Por: Jesús D. Medina García | Simpatía por el débil
Autlán, Jalisco.- Hace varios días académicos del Centro Universitario de la Costa Sur (CUCSUR) asistimos al Congreso Nacional de Investigación Aplicada al Turismo que organizó la Secretaría de Turismo (SECTUR), la Universidad la Salle y el gobierno del estado de Oaxaca. En este tipo de eventos siempre se aprende.
En lo personal, las ponencias y presentaciones de libros a las que asistí me permitieron identificar algunas de las tendencias del turismo tanto a nivel nacional como internacional y cómo y qué realizan las instituciones educativas para subsanar los diversos rezagos que la pandemia dejó.
El programa se diseñó con la finalidad de que los asistentes tuviésemos oportunidad de conocer y disfrutar parte de su basto patrimonio cultural.
Cabe señalar que en esta región del país la cultura prehispánica se manifiesta con una fuerte presencia ya sea en su gastronomía, artesanías, zonas arqueológicas, lenguas, tradiciones, entre otras cosas.
Mesoamérica y los habitantes de las nubes: Monte Albán
Aún podemos percibir la grandeza de las culturas mixteca y zapoteca en la impresionante zona arqueológica llamada por los españoles Monte Albán.
“El nombre antiguo de esta ciudad fundada por los zapotecas a finales del Preclásico Tardío es objeto de discusiones. Se sabe, en cambio, que los mexicas llamaron a la ciudad Oselotepek, que en náhuatl significa Monte Jaguar o Monte del Jaguar, de oselotl – jaguar, y tepek – monte o cerro…”
“y que traducido al zapoteco resulta en Dani Beedxe, de dani – monte, y beedxe – jaguar; aunque al parecer los zapotecos también conocieron la ciudad con el nombre de Dani Baán.”.
“Los mixtecos, en cambio, llamaron a la ciudad Yukú Kuììn, del mixteco yukú – monte, y kuììn – jaguar”.
“El nombre castellano de Monte Albán fue dado por los españoles en la conquista por la similitud del paisaje con los montes Albanos en Italia”.
No había muchos visitantes, algunos grupos de extranjeros y connacionales, familias.
Un anciano mixteco, se me acercó a venderme “caritas”, le dije que era arqueólogo, y que podía identificar bien si no eran originales, sacó como tres de otra bolsita. Gradualmente fuimos rompiendo el hielo vendedor-turista, a los diez minutos éramos dos tipos platicando amistosamente de los problemas de la región, de las yerbas y sus usos. A lo lejos se veía “una serpiente”, un camino en medio de la sierra:
“¿Ve esa culebra allá en medio? Une a doce comunidades, allá no entran los soldados… nosotros nos cuidamos, el presidente Obrador nos hizo ese camino, y también nos puso escuelas y mandó maestros, bajamos al valle a vender nuestras artesanías, frutas, yerbas para curar, epazote para el estómago y así…también hongos…
Tenemos dos clínicas donde vacunan pero nuestras parteras viejas enseñan a las muchachas y así con ellas nacen los chamacos…
yo nunca quise irme a Estados Unidos, casi todo el año tenemos fiestas de la Virgen, de San José, de San Isidro… hacemos buen mezcal y otras bebidas que no se conocen en el valle… soy danzante también…
y enseño a los chiquillos… tenemos chivitos, puerquitos, gallinas, perros, gatos, guajolotes, burros…. viera qué caros se están poniendo los burros….
Inevitable evitar mi asombro, entendí lo que para esos mexicanos significa un camino, una humilde escuela, un burro… la devoción por sus tradiciones y también cómo perciben a AMLO.
Nos despedimos amistosamente, nunca nos volveremos a ver. Tan lejos tan cerca el uno del otro.
Me le “pegué” a un grupo para escuchar la explicación del guía quien enfático decía:
“Aquí el daño lo hicieron los frailes, nos impusieron su catecismo y le dieron en la torre a nuestras creencias, los soldados españoles no hicieron daño, Hernán Cortés trajo muchos avances de Europa“…
Los turistas tooodooo le creían… me daban ganas de intervenir, pero me quedé con las ganas.
La conquista espiritual. Llegan los españoles
En el centro histórico que está clasificado como patrimonio de la humanidad por la UNESCO, la arquitectura colonial es un fiel testimonio del mestizaje que ahí se generó desde el siglo XVI con la llegada de los españoles.
Destaca el templo barroco de Santo Domingo, por su historia e impresionante belleza en su interior, todo decorado con lámina de oro. A diferencia de lo que hoy es Jalisco, incluyendo Autlán; no fueron los franciscanos quienes evangelizaron a los “naturales”, ahí fueron los dominicos y ello se refleja en los métodos que utilizaron para esa evangelización, así como en los diversos estilos arquitectónicos y estéticos en general.
