“Triste cosa es ver campos, un día cultivados y prósperos, exhibir ahora sus descarnados esqueletos en muda protesta contra el vandalismo del hombre”: Extracto de Muchos Méxicos de L.B. Simpson.
Por: Esther Armenta León.
Zapotlán El Grande, Jalisco. 12 de junio de 2018. (Letra Fría).-Don José Luis Orozco Sánchez no sabe por qué, pero asegura ha que los aguacates del sur de Jalisco son mejores a los de Michoacán. Duda y piensa que tal vez la tierra de aquí es mejor, o quizá los suelos del estado vecino ya perdieron sus propiedades de tanto explotarlo; porque ellos, los aguacateros, eso hacen: “exprimen, se enriquecen y van a buscar otro lugar“, dice.
Allá dónde el nevado de Colima planta sus faldas, se mezclan altos pinos con sembradíos de aguacate. Es El Fresnito, Jalisco, un pueblo que surgió de una revolución por las tierras, pertenece a Ciudad Guzmán y cultiva la duda de don José Luis.
El Parque Nacional Nevado de Colima es un Área Natural Protegida desde 2009, cuando Emilio González Márquez encabezaba el gobierno estatal. Una superficie de 7 mil 213.04 hectáreas fueron consideradas zona protegida con la finalidad de proteger, conservar y restaurar el ecosistema y así, brindar una plena convivencia de la población con el medio ambiente: “El Plan Estatal de Desarrollo Jalisco 2030, establece como objetivo estratégico; lograr el desarrollo sustentable a través de la prevención y el combate a la contaminación ambiental, la promoción de la conservación y el uso racional de los recursos naturales”, se lee en el considerando VII de la promulgación y aunque la declaración permanece, es incierto si se logrará su objetivo.
En la actualidad, esta zona se ve
amenazada debido a las prácticas agrícolas mal empleadas que derivan en:
contaminación de suelos, uso irracional de los recursos naturales y expansión
irregular de la agricultura en los campos que solían ser terreno forestal.
El “oro verde“, como actualmente se le llama al aguacate, ha conquistado las
tierras de cultivo en la región; sus hojas se extienden de El Fresnito, la
tierra de Don José Luis, hasta la fría sierra de Tapalpa.
Su padre era agricultor, el prefirió dedicarse al comercio, hasta hace 5 años, cuando decidió plantar en la tierra que le fue heredada, 170 árboles de aguacate. Don José Luis quiere llegar a los 300 para exportar a Estados Unidos, porque dice, allá pagan mejor:
Casi todos le tiran a los dólares porque hasta la misma gente que viene de allá nos dice –nosotros compramos un aguacatito de 100 gramos hasta en 3 o 4 dólares.
A Orozco Sánchez le resulta imposible sembrar el dinero que los aguacateros hacen con la tierra, “porque los que tienen los medios son ellos, el acceso ilimitado al agua lo tienen ellos y uno se queda aquí”, pero no piensa en seguirles los paso para obtener la misma cantidad de frutos, sino en la tierra que le dejarán cuando las grandes empresas decidan irse. Cree que el paisaje boscoso que hoy cubre a El Fresnito, en unos años se habrá convertido en un panorama de suelos áridos y desgastados, “porque se están acabando los manantiales subterráneos. Es muchísimo el pozo que están perforando para mantener los cultivos de aguacate”.
Antes de ser de sus habitantes, el valle ya tenía propietario, frutos como el zapote, tejocote y guayabas dominaban su extensión. Cuando sus primeros pobladores llegaron le dieron el nombre de Tzapotlán «lugar de frutos dulces y redondos», gracias a la diversidad de arboles frutales que había; pero antes de ser Tzapotlán, fue Tlayólan: “tierra donde abunda el maíz”. En la actualidad, sería oportuno buscar un nuevo nombre para la ciudad porque sus campos ya no lucen zapotes ni maíz.
En 2007, los campos aún se pintaban
de amarrillo, era el maíz la razón de aquel paisaje, hoy, el aguacate lidera el
color de la práctica agrícola. Luego de su exitosa introducción en la zona, el
incremento de oportunidades laborales estatales y nacionales en la región no
esperaron; el desarrollo económico de la región aumentó y con ello la
incertidumbre de algunos pobladores por saber si el ecosistema resistirá el
crecimiento agrícola.
