Por: Raíchali | Alianza de Medios
El pastor David de Jesús Pascual creció influenciado por los valores de la Iglesia Pentecostal del barrio de Tigre, en Buenos Aires, Argentina. Su fe y espiritualidad le “hacían bien a la psiquis”, al menos hasta que cumplió 19 años. A partir de entonces, su homosexualidad comenzó a atormentarlo.
“Me recuerdo arrodillado, llorando, pidiéndole a Dios que me cambiara”, recuerda. “Le preguntaba por qué yo era así y él no hacía absolutamente nada”.
El hecho “pecaminoso” de ser gay y el rechazo de su comunidad llevaron a David a “divorciarse” de su iglesia. Al principio buscó refugio en antros y clubes de drag queens, lugares donde “nadie te dice nada”. Pero, pese a sentirse libre y acompañado, se dio cuenta de que allí tampoco encontraba la tranquilidad espiritual que buscaba.
Esa paz la encontró poco después en una Marcha del Orgullo LGBTIQ+, cuando le dieron un folleto que decía “Dios sabe que eres gay y te ama igual”. Así entró en contacto con la Iglesia de la Comunidad Metropolitana (ICM), un colectivo internacional de comunidades cristianas fundado en 1968 en Estados Unidos para dar una alternativa a los creyentes de la comunidad LGBTIQ+.
Raíchali nos cuenta esta historia que se trabajó y reportó en conjunto con Distintas Latitudes, con jóvenes reporteros y reporteras de toda América Latina.