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Presbítero y doctor Don Salvador Apodaca y Loreto, promotor de la parroquia de San Gabriel

Dr. Don Salvador Apodaca y Loreto. (Foto: Especial)

Por José de Jesús Guzmán Mora, Cronista de San Gabriel, Jalisco.

MONS. DR. DON SALVADOR APODACA Y LORETO 1769-1844, PROMOTOR DE 

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LA PARROQUIA GABRIELENSE.

En el Archivo Parroquial de la iglesia de El Sagrario, de Guadalajara, Jalisco, aparece la siguiente fe de bautismo, cortesía del Ing. don Raúl Rivera Bernal.

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APYSA

AL MARGEN: SALVADOR FAUSTO RAFAEL, hijo leg(ít)imo.

DENTRO. En Guadalaxara en veinteinueve de dic(iembr)e de mil se(tecien)tos sesenta y nueve  a(ño)s, Yo el B(achille)r D(o)n Antto. J(ose)ph Lozano, Teniente de Cura Baptize, y puse los S(an)tos oleos; á Salvador Fausto Raphael, espa(ño)l, nasió el día veinteisinco del corriente, hijo legítimo de Dn. Juachin Eusthachio de Apodaca y de D(oñ)a  Raphaela Loreto, y Peres; fue su madrina D(oñ)a Ant(onie)ta Rosa de Apodaca; le adverti la cognacion espirit(ua)l y su obliga(ci)ón y lo firme. 

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Cuipala

Anttº Jph. Lozano (Rúbrica).

Así pues, con el acta anterior se deduce que don Salvador Apodaca y Loreto, nació el 25 de diciembre de 1769 en Guadalajara, Jalisco; fue bautizado el día 29 del mismo mes, con el nombre de Salvador Fausto Raphael, recibiendo las aguas bautismales de manos del Padre don Antonio Joseph Lozano, fue hijo de don Joaquín Eustaquio de Apodaca y de doña Rafaela Loreto y Pérez.

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Desde su juventud abrazó la carrera literaria y en el Colegio Seminario de su natal ciudad estudió Gramática, Retórica y Filosofía; ahí mismo cursó las cátedras de Teología Escolástica, Moral y Escritura; recibió en la Universidad de Guadalajara el grado de Bachiller en Filosofía y estudió un curso de Cánones. 

Con estos estudios y la vida ordenada que llevaba, fijó su atención en el sacerdocio y recibió los sagrados órdenes a la edad de 24 años, en Durango, el 27 de abril de 1794, debido a que en ese momento estaba vacante el Obispado Tapatío. 

Desempeñó diversos destinos sacerdotales; su primer nombramiento fue en la lejana parroquia de Mazapil, Zacatecas, revistiéndose con espíritu de caridad y pobreza que siempre le caracterizaron.

Cerca de dos años llevaba en Mazapil cuando recibió en 1796 del Cabildo de Guadalajara,  una honrosa distinción,  ya que lo nombró Maestro Primero de Sagradas Ceremonias de la Santa Iglesia Catedral, al mismo tiempo administraba los Santos Sacramentos en la parroquia de El Sagrario. El 14 de febrero de 1799 obtuvo en la Universidad Tapatía el grado de Licenciado en Teología y el 3 de marzo inmediato la borla de Doctor en la propia facultad. 

En 1800 inició su carrera de cura de almas, que ejerció por espacio de 38 años, y en la que desarrolló la caridad evangélica y el amor al prójimo de que estaba poseído. Durante ese tiempo sirvió en las parroquias del Sur de Jalisco: Zapotitlán, Tuxcacuesco, Sayula y en Mascota, en donde su máxima preocupación era hacer el bien a sus feligreses, trabajar sin descanso para ministrarles toda clase de auxilios espirituales. En estos cuatro curatos que regenteó, realizó bienes y mejoras de gran consideración, ya que fueron atendidos sus escasos recursos y dejó recuerdos imborrables de sus relevantes virtudes. 

