Por: Mayra Vargas
Autlán de Navarro, Jalisco. 10 de abril de 2023. (Letra Fría).- “Me paraba en frente de las colmenas a quererme asomar, a ver qué pasaba ahí adentro y lo único que me sacaba eran santos aguijonazos y no aprendía. Yo seguía ahí, inquieta, observando”, así recuerda Francisca Contreras Escareño su acercamiento con la ciencia. La curiosidad fue el instinto que la impulsó para dedicar su vida al estudio de las abejas.
Ella es profesora e investigadora del Centro Universitario de la Costa Sur de la Universidad de Guadalajara.
Fanny, como la llaman sus amistades, es originaria de San Luis Potosí, migró a Jalisco siendo una niña de apenas 9 años y desde entonces se considera jalisciense. Ella es Médica Veterinaria Zootecnista y aunque en su adolescencia estuvo muy segura de querer ser cardióloga, la vida cambió su destino por las abejas.
“Mi papá fue apicultor, digamos que teníamos la pequeña arca de Noé en casa. Papá tenía de todas las especies de ganado, caballos, burros, chivos, borregos, vacas, guajolotes, gallinas, en lo que son especies animales, y abejas; quizá yo en ese momento no me imaginaba que mi vida iba a tomar ese rumbo”, compartió la investigadora.
Fanny explicó que durante sus estudios de pregrado hubo una profesora, la doctora Laura Orozco quien les habló un poco de las abejas, como parte de la temática de conservación y transformación de productos pecuarios, pero fue todo.
“Yo de hecho pensaba dedicarme a cuestiones de nutrición de rumiantes y ese fue mi intento de tesis. Después un profesor me dice: oye, ¿no te interesa trabajar en la universidad? Estamos en el área de abejas, y le digo, pero yo no sé nada de abejas y me dice no, pero puedes aprender, eso fue en 1990. Llegué con las únicas nociones escasas de que había una reina, obreras y zánganos”, detalló.
Para la también maestra en Ciencias en Manejo de Áreas de Temporal y doctora en Planeación Estratégica y Dirección de Tecnología, la ciencia es la creación de nuevo conocimiento en diferentes esferas.
“Que bien, en mi caso lo hemos estado enfocando a la apidología (rama de la entomología que se ocupa del estudio científico de las abejas), generación de soluciones o paquetes tecnológicos, inclusive que es lo que hemos estado realizando como equipo de trabajo”, dijo.
Tres décadas de investigar abejas
Dentro de su principal línea de investigación, cuando inició en el mundo de estos insectos, fue el conocer los aspectos de las abejas sin aguijón, una temática que para el año 2000 no era tan popular como lo es ahora. En ese momento a la investigadora le llamaba la atención hacer algo diferente.
“La importancia de esas abejas es porque esas son las que se cultivaban en América, antes del ingreso de la abeja europea. Entonces como nos damos cuenta, hemos tenido dos ingresos de abejas que han cambiado la vida de lo que serían las abejas nativas de América”, explicó la investigadora.
De acuerdo con Contreras Escareño, con el ingreso de la abeja europea que produce más miel (que es una abeja más generalista), se vino abajo la euforia por cultivar las abejas sin aguijón.
“Estas abejas, que son nativas, son polinizadoras específicas de zonas tropicales y subtropicales… si seguimos en esa situación de abandono de la actividad, es probable que varias especies estén en extinción y a partir de ahí, hicimos un estudio en la Sierra de Manantlán para identificar especies. Aunque no somos una zona de actividad cultural con estas abejas sin aguijón a diferencia de los mayas en Yucatán, sí encontramos especies de esas abejas”, detalló.
Las preocupaciones de investigar en estado silvestre
Fanny comparte que para ellos como científicos e investigadores de abejas, la localización de nidos en diversas comunidades ha sido difícil, pues estos los encuentran en zonas rurales, consideradas zonas de menor perturbación por el humano, sin embargo, esta situación representa un riesgo de seguridad.
“Se vuelve muy complicada la seguridad para andar en esas zonas explorando, ya no es tan fácil estar haciendo estudios de localización de nidos. El otro problema es que cuando tú empiezas a dar a conocer que existen especies de abejas susceptibles de ser cultivadas y la gente no tiene todo el conocimiento de cómo manejar las abejas y cómo reproducirlas, se dedican nada más a explotarlas, se lanzan a saquear nidos silvestres, poniendo en riesgo este material biológico”, señaló con preocupación.
Para la académica, lo importante sería que las personas tengan el conocimiento y aprendan a multiplicar y no a hacer un uso y abuso indiscriminado del recurso biológico silvestre, “porque mientras no se tengan las técnicas y la atención adecuadas hacia las abejas, muchas veces estás condenando a esas abejas a morir y más si las mueves de su lugar de origen”, mencionó.
También explicó, que si se tiene una colonia de abejas y las personas las sacan de su hábitat no habrá abejas de esa especie y por lo tanto, su posibilidad de reproducción no sería viable.
