Por: Verónica Guerrero Aranda
“Como lo he dicho en otras ocasiones, no llego sola, llegamos todas. Con las heroínas que nos dieron patria, nuestras ancestras, nuestras madres, nuestras hijas y nuestras nietas”. Esta fue una de las frases que pronunció Claudia Sheinbaum en su primer mensaje tras darse a conocer su triunfo. Tras un largo camino.
Sin duda este 2 de junio pasará a la historia por diversas razones. La más significativa para mí es el resultado de las elecciones concurrentes que tuvieron lugar en nuestro país.
Se eligió a quien será la primera presidenta de México. Lo considero relevante porque para lograrlo tuvieron que pasar más de doscientos años desde que terminó la época colonial y comenzó el difícil camino hacia un México independiente.
También transcurrieron 100 años desde que Hermila Galindo buscó que las mujeres tuvieran el derecho a votar, pero les fue negado. Además, 70 años desde que las mujeres fueran reconocidas como ciudadanas con derecho de votar y poder ser elegidas para algún cargo público.
Mujeres en el camino
Sin duda; muchas personas pensarán que es exagerado celebrar este hecho y que las y los colectivos feministas, los grupos de mujeres, las instituciones en pro de los derechos de las mujeres, las asociaciones, las obreras, las campesinas, las indígenas, las escritoras, las académicas, las amas de casa, las jóvenes, las niñas y todas las mujeres mexicanas que sentimos alegría, no tendríamos por qué engrandecerlo.
Pero se debe de celebrar porque no ha sido un trayecto fácil. Lograrlo ha significado un alto costo para muchas. Sobre todo en un país con una cultura machista arraigada, enraizada en prácticas sociales vigentes.
Un país en el que fue acuñado el término de feminicidio para poder tipificarlo como delito con el objetivo de reducir el asesinato de mujeres por razón de género. En un país en el que se han formado colectivos de madres buscadoras que lo recorren en busca de algún hijo, hija o familiar desaparecido.
¿Quiénes son las que se han postulado en el camino?
Hasta hoy Claudia Sheinbaum es la séptima mujer en querer ocupar el cargo como presidenta. La primera mujer que lo intentó fue Rosario Ibarra de Piedra en el año de 1982, quien de nueva cuenta lo hizo en 1988.
Después en el año de 1994 fueron Cecilia Soto y Marcela Lombardo. Patricia Mercado en el 2006; Josefina Vázquez Mota en el 2012 y Margarita Zavala en el 2018 -aunque declinó semanas antes de la elección-. Xóchitl Gálvez sería entonces la octava mujer que se registró para participar en esta contienda del 2024 quedando en segundo lugar.
Actualmente solo 28 mujeres en el mundo son jefas de Estado o de Gobierno, según datos de ONU Mujeres. Lo anterior muestra el atraso que existe en materia de igualdad; en este sentido este organismo calcula aproximadamente 130 años para poder alcanzar la igualdad en las más altas esferas de poder.
La ONU hace énfasis en los siguientes datos: “Cuando las mujeres participan en procesos de paz hay un incremento del 20% de probabilidad de alcanzar un acuerdo que perdure, las consideran esenciales para lograr una paz duradera y como agentes de cambio.
¿Los cambios?
Algo que debo mencionar -lo hago siempre que escribo sobre las mujeres- es que no pienso ni debemos pensar que todo se vaya a solucionar como por arte de magia; solo porque la presidenta de México será una mujer, tampoco creo que, el solo hecho de ser mujer garantice que mejore la situacion de todas las demás en este país, o que disminuyan las violencias, los feminicidios, o sea menor la subrepresentación en espacios de toma de decisiones entre muchos otros problemas que nos aquejan. Para ello tendría que gobernarse desde una perspectiva de género y dudo mucho que se pueda establecer una agenda de esta magnitud en estos momentos.
Marta Lamas (2011) escribió “las mujeres no poseen virtudes esenciales que las hagan mejores que los hombres, han sido las circunstancias históricas y culturales las que han establecido diferencias en el desarrollo de unas y otros”.
En ese sentido con la llegada de Claudia Sheinbaum lo que podemos estar presenciando es un cambio cultural, que empezará a permitir que esas diferencias se empiecen a reducir hasta…
-espero que así sea- desaparecer.
¿Qué debemos reconocer?
Que simbólicamente la presencia de una mujer en la política de nuestro país como la primera mandataria, es el reflejo de la lucha histórica principalmente feminista que ve materializado el sufragismo mexicano impulsado desde principios del siglo XX. Lo que hace posible revalorar la participación de las mujeres en el espacio público.
Celebremos también la posibilidad de que se resuelva desde otra óptica, de una forma diferente de percibir y tratar de solucionar los problemas, por ello espero que el desempeño de Claudia Sheinbaum sea a la altura de las exigencias de nuestro país, y tenga la capacidad de reconocer que la lucha por los derechos de las mujeres sigue siendo trascendental en la construcción de un país democrático como el nuestro.
Por último, como siempre agradezco el favor de su lectura, los invito a enviarme o dejar sus comentarios y espero nos encontraremos en la próxima emisión.