Como cura en Zapotitlán, hoy de Vadillo, (7 de noviembre de 1800 a  4 de febrero de 1803), estableció a sus expensas la primera escuela que hubo en el lugar, proporcionando a los niños todo lo necesario para su instrucción y concluyó la edificación de la iglesia estableciendo el sagrado depósito que antes no lo había.  

A la parroquia de Tuxcacuesco, llegó el 13 de febrero de 1803 y en abril del mismo año, estableció la Vicaría o Ayuda de parroquia del pueblo de San Gabriel, siendo el Padre  José María Covarrubias el primer Sacerdote residente; en 1814 el pueblo gabrielense se erigió en Curato y apoyó para los gastos de la nueva parroquia, proporcionando con ello que los gabrielenses tuvieran los auxilios espirituales de que habían carecido.

En el propio Tuxcacuesco, reconstruyó y dio mayor extensión a las casas curales; a consecuencia de los temblores del año de 1806, la Iglesia parroquial fue derribada y construyó otra nueva alentando con su ejemplo a los feligreses, transportando él mismo los materiales para la gran obra. 

Durante los años de 1809 a 1813, promovió con muchísimos esfuerzos y grandes penalidades de sus opositores, que se dividiera su parroquia de Tuxcacuesco para que se erigiera la nueva de San Gabriel, lugar en donde ya tenía su residencia. 

Sin haber saboreado las mieles de su trabajo en favor de la erección de la parroquia gabrielense, partió a un nuevo curato. Dejó como párroco interino en Tuxcacuesco a Fr. Francisco de Barreda y como último Vicario en San Gabriel al Padre Juan José Paniagua. 

En Mascota se estableció en febrero de 1814, ahí adornó el templo dedicado a la Virgen de los Dolores y mejoró considerablemente el culto. 

Dr. Don Salvador Apodaca y Loreto. (Foto: Especial)

 A Sayula arribó el 11 de diciembre de 1818; en donde reconstruyó el templo parroquial, aumentó y mejoró su ornamentación y vasos sagrados, construyó una habitación para tres ministros; en 1821 reconstruyó de su peculio sin pedir un centavo al pueblo, la iglesia de San Roque; reparó la cañería que conducía el agua a la población,  y por último, durante la visita del ilustrísimo Obispo Dr. don José Miguel Gordoa, en 1832,  cedió a la fábrica de la parroquia sayulense los $14,800.00 que se le debían en la construcción de la misma; puso en práctica que los domingos los niños visitaran a los presos; hizo el bien sin ostentación de ninguna especie; vivía como el más pobre de sus feligreses, comía frugalmente. 

En 1831, fue autorizado para hacer confirmaciones en todo el rumbo del sur de Guadalajara; salía del curato de Sayula, sin preparativos ni comodidades de ninguna clase, montado en una mula, y acompañado de un mozo que lo guiaba para ir a desempeñar esta honrosa comisión que se le había confiado, llegaba a los pueblos sin hacerse anunciar, no le gustaba ser recibido con aquellas demostraciones públicas que causaran gastos a los pobres. En todas las poblaciones que estuvo, dejó los más tiernos y gratos recuerdos de la humildad, pobreza y desinterés con que desempeñaba sus sublimes funciones, siempre fue un ministro virtuoso. 

En abril de 1838 renunció a la parroquia sayulense ingresando como Prebendado en el Cabildo Tapatío y posteriormente sirvió en la Canonjía Lectoral que obtuvo por oposición, en 1841. En esta ciudad solo se le veía en la iglesia, desempeñando puntualmente sus sublimes funciones, a las que no faltó un solo día en los cinco años que fue Canónigo y en la Cátedra de Moral que atendía en el Colegio Seminario, cuya dotación no quiso recibir, por el contrario, destinó esos recursos económicos a beneficio de la misma institución. 

