Rieleras y juanes, los procesos electorales siguen su rumbo y luego de conteos y reconteos, de entregas de constancias de mayoría a las personas electas, sigue quedando un sabor de temas pendientes a resolver por parte de quienes están al frente de las diferentes instancias de gobierno y poderes.
Al gobernador electo Pablo Lemus, luego de su charla con el gobernador de Jalisco en funciones Enrique Alfaro, en la que contento y animado le dijo que será un gobernador como él, vale la pena recordarle los pendientes del estilo de gobierno de Alfaro Ramírez, quien no supo controlar sus arranques de violencia verbal con una clara impericia política en su relación con los y las periodistas.
Así como las evidencias de abuso de poder en repetidas ocasiones, empezando por el trato a los universitarios que manifestaron su inconformidad respecto de la ineficacia para brindar seguridad a la población y terminando con el grave incidente de intimidación política en contra del diputado electo del distrito 11, Tonatiuh Bravo Padilla, a quien se le intentó impedir que acudiera a recoger su constancia de mayoría con la intervención de policías de Guadalajara, argumentando que el vehículo, propiedad de Bravo Padilla, tenía reporte de robo. Un montaje que no prosperó, pero sí dejó signos evidentes de persecución política.
A la presidenta electa Claudia Sheinbaum, le deseo que le vaya bien porque quiero que a todo México nos lleguen mejores tiempos. Sin embargo, hay también muchos pendientes.
De uno solamente hablaré en este espacio y me refiero al sistema de salud pública de nuestro país.
En menos de un mes, he sabido de primera mano de tres casos de negligencia médica al dar atención de urgencia a personas en el municipio que habito que es Zapotlán el Grande.
Los tres acudieron a pedir la atención que les corresponde y terminaron dejando la sala de urgencias del IMSS porque no había cirujano o porque las instalaciones no contaban con los elementos necesarios para la atención. Los tres tuvieron que gestionar atención oportuna por su cuenta, a costa de sus bolsillos o producto de un favor especial.
En los tres casos la derechohabiencia resultó inútil y derivó en una pérdida de tiempo valioso en términos de preservación de la salud y la vida y echar mano de recursos económicos que no se tenían contemplados. Nadie murió, pero en los tres casos, hubo posibilidad de ello.
Aquí entonces se habla de dos pendientes primordiales, seguridad y salud, pero que no se podrán solventar sin la resolución de un tercer tema que nos quedan a deber a todos en México: la voluntad y una buena actitud política.