Por: Pie de Página | Alianza de Medios
CIUDAD DE MÉXICO. – Han pasado 4 años desde que Andrés Manuel López Obrador ganó la elección presidencial. De sus múltiples promesas de campaña, hubo una que inmediatamente atrajo críticas (y aplausos) de distintos grupos: “Abrazos, no balazos”.
Esta política prometía hacerle frente a la criminalidad e inseguridad en un país que desde 2007 ha enfrentado el ascenso de grupos y corporaciones criminales en diversas regiones —grupos que, en algunos territorios, controlan estados y municipios enteros— con dos premisas básicas: atender la desigualdad económica y la corrupción, como causas de la violencia, y trabajar en una política para la paz.