Gracias a sus méritos se hizo merecedor a la silla episcopal de Monterrey. El 29 de enero de 1843, fue preconizado como el 7° Obispo de Linares, Nuevo León, habiendo sido consagrado el 24 de septiembre del mismo año en Guadalajara. 

A sus 74 años, dijo adiós a los tapatíos, dejando todos los recuerdos de su juventud, debía emprender un largo viaje de doscientas leguas, y establecerse en un lugar con los rigores del clima extremoso; montado en su mula inicia el viaje el 23 de octubre, acompañado de un Eclesiástico de la Diócesis guadalajarense. 

El día 11 de enero de 1844 hizo su arribo a Monterrey, después de más de dos meses de camino; durante sus cinco meses de estadía en Linares, Nuevo León, (11 de enero de 1844 al 15 de junio del mismo), logró atender a toda hora y sin ningún ceremonial a quienes acudían en busca de consuelo, de sus consejos, o a manifestarle sus necesidades.

De los doscientos cincuenta pesos que recibía mensualmente por su encomienda, doscientos eran invertidos en el Hospital de los Pobres, en el Colegio Seminario y en limosnas, sobrevivía con los cincuenta pesos restantes, demostrando humildad y pobreza; al hospital acudía diariamente con el propósito de prodigar consuelo a los enfermos, ahí aumentó el número de camas y las dotó de todos los útiles necesarios. En el seminario aumentó el número de becas, cubrió dos canonjías e hizo la provisión de algunos curatos.

Debilitado por la vida sobria que llevaba, con su edad ya avanzada y afectado por los rigores del clima, contrajo mortal enfermedad que lo llevó al sepulcro el 15 de junio de 1844.  Está sepultado en la catedral de Monterrey, Nuevo León. La Universidad de Guadalajara, lo incluye en la nómina de universitarios distinguidos, junto a otros grandes personajes. En memoria de su noble labor, el 31 de marzo de 1851 el Congreso del Estado de Nuevo León, dio su nombre a la antigua Hacienda de San Francisco, nombrándola Villa de Apodaca, hoy ciudad de Apodaca, Nuevo León; también una gran cantidad de instituciones, un fraccionamiento y un colegio, perpetúan su imborrable recuerdo. 

San Gabriel, y la región del sur de Jalisco,  tienen una gran deuda moral con el Dr. don Salvador Apodaca y Loreto, pues a él se debe la promoción y creación de la –hoy- bicentenaria parroquia.

REFERENCIAS:

GUZMÁN Mora, José de Jesús; La parroquia de San Gabriel Arcángel, en su glorioso bicentenario 1814-2014; Talleres gráficos de Imprexos de Zapotlán El Grande, Jalisco. Año de edición 2014.

Profesor, músico y cronista municipal, originario de San Gabriel, Jalisco.

El 1° de septiembre de 1994, recibió el nombramiento de “Cronista de la ciudad”, de manos de la autoridad municipal.

Es miembro Cofundador de la Asociación de Cronistas Municipales del Estado de Jalisco, A. C., desde el 19 de octubre de 1996.

Primer cronista vitalicio de San Gabriel, desde el 28 de julio de 2010.

En noviembre de 2011 se integró a la Asociación de Cronistas Municipales del Occidente de México, formada por Jalisco, Colima, Michoacán y Nayarit.

Con treinta y cinco años de servicio en el magisterio estatal en primaria y secundaria, es maestro jubilado desde el 1° de junio de 2011.

Ingresó como consocio a la Benemérita Sociedad de Geografía y Estadística del Estado de Jalisco, Capítulo Sur, el 15 de octubre de 2016 con el tema: “La hacienda de Nuestra Señora de Guadalupe del Salto del Agua”.

De 2009 a 2021 fue el responsable del Archivo Histórico Municipal de San Gabriel, Jalisco.

Ha publicado una treintena de libros con temas históricos, genealógicos y monográficos. Ha participado en la prensa jalisciense, en revistas locales y en programas de radio y televisión estatal, nacional y del extranjero.

Correo: cronistademipueblo1994@hotmail.com

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