Lourdes Cano Vázquez | Realidad Alterna
Guadalajara, Jalisco. 16 de septiembre de 2022. (Letra Fría).- Por allá hacia finales del año 2017, el entonces Senador por Morena y ahora dirigente nacional del partido Mario Delgado, se manifestaba fervientemente contra la Ley de Seguridad Interior, iniciativa del expresidente Peña; dejar al ejército en las calles -sostenía- era permitir que la cifra de civiles muertos a causa de la violencia aumentara.
Delgado no era el único, junto con él, muchos personajes “célebres” morenistas protestaron contra el hecho de legalizar la permanencia del ejército en las calles, el mismo presidente López Obrador llevaba consigo el discurso antimilitar en su campaña de 2018, esta vez como en muchas otras, el entonces candidato contradijo al ahora presidente.
Hoy, como gobierno y ya no como estruendosa oposición, López Obrador ha entregado al ejército un poder no visto hace más de un siglo, no sólo siguen en las calles contrario a su promesa de campaña, sino que ahora se dedican a construir aeropuertos, refinerías, trenes, aplican vacunas, combaten al crimen organizado más lo que se vaya acumulando.
No es difícil entender que un país con un ejército en el poder es absolutamente dañino para las libertades y sobre todo para la democracia; es más, son polos opuestos; para el caso, un ejército cada vez más fuerte, nos acerca a un país más autoritario, lo que aunado a un presidente que gobierna con base en la improvisación, (o al menos eso hace creer), nos pone en una situación tremendamente vulnerable hacia el futuro.
La Guardia Nacional terminó siendo una broma, nació mal y terminará siendo absorbida por el ejército que parece hoy más que nunca extender su mano, sobre todo. Y de igual forma como lo somos ante la violencia del crimen organizado, somos también espectadores ante el empoderamiento de los militares.
MV