Lejos del bullicio de la ciudad, se escucha correr el agua en la tierra y las
voces de los hombres mezcladas con el silencio del campo. Lejos del bullicio,
vigilando la ciudad, se alzan los cerros y en ellos reposan las tierras
fértiles de Zapotlán el Grande.
Cuando el maíz dejó de ser el cultivo en las parcelas, otras prácticas también dejaron de ser, la ganadería, por ejemplo: “Las tierras de maíz ahora son aguacate y el ganadero ya no tiene a donde meter su ganado. Venden sus vacas y ahora las tierras o las cultivan o las rentan a aguacateras o invernaderos”, narra don José Luis.
Aproximadamente 1,900 hectáreas han cambiado de uso de suelo, ahora están destinadas a la producción de aguacate, de acuerdo con Carlos Alberto Garma, director de medio ambiente y desarrollo sustentable de Zapotlán el Grande.
“Compraron monte para hacer papel”
La superficie territorial de
Zapotlán el Grande es de 29 mil 529 hectáreas, de las cuales 26 mil 387 se
mantienen en uso productivo, de acuerdo con el Diagnóstico Documental y
Estadístico del documento Ciudad Productiva elaborado por el Ayuntamiento. Para
2014, 12 mil 988.10 eran cultivos de aguacate, 3,950.00 de maíz y 1,558 de
berries.
En Zapotlán, son 12 las empresas que lideran la producción de aguacate.
Los números intentan mantener el control del crecimiento agroindustrial, sin
embargo, su trabajo es en vano: “Actualmente hay bastante lagunas legales que
no permiten acotar esa regulación”, menciona Alberto Garma.
En la portada de un periódico digital, un hombre con chaleco color café anuncia ser trabajador de la PROFEPA, al fondo, arboles de aguacates rodeados de pinos son acompañados por un letrero en letras rojas para informar la clausura del terreno. El 21 de noviembre del 2017, la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente clausuró dos predios en Zapotlán el Grande debido a que no contaban con las autorizaciones correspondientes para realizar el cambio de uso de suelo.
En Ciudad Guzmán existen 4,000 has de aguacate sin autorización de cambio de uso del suelo, según la información del Programa de Ordenamiento Ecológico del Municipio de Zapotlán El Grande: “Nosotros producimos, cortamos el aguacate y empacamos, pero la frontera no está legalmente abierta para Jalisco. El aguacate se exporta como si Guzmán ni siquiera lo produjera”, explica Rodolfo Espinoza Preciado, coordinador de Desarrollo Económico de Zapotlán el Grande, para determinar por qué no hay un control sobre el cambio de uso de suelo. Añade que la mayoría de las empresas están registradas en Michoacán y como resultado el gobierno municipal no tiene control de ellas.
Para el Director de Medio Ambiente, Alberto Garma, la posibilidad de mejorar la agricultura local se ve limitada cuando hay que dirigirse a “instancias de orden estatal o federal para proceder”, y entonces es necesario esperar. Puntualiza que su labor a nivel municipal es lograr que las actividades productivas se desarrollen en el marco de la legalidad, que los agricultores cuenten con sus licencias municipales. Explica que la existencia de lagunas legales se generan por la falta de atención de los legisladores: “Casi todos los reglamentos y normal mexicanas en manejo ambiental tienen una fecha de vigencia de los 80´s y 90´s”, detalla.
“Compraron monte para hacer papel”. La seriedad de sus palabras cortan de pronto la quietud, don José Luis no está enfadado, está preocupado. El paraíso frondoso de El Fresnito cambió sus árboles por billetes antes de que llegaran las aguacateras, fue con la apertura de la empresa papelera Atenquique que se encuentra a 20km de El Fresnito, denuncia don José Luis: Muchas personas vendieron montes y talaron árboles, se extinguió mucha fauna y se derribó flora. Sacaron permisos de forma clandestina y se terminaron los bosques. Eso cambió las prácticas, tiempo después comenzó la apertura del bosque para cultivar, añade.
