Por: Néstor Daniel Santos Figueroa
El Grullo, Jalisco. 06 de abril de 2022. (Letra Fría) La ciudad de El Grullo está ubicada en un valle. Se divide en colonias, distribuidas, a su vez, en sectores. Posee una plaza principal llamada “Ramón Corona” cuya construcción inició en 1910. Ahí se estableció en 1969 el quiosco que posee en la actualidad, el cual, a manera de columnas, tiene ocho musas, o, mejor dicho, una musa, Érato, reproducida ocho veces. Algunas personas las definen como cariátides. Este quiosco reemplazó al de 1928, que tenía un estilo clásico.
La población tiene para su recreación la Alameda Hidalgo. Ésta fue parte del proyecto de formar una colonia de obreros en el sur del casco de la hacienda del Zacate Grullo. También cuenta con una unidad deportiva, un auditorio multiusos, la plaza de toros, varias canchas de futbol, una de béisbol, dos bibliotecas, el museo municipal, el centro cultural regional, algunos parques pequeños y un vasto campo, arroyos y el mismo río Ayuquila para los paseos. Existieron dos cines, tres discotecas y sobreviven dos grandes casinos para fiestas y bailes públicos.
El Grullo comparte características con otras comunidades mestizas del país, pero también posee particularidades. El territorio, el trabajo, los cultivos, la comida, la religión y el comercio son elementos que han dado pie a gustos, tradiciones, orgullos y rutinas. La vida diaria de El Grullo ha transcurrido a lo largo de más de cien años en torno a la agricultura y más recientemente al comercio. La rutina de cientos de personas en ese municipio inicia con sus labores en una de estas dos actividades económicas.
Las pláticas en los lugares públicos, las preocupaciones sobre el sustento, el quehacer cotidiano dentro de las casas, son acciones en las que estas actividades están presentes. Además, han sido motivo del crecimiento poblacional del municipio y su cabecera. La primera por atraer trabajadores desde distintos lugares del país debido a la buena producción de melones, jitomates y caña de azúcar, sucesivamente. Algunos son jornaleros que siguen su migración hacia distintas regiones, pero otros se han quedado para trabajar en las tierras de El Grullo, o en las instalaciones del ingenio, a pesar de que las condiciones de vida de la mayor parte de la gente que trabaja en el campo sean miserables. El comercio también ha atraído inmigrantes, pues la cabecera del municipio se ha consolidado como un mercado importante para muchos productos. Hay personas que se mudaron de otras localidades y estados para establecer ahí su negocio.
Hay algunos alimentos tradicionales en El Grullo que, aunque no son privativos de ahí están muy arraigados. Las marinas de cacahuate, las tortas de garbanza, el agua de raíz, las lechuguillas y las bolas de maíz son alimentos demandados por grullenses y visitantes. También poseen platos originales como las enchiladas pequeñas elaboradas con carne molida y bañadas en salsa de tomate.
Entre las aficiones deportivas más generalizadas están las del fútbol y el béisbol. Cada domingo hay partidos en la unidad deportiva.
Aunque algo disminuida, aún se conserva la tradición dominical de dar vueltas alrededor del kiosco.
Otra costumbre es la de fabricar globos con papel de china y engrudo y hacerlos volar con aire caliente. Este pasatiempo le ha valido a la localidad el mote de “Pueblo globero”.
El vínculo con la tierra se construye a lo largo de la vida, en esa existencia diaria donde cada persona vuelve familiar el entorno físico y social de un pueblo. Sin perder la individualidad, compartir el espacio implica tener una historia en común; ser partícipe de ciertos ritos, celebraciones y tradiciones; coincidir en gustos culinarios y musicales, comprender un lenguaje local oscuro para los fuereños, otorgar al entorno y a las cosas un significado comprensible colectivamente.
Al igual que en cada rincón del mundo, la gente de El Grullo se siente arraigada por su tierra. Como explica Gilberto Giménez, el territorio, como espacio apropiado, es el marco obligado de fenómenos como el arraigo, el apego, el sentimiento de pertenencia socioterritorial, la movilidad, la migración y la globalización. El territorio de El Grullo es para sus habitantes el lugar donde viven y vive su familia, donde realizan sus actividades de trabajo y recreación, donde establecen y refuerzan relaciones sociales, donde crecen y aprenden, donde comen y descansan, donde compran y usan un sinfín de productos.
Desde los últimos años del siglo XX, El Grullo formó su imagen actual. Sus pobladores han sido testigos de la transformación de su campo, del crecimiento comercial, de la urbanización y de la llegada de nuevos servicios, bienes y tecnologías. Durante más de cien años se ha formado una cultura local vinculada al campo, la religión, las divergencias políticas, el cooperativismo, el comercio, la música, el deporte, las fiestas y la convivencia vecinal. Cuidar de esa identidad, de esos espacios, de esa vida cotidiana, es una labor colectiva, encabezada por las autoridades.
MA/MA
Queda prohibida la reproducción total o parcial. El contenido es propiedad de Letra Fría.
