Por: Pie de Página | Alianza De Medios
España. 17 de noviembre 2022 (Letra Fría) .- Si algo ha demostrado la historia es que la conmoción del ser humano por el sufrimiento de sus iguales es selectiva. Cuando no se produce, suele deberse a la ignorancia, al desconocimiento de la situación y, fundamentalmente, a la deshumanización hacia el colectivo que lo padece, la falta de empatía de unas personas hacia sus congéneres con quienes han roto el vínculo de humanidad que les une.
En ambos se ampara el Estado violador de derechos humanos y el autor de graves crímenes internacionales. En algunas ocasiones, incluso conduce a sus ciudadanos hacia el camino de la deshumanización como parte de su plan premeditado para la comisión de los mismos. En otras, esta simplemente contribuye de forma espontánea y natural a la indiferencia y, con ella, a la impunidad de las violaciones cometidas.
El 2 de diciembre de 2010 Qatar logró la sede del Mundial de Fútbol 2022, con 14 votos de 22 posibles, derrocando inesperadamente a la gran favorita: Estados Unidos. No fue más que el inicio de una sucesión de polémicas.
Su designación se tiñó de sospecha. La revista France Football destapó lo que denominó “Qtargate”, un enjambre de prácticas corruptas que habrían logrado cambiar el sentido del voto de, entre otros, el entonces presidente de la UEFA, Michel Platini, a cambio de la compra del Paris Saint Germain por los cataríes y una serie de arreglos acordados con el propio presidente de la República francesa en aquel momento, Nicolas Sarkozy.
El cambio histórico de fecha de celebración o la ausencia de infraestructuras no pareció ser un impedimento. Y aún menos, evidentemente, la situación de los derechos humanos en este país.
La ciudad de Lusail como símbolo
La construcción desde la nada y en el desierto de la sede del mundial, la ciudad de Lusail, simboliza el esfuerzo de Qatar por proyectar una imagen internacional impactante y mostrarse como una gran potencia económica.
Sin embargo, una gran cantidad de obras imprescindibles para cumplir el compromiso adquirido, la presión del plazo y las condiciones climáticas en un Estado que sistemáticamente viola los derechos de las personas no constituían un buen presagio.
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