Este miércoles, Lulú Cano reflexiona en torno al caso Lozoya y cómo es que sus acusaciones se han convertido en un evento primordialmente mediático en el que el proceso judicial pareciera quedar en segundo plano.
Por: Lourdes Cano Vázquez
Autlán de Navarro, Jalisco. 26 de agosto de 2020. (Letra Fría) Afirmar que la denuncia de Emilio Lozoya es el caso más grande contra la corrupción en la historia del país es esperar demasiado. Esto ni siquiera ha llegado a ser un caso judicial firme, ¿cómo podremos saber si es un auténtico ejercicio de justicia contra la corrupción? Cuando los señalados, incluido el propio Lozoya (que hasta el día de hoy no conoce una cárcel mexicana), tengan una sentencia condenatoria y pisen la cárcel, todo lo que estamos viendo ahora no es más que un espectáculo, de los más corrientes y de mal gusto.
Mientras de un lado celebran las denuncias del exdirector de Pemex y dan su palabra como un hecho, por el otro, palabras han sobrado para desmentir y tratar de salir de ese reflector. Poco falta para que Lozoya señale a su propia madre, como si cada nombre que le cause satisfacción escuchar al presidente en cada declaración le represente un peldaño más para salir de la porquería donde se encuentra.
La corrupción por el caso Oderbrecht ha recorrido toda América Latina y ha arrastrado nombres tan fuertes como el del propio Lula Da Silva, pero a México pareciera que su efecto será más bien político y mediático, no judicial.
Es muy pronto para cantar victoria y decir que se combate a la corrupción de manera auténtica, no estamos ni cerca de eso cuando cada día nos enteramos de un videoescándalo nuevo y del contraataque de la otra parte al día siguiente; sólo estamos descubriendo que sin importar de qué lado estén, todos tienen trapos sucios que sacar a relucir, aunque a unos les llamen sobornos y a otros aportaciones.
Todo me hace pensar que ni Videgaray ni Peña y mucho menos Calderón serán siquiera llamados a declarar; en todo este circo, mis expectativas en el caso son prácticamente nulas, pero sólo el tiempo y los procesos judiciales dirán si era algo más que un espectáculo en vista a las elecciones intermedias o no.
LL/LL
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