Por: Vianney Martínez Pérez
Autlán de Navarro, Jalisco. 16 de enero de 2022.-(Letra Fría) La tercera eucaristía dominical de este año, celebrada por el obispo de la Diócesis de Autlán, Rafael Sandoval Sandoval, se llevó a cabo en la Catedral de la Santísima Trinidad. Durante su homilía, Sandoval aterrizó el evangelio de Juan a través de la realidad; invitó a los fieles a mantenerse en la fe y a alentar al prójimo a seguir el camino del «cordero».
La tercera misa dominical, dirigida por el obispo de la Diócesis de Autlán, arrancó con este pensamiento:
«Hay que celebrar esta eucaristía como si fuera la primera, la única y la última de nuestra vida. En medio de las situaciones tan díficiles en la sociedad, en el mundo, la iglesia, en nuestros corazones, en nuestras comunidades y familias, nos acercamos al único que nos puede dar luz, paz y seguridad».
Obispo Rafael Sandoval.
La eucaristía continuó hasta llegar a la lectura del evangelio de Juan, en el que se lee la revelación que hizo Juan el Bautista sobre Jesús: «Éste es el cordero de Dios, el que quita el pecado del mundo. Éste es aquel de quien yo he dicho: ‘El que viene después de mí, tiene precedencia sobre mí, porque ya existía antes que yo’. Yo no lo conocía, pero he venido a bautizar con agua, para que él sea dado a conocer a Israel».
Para comenzar con su mensaje, Rafael Sandoval externó que «la palabra de Dios no es informativa, sino que es transformadora».
Prosiguiendo, el sacerdote explicó que Juan Bautista nombra a Jesús como el «cordero» para la comunidad de Israel, siendo una metáfora para las sociedad y situaciones que pasan en «nuestra realidad».
«Nosotros somos incapaces de decirle a alguien váyanse con él (Jesús). Apenas se nos dan un puesto en la iglesia o en la sociedad y empezámos a buscar gente que nos siga a nosotros: en la iglesia, a veces, los sacerdotes y los obispos no sabemos dejar, nos sentimos dueños del rebaño que tenemos, como si los laicos nos pertenecieran; en las familias hay padres que no dejan que sus hijos emprendan el vuelo y quieren apoderarse de ellos», argumentó.
Obispo Rafael Sandoval.
Así pues, de acuerdo con el obispo, los fieles, y quienes dentro de las comunidades poseen un rango de poder, deben actuar como Juan Bautista: alentando al resto a seguir al «cordero» y a ser como él. A modo de ejemplo, utilizó a quienes lideran la iglesia católica:
«Los corderos nos hacen ver a nosotros mismos que somos fieras. A veces la comunidad religiosa se convierte en un nido de fieras, un lugar en donde se tienen miedo unos a otros. En la iglesia, nos convertimos en fieras, ahí donde vamos escalando puestos aunque los demás sean oprimidos», continuó, «Nuestra autoridad que Dios nos dio es para cuidar a los más indefensos, a veces tiene que venir un castiguito, o un castigote, pero no es por que lo dé uno, es porque se necesita defender a los más vulnerables, a los menores de edad, porque no se pueden permitir los abusos de poder y, mucho menos, los abusos sexuales», finalizó.
Obispo Rafael Sandoval.
Retomando, el religioso dijo que quienes poseen alguna categoría de autoridad deben utilizarla de manera seria, sincera y con la fuerza del «cordero».
Rafael Sandoval concluyó que el «cordero» es la «luz en la oscuridad», algo con lo que las personas nacen a fin de seguir el camino de Dios:
«Sepan que la vida se nos va a cabar, no piensen que vienen a dejar huella, así como vinimos, nos vamos. No vinimos a ganar fama, que no nos importe si hablan bien de nosotros, tenemos que irnos siendo una lucecita», finalizó.
Por último, el sacerdote invitó a hablar bien del «otro», evitando mencionar sus defectos, sino sus virtudes.
A continuación, el evangelio comentado por el obispo de la Diócesis de Autlán, Rafael Sandoval Sandoval:
Del Evangelio según san Juan (Jn 1, 29-34)
«En aquel tiempo, vio Juan el Bautista a Jesús, que venía hacia él, y exclamó: «Éste es el Cordero de Dios, el que quita el pecado del mundo. Éste es aquel de quien yo he dicho: ‘El que viene después de mí, tiene precedencia sobre mí, porque ya existía antes que yo’. Yo no lo conocía, pero he venido a bautizar con agua, para que él sea dado a conocer a Israel».
Entonces Juan dio este testimonio: «Vi al Espíritu descender del cielo en forma de paloma y posarse sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: ‘Aquel sobre quien veas que baja y se posa el Espíritu Santo, ése es el que ha de bautizar con el Espíritu Santo’. Pues bien, yo lo vi y doy testimonio de que éste es el Hijo de Dios».
Edición: CAC
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