Por: Lourdes Cano Vázquez
Guadalajara, Jalisco. 24 de abril de 2019. (Letra Fría) Una fiesta en Minatitlán Veracruz, termina en tragedia. Masacran igual niños que ancianas, se ensañaron con un bebé al que le siguieron disparando aún después de morir; la escena debe ser por lo menos demoledora porque nos confronta con la realidad.
Ya han quedado atrás los días de esos narcos glamourosos, carismáticos o legendarios de esos que dan para guiones cinematográficos, hoy después de más de una década de guerra encarnizada, los líderes son quienes fueron brazos armados despiadados que supieron esperar y sobrevivir para estar al mando. Quienes a pesar de su oficio, tenían límites, ya no están a cargo.
Es por eso que, declarar unilateralmente el cese al fuego e izar la bandera blanca no será suficiente; del otro lado hay gente dispuesta a lo que sea con tal de mantener un territorio que previamente ganaron con sangre. Es momento de ejecutar estrategias, de combatir con valentía, es momento de decirle al gobierno federal que si tiene bajo la manga una política pública para aplicación contra la violencia, es el momento de hacerlo.
La campaña electoral, esa en la que un candidato despotrica en contra de todos, se terminó hace casi un año, la masacre de Minatitlán no fue obra de la mafia del poder, ni fue un acto planeado para desprestigiar la popularidad presidencial, es parte de una violencia brutal que nos estalló en la cara sin darnos cuenta, y sí, los gobiernos anteriores tienen su parte de responsabilidad, pero ya no están al frente.
Veracruz es gobernado por Morena tanto a nivel estatal, como municipal en Minatitlán, así que, dar la cara y enfrentar la responsabilidad es mejor que señalar hacia atrás e intentar deslindarse de una responsabilidad que meramente le compete al Estado; está tragedia parecería el momento preciso de tomar cartas en el asunto y dar por terminada al fin la campaña electoral. Ganaron, pero ya despierten y tomen las riendas que están al mando, no en campaña.