Por: Eloy Chávez
Guadalajara, Jalisco. 12 de enero del 2022. (Letra Fría).- No es ningún secreto que hasta hace poco Chile representaba algo distinto a países como México, Brasil o Uruguay. El país fue objeto de estudio y de mucho interés por importantes escuelas de pensamiento económico-político estadounidense, como lo fueron en su caso los “Chicago Boys”, quienes ayudarían a los andinos a crear una serie de reformas a favor de la liberalización macroeconómica durante la década de los setentas, prolongandose en temporadas de notables avances como en la década de los ochentas, en donde el 78 % de las empresas que existían eran propiedad de las familias. Este hecho impulsó la economía nacional a un plano multinacional compitiendo a nivel mundial en sectores estratégicos como el agrícola, el inmobiliario, etc.
“El Milagro Económico de Chile” vendría de la mano con gobiernos distintos, pero que sin importar su temporalidad histórica, la ideología y el proyecto de nación que pudieran proliferar, desde la dictadura de Pinochet hasta la presidencia de Michel Bachelet, el modelo económico se mantuvo protegido por las principales instituciones del Estado con una relativa estabilidad social después del regreso a la democracia en 1990. Chile sería en las próximas décadas uno de los países con una de las economías más libres y desarrollo humano perteneciente a las cincuenta naciones con mayor desarrollo del mundo según las naciones unidas.
¿Por qué los chilenos tendrían que cambiar un modelo económico exitoso que inició hace décadas con el apoyo del país más poderoso del mundo?
Entre diversos conflictos internos que comprometen la cohesión y convivencia social, como la lucha progresista por la libertad sexual, la valorización de la mujer en el sistema, el flujo migratorio que recibe el país constantemente y la precariedad de la vida educativa, fueron temas sensibles que ayudaron a darle forma al inicio de una propuesta de Reforma Constitucional, pero la desigualdad económica producida por una pobre distribución de la riqueza, fue la razón principal de que los chilenos pidieran una nueva Constitución. Resulta interesante que a pesar del éxito del modelo económico y sobre todo un respeto por parte del sistema político chileno, que sin importar quiénes y cómo gobernaban, siempre intentaban preservar el orden económico.
No sabemos cómo pueda terminar la exigencia del pueblo chileno, pero lo que sí es seguro es que Chile sigue vigente como una excepcionalidad política, económica y social en todo el mundo y que probablemente esté pasando por una etapa de transición a un modelo de Estado Híbrido, en donde el Estado y el Mercado se mantienen paralelamente con distintas direcciones ideológicas, incluso contradictorias (como lo puede ser China, por decir un ejemplo), con un surgimiento indistinguible con una constante del éxito económico, el pueblo ha pasado a visionar un éxito social, ante esta necesidad la izquierda ha resurgido con la presidencia de Gabriel Boric por encima de un 12 % en los comicios por encima de los conservadores. La importancia de que esta apuesta funcione es vital para que el país no sufra un retroceso de lo que logró en las últimas décadas. La historia nos demostrará si es posible que exista un milagro social chileno, al igual que el económico.
EA/GM