Obispo Rafael Sandoval: «¿Quiénes somos nosotros para juzgar?»

El obispo de la Diócesis de Autlán, Rafael Sandoval, retomó la historia del Nuevo Testamento que describe el encuentro entre Jesús y la mujer sorprendida en adulterio, en el evangelio de Juan. Al respecto, cuestionó a la comunidad católica sobre el acto de juzgar los errores del prójimo, e invitó a perdonar en el nombre del amor. "Díganme, ¿Quiénes somos nosotros para juzgar?"

Obispo de la Diócesis de Autlán, Rafael Sandoval. (Foto: Esther Armenta León)

Por: Vianney Martínez Pérez

Autlán de Navarro, Jalisco. 03 de marzo de 2022.-(Letra Fría) Durante la homilía del domingo, previo a siete días de Semana Santa, el obispo de la Diócesis de Autlán, Rafael Sandoval, reflexionó en la catedral de la Santísima Trinidad, a razón de la historia del Nuevo Testamento que retrata el encuentro entre Jesús y la mujer sorprendida en adulterio, el cual se narra en el Evangelio de Juan.

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El prelado comenzó su análisis del evangelio definiendo que, «el descernimiento no es seguir las reglas al pie de la letra, más bien es preguntarse qué haría Jesús en esta situación», así, prosiguió con una pregunta a los asistentes: «¿Cuántas veces juzgamos a la gente sin preguntarnos qué haría Jesús en nuestro lugar?»

El relato del encuentro entre Jesús y María Magdalena, cuenta el suceso que tuvo el mesías luego de permanecer orando en el Monte de los Olivos, ubicado en el Valle de Cedrón. Tras trasladarse a Jerusalén, Jesús se encuentra con los escribas y fariseos, quienes con la intención de perjudicar e inculpar a este le presentan una mujer, la misma fue descrita como «adultera» al ser sorprendida cometiendo adulterio. Los hombres cuestionan a Jesús sobre cómo castigarla, de acuerdo a la entonces Ley de Moisés, era necesario aventarle piedras a cualquier mujer que ejecutara este pecado, pero con una sentencia, Jesús proclama: «quien esté libre de culpa, que tire la primera piedra», evitando la ejecución de María Magdalena.

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En su homilía, Rafael Sandoval, describe metafóricamente este pasaje como tres «corazones»: El corazón de los fariseos, que es duro; el de la mujer, que se encuentra pisoteado; y, un corazón bueno e inocente, que representa a Cristo:

«El amor de Jesús se inclina, ¿Cuántas veces por tener corazón de piedra juzgamos a los demás? ¿A cuál se parece tu corazón?, cuestionó al respecto el obispo.

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¿Quiénes somos nosotros para juzgar?

El prelado se adentró en el tema que corresponde al cumplimiento de las reglas en diferentes aspectos de la vida, recalcando que era necesario hacer cumplir el orden, pero que también es indispensable analizar con qué dureza se aplica el peso de esta hacia las personas que serán juzgadas: «Díganme, ¿Quiénes somos nosotros para juzgar?«

Sandoval enfatizó que el acto de juzgar recae en un pecado, pues que todas las personas merecen respeto y perdón. Al respecto el mismo comentó:

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«Dios no tiene problema contigo, quien lo tiene eres tú. No hagas daño, no peques más. Dios perdona haciendo a la criatura nueva con base al amor, no juzgándola», dijo el sacerdote.

Finalmente concluyó recalcando que «el pecado nos deshumaniza y le corresponde a Dios transformarnos».

A continuación, el evangelio comentado por el obispo, Rafael Sandoval:

Evangelio según Juan (Jn 8, 1-11)

En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos y al amanecer se presentó de nuevo en el templo, donde la multitud se le acercaba; y él, sentado entre ellos, les enseñaba.

Entonces los escribas y fariseos le llevaron a una mujer sorprendida en adulterio, y poniéndola frente a él, le dijeron: “Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés nos manda en la ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú que dices?”

Le preguntaban esto para ponerle una trampa y poder acusarlo. Pero Jesús se agachó y se puso a escribir en el suelo con el dedo. Como insistían en su pregunta, se incorporó y les dijo: “Aquel de ustedes que no tenga pecado, que le tire la primera piedra”. Se volvió a agachar y siguió escribiendo en el suelo.

Al oír aquellas palabras, los acusadores comenzaron a escabullirse uno tras otro, empezando por los más viejos, hasta que dejaron solos a Jesús y a la mujer, que estaba de pie, junto a él.

Entonces Jesús se enderezó y le preguntó: “Mujer, ¿Dónde están los que te acusaban? ¿Nadie te ha condenado?” Ella le contestó: “Nadie, Señor”. Y Jesús le dijo: “Tampoco yo te condeno. Vete y ya no vuelvas a pecar”.

Edición: Carmen Aggi Cabrera

Queda prohibida la reproducción total o parcial. El contenido es propiedad de Letra Fría.

Estudiante de la licenciatura en periodismo en el Centro Universitario del Sur, de la Universidad de Guadalajara, con afinidad al periodismo narrativo, de derechos humanos y fotoperiodismo. Corresponsal de Letra Fría en proceso electoral 2021.

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