Rieleras y juanes, la violencia y encono que hay en el mundo y que ahora llama la atención en Los Ángeles, la segunda ciudad donde se concentra un mayor número de mexicanas y mexicanos después de la capital de nuestro país, nos hace pensar acerca del contexto que ha llevado a que las personas se manifiesten en su libre derecho de exponer sus ideas y otras personas, incluidas las que ostentan poder, aprovechen el descontento social para generar un caos y obtener beneficios.
Sabemos los motivos del descontento y la manifestación: las deportaciones masivas que se dan en un contexto de amenazas desde el periodo de las campañas del actual presidente de Estados Unidos, en un evidente encuentro de las fuerzas políticas que coinciden en California.
Republicanos que aprueban el discurso xenofóbico y su trasfondo separatista y demócratas, que en ese estado han prevalecido históricamente, y han integrado en su vida cotidiana al 70 por ciento de su población de origen latino, mayoritariamente mexicano.
Las narrativas
Los mensajes de la narrativa amenazadora y violenta del presidente estadounidense, los hechos de deportaciones masivas –por ejemplo, este martes detuvieron a 75 migrantes en Nebraska- que buscan el cumplimiento de la promesa de campaña de deportar un millón de migrantes en este primer año, además de las serias posibilidades de gravar las remesas, han sido un caldo de cultivo en el que el fuego constante de temor social ha generado un hervor esperado y hasta lógico en más de un sentido.
Y es que no solamente se han dado manifestaciones en Los Ángeles, también se han hecho presentes en otras partes de aquél país, sin embargo, la escalada del envío de militares por orden ejecutiva de Trump solo ha sido en la ciudad californiana, en un despliegue a todas luces atractivo para el escenario de pugna política con aspiraciones de sometimiento, más que de diálogo y negociación, que procura el presidente… y sus seguidores le admiran.
Los medios
El caos es limitado a unas partes del centro de Los Ángeles, y quienes han saqueado negocios y hecho pintas no son personas migrantes, como han reportado periodistas locales en medios mexicanos. Sin embargo, los reportes de algunos medios y emisores de redes sociales de Estados Unidos que mezclan manifestantes enarbolando la bandera mexicana, seguido por tomas editadas de los disturbios, llevan a pensar a la audiencia que los migrantes generan tales actos. Algo que para el presidente Trump es conveniente.
Los periodistas en Los Ángeles en su labor de acercamiento al suceso han dado evidencias de que las personas migrantes no se manifiestan. Ellos y ellas están en sus casas, ocultos o salen trabajar con discreción por la latente amenaza de su deportación. Quienes lo hacen son sus hijos e hijas, nacidos en aquel país, que al hablar con los profesionales de la información hacen patente el sino de inhumanidad en la aplicación de medidas de expulsión, y que ellos y ellas viven de cerca con el miedo de perder a sus familiares.
Los y las periodistas muestran estas historias que dan posibilidad de un mayor acercamiento a la problemática y han establecido en sus relatos cómo no son personas latinas –una disculpa por la repetición, es necesaria- las protagonistas de los actos de saqueo, esto es una muestra patente de que la labor periodística comprometida con la verdad hace evidentes los claroscuros de una realidad crítica, injusta y que por lo mismo merece ser conocida por todos nosotros.