“Eso es algo que a veces me ha hecho sentir un tanto preocupada, por el hecho de que en aras de querer dar a conocer la diversidad y la importancia de estas abejas, de pronto ha surgido ese -boom- de mucha gente que quiere dedicarse a tener estas abejas”, explicó.
Con preocupación, dijo que ha surgido otro grupo de personas que sacan nidos de su nicho y los empiezan a vender a precios descabellados, “si en algún momento podrías conseguir esos nidos a 800, 600 pesos, ahorita andan arriba de 3 mil; 3 mil 500 pesos y muchas veces te dan colonias incompletas, porque de una colonia que encontraron en zona silvestre la parten a la mitad porque no tienen conocimiento de la biología y dicen de aquí hago dos”, expresó.
Lo que más desea la investigadora es poder concientizar el cultivo de las abejas, educando a las personas que quieren adentrarse en esta área de manera responsable, pero principalmente respetuosa con las abejas y su hábitat.
La importancia de los hallazgos
Contreras Escareño compartió que estas abejas han sido cultivadas regularmente por la cultura maya, por los nahuas, entonces aquí en la zona hay comunidades nahuas, por lo que puede ser que haya algún vestigio o técnicas de cultivo: “entonces quiero investigar si Jalisco tiene esos antecedentes y qué especies tienen. Dentro de la especies que identificamos para la zona solamente registramos 11 especies, todas ellas ya descritas, sin embargo, una no descrita para la zona, ese es un hallazgo de abejas pequeñitas, tan pequeñitas como de 3 milímetros de largo”, detalló.
De estas abejas, dijo que si quisiéramos darle la importancia por la cuestión de producción de miel está produciendo no más de 250 mililitros de miel, así que podríamos imaginar el tamaño pequeño de estas abejas.
“Lo que sí había antes, era una práctica que a lo mejor suena un poco fuerte, pero eran sacamieleros, ¿a qué se refiere esto?, que iban, encontraban un nido alojado regularmente en árboles, troncos de árboles huecos y sacaban las reservas de miel primordialmente, polen casi no lo usaban”, explicó.
Incluso, en algunas ocasiones le informaron a ella, que también los nahuas tomaban los panales con cría en desarrollo y los asaban, entonces no solamente aprovechaban la miel, sino también como fuente de proteína, lo que eran las larvas o pupas de las abejas y las consumían, “eso es algo que no lo había yo leído en alguna otra parte de México, aquí lo refieren ellos, que consumían también las larvas, es un hallazgo diferente”, comentó.
La ganadería, el uso de agroquímicos, el cambio de uso de suelo y el cambio climático, son algunos de los problemas a los que se enfrentan las abejas, “si tú talas y quitas los árboles que son sus espacios para nidificar, entonces estas abejas ya no tenían área de oportunidad para seguir alojando y eso ha limitado no solamente la vegetación de donde ellas se proveen de alimento, sino espacios dónde anidar”, explicó la investigadora.
Hablar de abejas en la región
Para Contreras Escareño es importante lograr difundir el conocimiento y la importancia de la conservación del recurso biológico, porque estas abejas son importantes polinizadores de zonas tropicales y subtropicales.
Además, explicó que al ser abejas que no tienen aguijón las convierte en un nicho de oportunidad para cultivarlas, quizás por personas que no tengan la posibilidad de manejar las abejas melíferas.
Añadió, que el hecho de que se puedan cultivar teniendo toda una capacitación, se pueden multiplicar e inclusive utilizarse para rentarlas para la polinización de cultivos. “Hay cultivos en los que se ha visto que es eficiente, como el caso del aguacate, de la fresa, ya hay estudios que manifiestan el beneficio de la presencia de estas abejas”, compartió.
Fanny enfatizó, en que si nos echamos un clavado más profundo al mundo de las abejas, nos daríamos cuenta que son más de 20 mil especies, de esas 20 mil el 5 por ciento son sociales y dentro de las abejas sociales es donde más estudios hay, pero ¿qué significa sociales? Es decir, que conviven grandes poblaciones y generaciones juntas, “dentro de esas, están la abeja de la miel, el abejorro y abejas sin aguijón y en esas hay, en primer orden, está la melífera, sumamente conocida. También están las abejas sin aguijón y luego los abejorros, pero de las que hay un mayor desconocimiento es en el 95 por ciento, que son las abejas solitarias y que también son polinizadoras maravillosas, específicas de diversas plantas y que tenemos que cuidar de todas ellas”, detalló.
Para la científica es importante cuidar a las abejas en sus diversas formas y atrevernos a aprender un poco más de su biología y su reproducción, para poder apoyar la multiplicación de este importante polinizador. Investigar e interesarse para tratar de preservar esa diversidad de 20 mil especies que se tienen conocidas y las muchas otras más que todavía faltan por conocer.
Edición: CAC