A la entrada de Santo Domingo existen “guías” que ofrecen sus servicios a los visitantes, la mayoría son mujeres y hombres de edad avanzada y mucha habilidad para ser contratados, yo sí acudí a uno de ellos, y me dio una verdadera cátedra de la iconografía e historia del precioso recinto, todas las preguntas me las respondió, con datos exactos y anécdotas que difícilmente veremos en algún libro.
Me despedí de él agradecido, le extendí un billete de 50 pesos, – no señor, son 150- me dijo con amable firmeza. Me pareció caro el precio en primera instancia, pero después pensé en él, en los agradables momentos únicos e irrepetibles que me había brindado, así que le completé la cuota.
Sólo a manera de despedida le dije:
– oiga señor, sería bueno que antes de hacer el recorrido le dijera a los visitantes el costo de su trabajo-
-pues antes sí lo hacía, pero luego a muchos se les hacía caro y ya no me contrataban… mejor al final…y discúlpeme que lo deje, pero esa familia que va llegando ya me había dicho que después de comer harían el recorrido y mire… ahí están y son 8…
– otros 150, muy buenos – le dije
– no señor, son 150 por cabeza… yo cobro por persona no por grupo-
La omnipresencia de Toledo
Francisco Toledo (1940-2019)
A un costado de Santo Domingo se encuentra la casa del gran maestro Toledo, su principal perfil sería de artista plástico, pintor, multipremiado, escultor, artesano, promotor cultural, activista defensor del patrimonio y gran ser humano.
Desde antes de morir ya había habilitado varios espacios de la finca y creó una biblioteca especializada en arte, así como el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO).
El inmueble cuenta con cinco salas de exhibición, tres de biblioteca, un patio central decorado con bellas plantas y el café del IAGO, con servicio de cafetería y restaurante especializado en platillos típicos de la gastronomía oaxaqueña. La casa fue donada al Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) por la familia Toledo, con el propósito de difundir el arte y exhibir la colección gráfica que el maestro Francisco Toledo comenzaba a formar y aloja una de las colecciones de artes gráficas más importantes de Latinoamérica.
The New York Times escribió que Toledo era considerado por muchos como “el artista vivo más grande de México, quien podía trazar su ascendencia hasta los zapotecas que florecieron antes de la conquista española en el siglo XVI en lo que hoy es el estado sureño de Oaxaca. Sus pinturas, dibujos, grabados, collages, textiles y cerámicas estuvieron fuertemente inspirados en esa herencia”.
Se podría decir muchísimo de este pintor, pero a quien le interese es fácil obtener más información, yo me quedo con la imagen de este artista, desaliñado, rebelde, activista (se opuso a que instalaran un McDonald en el centro histórico, luchó junto a comunidades zapotecas, mixtecas ante las injusticias del sistema).
Evoco una anécdota personal, hace varios lustros acudí con mi hija Eva a conocer la casa de Toledo, y estábamos sentados en una banquetita del interior, cuando la niña me dice:
– Papá, papá se metió un indigente al museo–
–¡Ya quisiera ser ese indigente hija, ése hombre de huaraches, calzón de manta y cabello hirsuto es el dueño de todo esto… él es Francisco Toledo!
Patio Interior ( internet)
Toledo es la síntesis del mestizaje, esa tarde había una reunión de jóvenes activistas de diversas comunidades, el objetivo era analizar su plan de trabajo anual, se presentaban primero en su lengua y posteriormente ya en “castilla”, alegres, formales, responsables me dio muchísimo gusto constatar que el trabajo de Toledo ahí estaba… creo que no necesito pormenorizar.
Pero lo que me sacudió la conciencia fue observar ya por la noche a un par de niños no mayores de 10 años, pintando en la calle, en la plaza principal y vendían cada obra en 20 pesos. Imposible separar a esos pequeños pintores mestizos de la grandeza Mixteco – Zapoteca, del poderío español y del trabajo del maestro Toledo. Un artista que no se arrugaba ante las injusticias ni declinaba en su ideología ante el despotismo.
Le compré una obra a Gabriel, me la dedicó, ya cuelga en un muro de la casa, en Autlán, enmarcada, “museografiada”, amada.
“para mi amigo Chuy”
- No sé [si el arte puede transformar a la sociedad]. Creo que el arte enriquece a la gente. Da, le abre mundos; cambiar en el sentido de que nos haga mejores el arte, ahí sí no creo, no sé... Pero bueno, creo que el que haya bibliotecas, exposiciones, conciertos, poesía, todo esto enriquece a la gente y es bueno para la gente sensible..."
Francisco Toledo