Lourdes Cano Vázquez | Realidad Alterna
Guadalajara, Jalisco. 19 de agosto de 2022. (Letra Fría) Solo es cuestión de imaginarse en el escenario: un martes por la tarde noche, una familia que viene de regreso a casa después de un día largo en el vehículo, que es parte de su patrimonio, un bien preciado como para cualquier otro; probablemente están decidiendo qué van a cenar, qué van a hacer cuando lleguen a casa; un segundo después, se les cierra una camioneta violentamente, dos o tres sujetos los encañonan, los bajan de su vehículo y lo incendian frente a ellos; viendo con impotencia como parte de su patrimonio se va entre las llamas, pero peor aún, ya no se sienten seguros en ninguna parte, se sienten más vulnerables que nunca.
Esa es la vida cotidiana para muchas personas en las últimas semanas en diversas regiones del país, la escena descrita ocurrió en la Zona Metropolitana de Guadalajara, pero se ha repetido una y otra vez en todas partes del país. El fuego consume tiendas, vehículos, casas, pero también nos consume y nos devora a todos nosotros, que permanecemos como espectadores del horror.
Qué tendrá que pasar y hasta dónde tendremos que llegar para que la violencia y su principal causa dejen de ser el pan de cada día, cuándo será ese momento que volvamos a saber qué es vivir sin miedo y despertemos sin que alguien encuentre un cuerpo tirado en cualquier parte, sin que alguien desaparezca sin dejar rastro.
Habría que poner sobre la mesa un pronóstico crudo pero realista: es un hecho que el Presidente no tiene ningún interés en erradicar el narco y la violencia resultante; debemos saber que para él son dos fichas más para manipular su juego, no son algo que le sirva eliminar, por lo tanto, a poco más de dos años restantes de su gobierno es prudente señalar que no, la violencia no desaparecerá en los próximos años.
Ahora bien, la solución no está en quien tiene el mando ahora, y quizás, lo lógico sería pensar que quien le suceda podría representar la esperanza de un plan, una estrategia o mínimo la intención de eliminar el cáncer que nos carcome, pero, no parece existir más que la probabilidad de dar continuidad a ese sometimiento del que se hace alarde al tono de abrazos, no balazos.
Cuántos años tendremos que soportar entonces, cuántos fondos más hemos de tocar para poder salir, y sobre todo quién es la persona capaz de reunir todo lo necesario para enfrentar esta catástrofe social y dejar el narcisismo de un político y ser un líder, algo si puedo decir, las respuestas no están cerca y no son visibles desde aquí.
MV