Por: Lourdes Cano Vázquez
Guadalajara, Jalisco. 04 de septiembre de 2019 (Letra Fría). –El elefante blanco que nació muerto, que jamás debió existir en las condiciones en que existe actualmente; la Villa Panamericana en la zona de Bajío en el bosque de la primavera, en Zapopan es, de nueva cuenta, el tema de la discordia entre los gobiernos locales.
La explosión demográfica que ha sufrido la Zona Metropolitana de Guadalajara en los últimos diez años, ha sido especialmente severa contra el medio ambiente, lo que vuelve evidente el flujo monetario que existe de por medio en la nueva ola inmobiliaria en la ciudad; tanto en la edificación vertical que atenta contra patrimonio arquitectónico como las construcciones dentro de zonas protegidas y boscosas.
Salta a la vista el dinero, por un lado y por el otro, el nulo respeto por el entorno; la Villa Panamericana es el botón de muestra de ello; una obra irregular desde el día 1 de su construcción hasta el día de hoy casi diez años después.
Pareciera que a cada incendio activo, cada árbol talado y perdido, los gobiernos pierden más la vergüenza de atentar en contra de los pocos pulmones que nos quedan, pareciera que siempre pueden caer un peldaño más bajo; la villa no solo es un elefante blanco, es también gran causante de la crisis dentro del Instituto de Pensiones del Estado, que invirtió el dinero de sus trabajadores en una obra actualmente abandonada.
Tristemente, la decisión de venderla o no, era polémica en cualquiera de sus escenarios y en estos casos, evidentemente pierde el medio ambiente y gana el dinero. El gobierno del Estado será quién dé la cara en la disputa de una obra maldita para un evento que ha quedado en el olvido, para un gobierno que igualmente quedó en el olvido como el de Emilio González Márquez.