Se habla del impacto ambiental como si de un canto popular se tratara, todos lo saben. No hay pausas para explicar lo que se hace mal, sociedad civil e instituciones gubernamentales hablan con tal fluidez que uno termina por aceptar el daño. En la página 19 del Programa de Ordenamiento Ecológico del Municipio de Zapotlán El Grande, se lee: “al realizar este tipo de actividades en consecuencia se genera un alto impacto en el medio ambiente”, principalmente por la extracción de agua que no es devuelta a los mantos, seguido de la contaminación del agua y los suelos, debido a que “son impactados con el uso de agroquímicos que aplican los productores de manera irresponsable y poco sustentable”. Pese a ello, Zapotlán El Grande apuesta por el incremento agropecuario.
El agua
Son aproximadamente las 5:00 pm. Los cerros ya se pintan de tonalidades cálidas, los niños realizan un ritual de risas por las calles y don José Luis carga su tanque con agua para llevarlo a lo alto del cerro. Al llegar, la deposita en una membrana de 25 mil litros que le serán suficientes para regar su huerta durante 1 mes. Cada árbol consume de 40 a 60 litros de agua por semana, 160 a 240 por mes. Para sacar su cosecha, se provee de agua que le venden en Ciudad Guzmán; 20mil litros por 2mil pesos.
A diferencia de los agricultores
con gran extensión de terreno, don José Luis debe acarrear porque el lugar en
donde tiene su cultivo no cuenta con acceso al agua.
Tierra fértil y acceso a mantos acuíferos es lo que ha llevado al éxito a
muchos agricultores. Hay huertas con hasta 10 mil árboles de aguacate. Contar
con acceso a esta riqueza natural, en definitiva, marca la diferencia y el
camino al éxito en la industria, aunque su conquista sea fruto de procesos
ilegales.
La perforación de pozos para obtener agua es, con frecuencia, la principal preocupación de autoridades y pobladores, debido a que al igual que el cambio de uso de suelo, sucede de forma irregular.
Actualmente la cuenca que abastece a Cd. Guzmán presenta un déficit de 20 millones de metros cúbicos. No sabe si hubo una prevención para cambiar las prácticas, “pero actualmente valdría la pena generar los estudios necesarios para identificar qué actividades pueden seguir realizándose y cuáles necesitan detenerse”, reconoce el Director de Medio Ambiente.
“Nos dejarán una tierra desértica”
Caras distintas a la fisionomía de la gente de nuestra región y una lengua que desconocemos nos incitan a observarlos en las calles. Son personas de Chiapas, Guerrero, Veracruz y estados del sur. Están aquí para trabajar.
El crecimiento económico de la ciudad no es por la comercialización de los productos agrícolas, sino, por la derrama económica a partir de la migración laboral, el turismo de negocios y la oferta de servicios como consecuencia del crecimiento agrícola. De acuerdo al Instituto de Información Estadística y Geográfica del Estado de Jalisco (IIEG), para marzo de 2017, Ciudad Guzmán contaba con 6 mil 667 unidades económicas de las cuales el 44.8% pertenece a servicios, 43.6% comercios, industria 11.5% y tan solo el 0.1% a la agricultura.
El Director de Fomento Agropecuario, Octavio Nuño Maciel, identifica como principal beneficio de la agroindustria, la derrama laboral por mano de obra. Se registran 11 mil trabajadores por año, aproximadamente. Respecto a las desventajas, el funcionario dice no identificarlas porque lo único que hay por hacer es “trabajar a la par con el ayuntamiento para que se generen los bienes para los trabajadores”.
Don José Luis y Octavio Nuño, tienen discursos distintos, pero hay algo en lo que coinciden: generación de empleos. Para Octavio representan el crecimiento de la ciudad, para José Luis la oportunidad de mejorar condiciones de vida: “En empleos, es como se queda el dinero aquí. Hay mucho trabajo en la región, mal pagado tal vez pero de algo y nada pos’ yo creo tiene algo rescatable“, termina por explicar Orozco Sánchez.
Respecto a la tierra, opina distinto, para él, la mayor desventaja es el futuro: Lo que creemos, es que nos dejarán una tierra desértica, árida, ojalá no sea así pero la explotación que le están haciendo de agua a la tierra es muchísima, la están dejando sin humedad porque es mucha agua la que le están sacando“, lamenta. A los pobladores de El Fresnito les duele el por venir de su territorio luego de un pasado lleno de trabajo, yo creo la mayoría de las tierras tienen una historia de sangre y la nuestra no es la excepción, hubo gente que murió y ahora son otros quienes se benefician de ello, dice con pesar don José Luis.
AJEM