Por: Lagos Post
Por: Manuel Covarrubias
Guadalajara, Jalisco. 04 de marzo de 2023. (Letra Fría).- Ángel Christian Luna Alfaro es un académico y profesor investigador de la Universidad de Guadalajara, Doctor en Historia y Etnohistoria por la Escuela Nacional de Antropología e Historia, especializado en nuevas masculinidades, género, sexualidad y poder. Con el 14 de febrero que acaba de pasar, es necesario desmitificar el amor romántico y ser conscientes de la forma en que amamos y queremos ser amados.
P- ¿Qué es el amor romántico?
R-El amor romántico es un escenario mítico, que consiste en que, a partir de ese mito, que es a su vez, práctica y pensamiento, se cree que todo tiene un final feliz. En ese escenario se vale someter, violentar, quitar y apoderarse, porque, al final, la idea es que, no importa que tan raspado salgas de una relación amorosa, al final siempre habrá un final feliz.
El amor romántico, podríamos considerarlo como una creencia fantástica en la que una práctica como esa nos llevara siempre a tener buenos resultados y evitaremos visualizar que hay retos y hay problemas que también se deben atender con la razón. Es esa falsa idea, me atrevería a aseverar, de que todo a partir de los sentimientos podrá lograrse y podrá trascender.
P- ¿Cómo nos afecta el amor romántico?
R- Bueno, el problema principal es el montón de violencias y escenarios de ejercicio del poder en los que, sobre todo las mujeres, salimos dañados. Me viene a la mente, por ejemplo, en estas fechas en que esta próximo el catorce de febrero, y entonces llegarán estos famosos soldados caídos, gente que declara su amor y que tiene la expectativa de que, a partir de presión social, la damisela en cuestión tendrá que aceptar ese amor simplemente porque el otro la ama. En ese escenario el amor romántico precisamente, plantea que, aquel hombre que es rechazado, debe ser respetado por haber hecho una expresión de amor público. Esto es una manera de presionar, una forma de comprometer a otra persona, porque la idea del amor romántico, también sugiere que, tarde o temprano, la persona que rechaza el amor de alguien, se dará cuenta de lo que perdió: un caballero que ofreció su corazón puro, digamos.
Si comenzamos a discutir y a pensar las implicaciones sociales que tiene el amor y, sobre todo, el amor romántico, quizá podríamos comenzar a bajarle algunas rayitas a la obligación que tienen que asumir, principalmente las compañeras, de tener que aguantar vatos nomás porque se les ocurrió amarlas. Eso es algo que parece sencillo pero que, tal vez, podría acercarnos a tener un mundo diferente, en el que, ni un hombre tenga que sentirse un soldado caído y una mujer tenga que comprometerse con alguien solo porque el otro la ama.
P- ¿Qué hay después del amor romántico?
R- Bueno, podríamos tener un amor más horizontal, en donde la gente comience a entender, por ejemplo, que no siempre los amores tienen que estar juntos, o que las personas podemos comenzar a amar de formas más libres, incluso teniendo hijos. Por ejemplo, una pareja que está casada por todas las leyes y cada cual vive en distinta casa. Se ven una o dos veces al mes, y han aprendido a ejercer el amor de una forma no tradicional. Luego la gente, siguiendo el mito del amor, dice que el amor de lejos es amor de tres, o de pendejos, pero creo que la madurez tendría que llevarnos a considerar que la gente puede amar de otras formas. En ese escenario incluso podríamos cuestionarnos el papel de la monogamia en un entorno social como el nuestro, o incluso, la heterosexualidad.
Erróneamente creemos que el amor tiene que ver con penetración o con experiencias coitales. En cambio, creo que cuestionar los mitos del amor romántico nos lleva a ser más dinámicos, flexibles y creativos en algo que puede trascender más allá de estar viviendo en un cuento de hadas. Podemos hacer una sociedad más sana liberándonos de estos mitos. Un amor que no condicione, que no demande ciertas circunstancias que generan violencias, ya que, en ocasiones, las personas no podemos cumplir con lo que demanda el mito. Por ejemplo, el amar para siempre a la persona o que jamás se enojará con el ser amado. Eso no es cierto, la gente tiene el derecho de separarse y de sentir enojo, o de tener otras formas de relacionarse. Hay que animarnos a experimentar estas circunstancias, que no tienen que ver, necesariamente, con identidades de género. Es esencial que la gente llegue a procesos de libertad y de flexibilidad al momento de amar, y de decidir cómo queremos ser amados o amadas.
Este contenido fue publicado en Lagos Post medio integrante de la Red Macollo.
