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La grúa

Jorge Martínez Ibarra nos comparte una crónica sobre la descompostura de su auto y todo lo que tuvo que pasar para que llegara una grúa a auxiliarlo.

Foto: Cortesía

La cena había estado fabulosa: rica comida, buena bebida y charla interesante, ¿qué más podíamos pedir?. En el traslado a casa, decidí parar a cargar gasolina pues la camioneta ya indicaba tal necesidad. Recordaba los consejos de un camarada mecánico: “el marcador de combustible nunca debe bajar de un cuarto pues si no se corre el riesgo de que la bomba de gasolina se fuerce y deje de funcionar”. Sonreí.

Definitivamente era un conductor precavido, pues la aguja justo indicaba un poco más de la cuarta parte de la capacidad total. Me estacioné a un costado de la bomba de gasolina mientras el despachador se acercaba al vehículo, abría la tapa del depósito y preguntaba ¿cuánto?. Le indiqué la cantidad exacta e inició el proceso. Después de unos minutos finalizó, cerró el tapón y procedió con el cobro.

Hasta ahí, todo bien. Giré la llave del encendido…y el vehículo se negó a obedecer, emitiendo únicamente el sonido previo a la marcha. Qué raro –pensé- si veníamos bien. Lo intenté de nuevo y el mismo tono catastrófico. Llamé telefónicamente al mecánico para pedir su ayuda.

El sonido ambiente evidenciaba una fiesta familiar y su tono de voz el poco interés en involucrarse en la resolución de un problema técnico un sábado por la noche. “Métele la pata hasta el fondo y mantenla así, tiene que encender” fue el consejo a la distancia mientras se despedía amablemente. Seguí sus instrucciones con infructuosos resultados. Un empleado del establecimiento se acercó solícito para apoyarnos…a mover el vehículo, pues ya estaba estorbando el acceso a otros clientes.

Lo empujamos un poco más adelante, a media cuadra de distancia. Tratamos de entender qué había pasado. Posiblemente la gasolina tenía sedimentos que habían obstruido el filtro o la bomba de gasolina estaba a punto de fenecer y escogió esa hora y ese lugar para jugarnos una mala broma. Decidimos dejar a la camioneta castigada por su mal comportamiento y regresar al otro día, esperando hubiese ya entrado en razón. Lo siguiente fue intentar conseguir un taxi. Imposible.

Los que respondían vía telefónica nos dejaban con la esperanza de que enviarían un vehículo (lo cual nunca sucedió) y los que observábamos pasar ya estaban ocupados o se dirigían a algún domicilio, pues ni siquiera nos prestaban atención. La Feria estaba en su mayor apogeo y todos los carros de peaje estaban allá.

La solución fue llamar a la familia. Mi hermano presto se dirigió a nuestro rescate y gracias a él pudimos llegar a casa sin contratiempos. Al día siguiente, domingo por la mañana, regresé al lugar de los hechos. La camioneta seguía ahí (afortunadamente). Le hablé con amor prometiéndole mayores cuidados pero aun así se negó a encender. Opté entonces por marcar a la Aseguradora. Me contestó una maquinal voz diciéndome que era mi Asistente Virtual y que le explicase con detalle lo sucedido.

Me sentí como Sarah Connor hablándole a Terminator…y esperando una respuesta lógica. En tres ocasiones mi maquinal interlocutora terminó la charla informándome que sus ejecutivos estaban ocupados y que esperara en línea. El candente sol hacía que mi paciencia jugara carreras con el sudor.

Al cuarto intento logré entablar una breve conversación con un ejecutivo humano quien me otorgó un número de folio con la intención de darle seguimiento a la solicitud de una grúa para llevar el vehículo al taller. La indicación fue que el servicio de asistencia vial se comunicaría a la brevedad para acordar los detalles del traslado. Falso como moneda de tres pesos.

Después de media hora y otras tres tentativas telefónicas para contactar a algún ejecutivo, decidí hacer una pausa. Me dirigí al puesto de comida frente a mí donde dos tacos de chamorro y un agua de jamaica hicieron que mi desasosiego mermara un poco.

Entre mordida y mordida, entablé conversación con otro comensal dueño de una juguetona y curiosa perra pastor holandés llamada Luna. Mientras ella olfateaba mis botas con insistencia, él me comentaba acerca de su proceso de encuentro. Emotiva historia. Nos despedimos y yo regresé al punto de encuentro.

Decidí enviar otro mensaje a mi Asistenta Virtual quejándome de la falta de seguimiento mi problema. Su electrónica respuesta fue: “ ¡Ay! algo salió mal. Si lo deseas, puedes comunicarte telefónicamente con uno de nuestros asesores”, enseguida, añadió “¿te gustaría dejarme algún comentario para mejorar”. Consideré que era aún temprano para comenzar a decir improperios por WhatsApp, así que decidí esperar.

Finalmente, llegó la grúa. Movimos el auto, lo encadenaron como castigo a su desobediencia y lo comenzaron a subir lentamente hacia la plataforma. El chófer me hizo un lugar en la cabina y comenzamos el recorrido hacia el taller, mientras le comentaba entre afirmación y pregunta “mucho trabajo hoy, ¿no?, pues tardaron en llegar “. Hizo una pausa y me contestó: “no patrón, usted es el primer servicio, el día está muy flojo”. No pude evitar recordar a Will Smith en su papel del Detective del Departamento de Policía de Chicago en “Yo,  Robot” cuando maldecía a los autómatas.

Después de un breve recorrido llegamos al taller, abierto solamente para recibir al auto insubordinado. Lo colocaron a un costado de un autobús de transporte de personal en proceso de compostura y comenzaron a revisarlo. Después de varias pruebas, surgió el veredicto: “efectivamente se dañó la bomba de la gasolina, hay que cambiarla”. Agradecí a Édgar el favor de recibirnos en domingo.

Salí de ahí preguntándome cómo viene el mundo, mientras una parte de mi mente visualizaba un futuro altamente tecnológico. Lo único que pude acertar a pensar fue: “¡pinches máquinas!” mientras un escalofrío me recorría la espalda.

grúa

Profesor e Investigador del Centro Universitario del Sur de la Universidad de Guadalajara. Productor audiovisual. Apasionado de los viajes, la fotografía, los animales, la buena lectura, el café y las charlas interesantes.
Columnista en Letra Fría.
Correo: [email protected]

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