del mes de enero en El Grullo, ésta tiene todas las características del resto de las fiestas populares de la región: colorido, música regional, espectáculos taurinos, bailes, espectáculos y conciertos, comida y bebida tradicional, entre otras. Estos han sido los elementos que han perdurado en el tiempo. Por otro lado, la organización de las mismas ha seguido prácticamente el mismo modelo: un comité ciudadano se da a la tarea de planear los eventos de carácter oficial, como las presentaciones de música y baile folclórico y moderno en el foro de la explanada del jardín, las serenatas de la banda municipal, y la elección de la reina de las fiestas. Por su parte, la iniciativa privada se ocupa de los recibimientos, bailes, presentaciones de grupos y cantantes, peleas de gallos, jaripeos y corridas de toros.
Hace cinco años se incorporó un nuevo elemento a la Feria, el cual significó un paso al frente en cuanto a la oferta de alternativas de entretenimiento y recreación: el pabellón cultural. Un total acierto en varios sentidos, desde darle al arte un lugar digno dentro de la Feria, hasta la reivindicación de la Antigua Presidencia Municipal como un foro cultural entrañable, un verdadero elemento de la identidad grullense. Su existencia es necesaria y valiosa, es claro que su destino es crecer y consolidarse año con año.
En su quinta edición, el pabellón cultural da señales de vitalidad, con una diversidad de actividades y autores, tanto locales como foráneos, de probada calidad y trayectoria. No es tarea fácil estar al frente de este tipo de proyectos, implica batallar contra el pesimismo y la apatía e indiferencia institucional, la burocracia cultural y la desvalorización del arte y los artistas. Tomar la responsabilidad y lograr un programa tan nutrido como el de este año merece, sin duda, un aplauso de pie.
MV
