POR MARCO ANTONIO LÓPEZ, NAYELI VALENCIA, SCARLETT LINDERO, ABRAHAM RUBIO Y JUAN LUIS GARCÍA / AGUAMALA
PARTE 1 DE 3
Justina Zamarripa Contreras, mamá de Jessica Silva Zamarripa, conserva el mechón de cabello que le cortó a su hija durante su velorio. Tiene olor a formol, dice, pero es el único recuerdo físico que queda de ella.
Ha pasado poco más de un año desde la noche del 8 de septiembre de 2020 en que un agente de la Guardia Nacional (GN) disparó por detrás a la camioneta en la que iban ella y su esposo Jaime Torres, un agricultor que renta nogaleras para trabajarlas en Delicias, Chihuahua, en el norte de México.
Ambos volvían victoriosos de la presa La Boquilla (Camargo, Chihuahua) tras días de protesta por el conflicto del agua entre el Gobierno Federal y agricultores del estado. Tomaron la presa y expulsaron a los elementos de GN.
Esa noche, a la altura de Delicias, Jessica y Jaime se encontraron con un vehículo con la leyenda “sin agua no hay vida” custodiado por dos camionetas de la GN, donde llevaban a tres manifestantes detenidos.
Jaime maniobró para meterse al mismo camino en una camioneta Ford F-250 guinda, pero al verlo, una unidad de la GN se posicionó por detrás y un elemento les disparó en por lo menos dos ocasiones.
Jaime sintió calor y su pecho mojado. Vio la sangre y sintiendo que se ahogaba alcanzó a escuchar que Jessica le dijo: “te dispararon”. Cuando volteó a verla, la vio como si dormía.