Por: Rosa Eugenia García Gómez | Las Carrilleras de Adelita
Zapotlán el Grande, Jalisco. (Letra Fría).- Rieleras y juanes, al hacer nuestras notas y otros productos noticiosos, los miembros de la bola revolucionaria reporteril en general tenemos máximas que aprendemos como contestar las preguntas de qué, quién, cuándo, cómo, dónde, por qué y para qué en nuestros textos y otras formas de comunicación periodística y hacerlo lo más pronto posible para en un par de párrafos dejar claro a la audiencia, en cualquiera de las plataformas, el tema y detalles más importantes del suceso que reportamos.
Sin embargo, cuando la noticia gira alrededor de niños y niñas la regla periodística de las preguntas se debe aplicar con cuidado y respeto para no vulnerar y mucho menos revictimizar a seres humanos que de por sí se encuentran en una situación de indefensión.
La periodista Graciela Galeano, editora de El Otro País y distinguida en 2022 como periodista amiga de la niñez y la adolescencia por la UNICEF compartió sus experiencias y da consejos de lo que los periodistas no debemos hacer al reportar sobre hechos cuyos protagonistas son menores de edad.
Evitar el sensacionalismo y no dar detalles acerca del cómo se dio un hecho de violencia, para así no caer en la revictimización; no estigmatizar, aunque un adolescente, niña o niño cometa un delito, los detalles de origen, grupo étnico o social y la nacionalidad no deben ser parte de la información, porque eso contribuye a enrarecer el clima social. En lugar de ello el periodista se debe centrar en la responsabilidad de los adultos y del contexto de los hechos.
Los menores de edad tienen derecho a resguardar su privacidad, hemos de tener cuidado con incluir imágenes o hacer entrevistas a personas cuya identificación den indicios de la identidad del niño o niña. Sin olvidar el consentimiento de los padres, lo que no quita al periodista la capacidad de decidir si una información reveladora se debe hacer pública, aunque los padres estén de acuerdo.
Graciela Galeano también aconseja sobre lo que sí se debe hacer, como tener un enfoque de sensibilidad y empatía con las víctimas, así como recurrir a fuentes confiables y verificar datos: las informaciones de las redes sociales no son suficientes.
Y aunque el tiempo y el presupuesto es un obstáculo a salvar en el desempeño periodístico, las imágenes que se utilicen deben ser respetuosas y una buena alternativa es el desarrollo de ilustraciones que no hagan alusión a la violencia.
Finalmente se hace imprescindible conocer las normas y protocolos sobre los derechos de la niñez y adolescentes. Es más trabajo, pero es necesario para desarrollar un periodismo que de verdad abona y contrarresta el de por sí, enrarecido contexto de violencia que vivimos todos, incluidos nuestros niños y niñas.
MV