Por: Lourdes Cano Vázquez
Guadalajara, Jalisco. 18 de julio de 2018. (Letra Fría).- Yo lo pude ver en algún momento; el acoso dentro de la Universidad de Guadalajara no sólo es tolerado sino que es ya algo cotidiano y bien conocido por todos; los trabajan dentro de la institución y sobretodo quienes hemos estudiado en ella, conocemos casos de algún profesor que se quiera pasar de listo con las alumnas, la Universidad miente si declara que el asunto no existe.
No sólo la Universidad lo niega, sino que jamás ha hecho algo al respecto por reconocer o resolver el problema, hasta ahora que hay denuncias formales en contra de varios docentes y el asunto explotó en los medios de comunicación. El escándalo alcanzó para separar del cargo a un maestro de antropología del CUCSH y a otro del Politécnico, sin embargo son muchos los que siguen ahí como si nada pasara.
Algunos de ellos son unos auténticos depredadores; el caso de un profesor de Teoría del Estado en la carrera de derecho fue muy fácil de observar para mí, su forma de actuar era muy básica; era grosero y pedante en las clases, hacía que todos nos presentáramos y dijéramos si vivíamos en la ciudad o veníamos de algún pueblo; ese era su primer filtro, pues así ubicaba perfectamente a las alumnas que venían de fuera y por ende, vivían solas o sin sus papás; después, casualmente eran esas compañeras a las que acosaba con preguntas en la clase, posteriormente las invitaba a trabajar sin sueldo en su oficina, “para que aprendieran” y ahí ya solo esperaba la ocasión para atacar; era fácil porque además, sus dimensiones fisionómicas se lo permiten.
Pero también hay que ser sinceros completamente y decir que algunas alumnas son conscientes de ese acoso, buscan esa cercanía con el profesor o se lo callan, porque también lo capitalizan en su favor; no hay que ser exageradamente moralinos para decir que las víctimas no juegan su parte en el juego, aunque claro, eso se da en el menor de los casos, e independientemente de ese factor, la institución está obligada a tener el control de sus docentes y que éstos tengan un comportamiento ético y apegado a los principios universitarios, cosa que no hace.
Es indignante que una Institución del tamaño y prestigio de la Universidad, haga oídos sordos ante una situación que busca ser erradicada por la sociedad actual, para ellos, hacer como si no existiera es que los demás hagamos lo mismo; los convierte en todo lo contrario a lo que representan, una institución académica que fomenta valores como la libertad, la igualdad y la equidad, contrario a lo que está pasando ahora, ellos deberían de ser los primeros en levantar la voz y actuar en contra del acoso.
