Guillermo Tovar Vázquez, cronista de Autlán
Autlán de Navarro, Jalisco. 17 de junio de 2022. (Letra Fría) Para leer esta historia es necesario hacer antes un ejercicio de imaginación. Ubíquese usted en el jardín Hidalgo, en el centro de Autlán, pero 201 años atrás, en 1821. No está, desde luego, la estatua de Miguel Hidalgo, que entonces no era todavía un héroe nacional. Tampoco estaban las jardineras con todos los adornos que las pueblan desde hace tres años, ni las bancas metálicas. Seguramente hay árboles, acaso casuarinas, pero el jardín es, más bien, un espacio abierto: no era jardín Hidalgo entonces, sino Plaza de Armas.
Cruzando la calle que ahora se llama Venustiano Carranza no estaba la Presidencia Municipal. En su lugar había una finca de adobe, de una sola planta, que era la sede del poder político y en tiempos de la Colonia se llamaba “casas consistoriales”. Contra esquina del jardín, hacia el noreste, imaginemos una finca habitacional. Donde ahora está el banco, frente al jardín, estaba parte de lo que hasta un par de décadas antes era el convento franciscano, una propiedad que se extendía al sur hasta la parroquia y ocupaba toda la manzana, con su famosa huerta.
Por cierto, de la parroquia de entonces solo queda ahora el pórtico de piedra, que quizás hace dos siglos no mostraba esas tristes grietas que hoy le vemos. La planta del templo era la misma que hoy, pero acababa de pasar por un fuerte terremoto en 1818 que le causó serios daños. Para dentro de 50 años, en la década de 1870, se le harán los arreglos que la dejarán como la conocemos en 2022.
Lo más interesante de imaginar es el camposanto. En 1821 no existe la manzana donde están las oficinas del SAT y el portal Juárez. En su lugar, junto con la calle de Margarito González Rubio, están las tumbas de los que murieron en Autlán en los últimos casi tres siglos. A lo mejor, preguntando, podríamos dar con el sitio aproximado donde fueron sepultados, hace menos de diez años, los insurgentes que fueron fusilados aquí enfrente, en las cercanías del cementerio. Eran tiempos en que la guerra de Independencia se vivía con violencia aquí en la región, tres veces asaltó Autlán Ignacio Sandoval con su gente y el saldo no solía ser positivo.
No sabemos qué había al poniente del jardín, donde ahora está el portal Hidalgo. Seguramente había construcciones, claro, acaso comerciales como es todavía hoy la vocación del centro de Autlán. Eso podemos imaginar, a falta de datos más certeros.
Bueno, una vez que imaginó usted el entorno (coincidiendo con lo que le acabo de expresar o no, eso no es tan importante), paso a contarle lo que ocurrió en esa Plaza de Armas el 21 de junio de 1821. Esa mañana, temprano, fue instalada ahí una mesa sobre la cual se colocó una imagen de Cristo y una Biblia, por el párroco José Diego Gómez. Este personaje, que años después gestionaría para Autlán una escuela de primeras letras y un nuevo cementerio, que es el actual Panteón de los Dolores, se plantó tras esa mesa y tomó juramento al comandante y juez de partido Domingo Antonio Fernández (autoridad militar), al presidente del Ayuntamiento José Luis Brambila (autoridad civil), así como a los integrantes del cuerpo militar y a la generalidad de los habitantes de Autlán, que estaban reunidos en la Plaza de Armas. El juramento (que ahora llamaríamos toma de protesta) fue como sigue:
– “¿Juráis a Dios y a los Santos Evangelios observar solo la religión católica, apostólica y romana”
– “Sí juro”
– “¿Juráis reconocer la Yndependencia (sic), guardando para esto la paz y unión de europeos y americanos?”
– “Sí juro”
– “¿Juráis la obediencia a don Fernando VII, si adopta y jura la Constitución que haya que hacerse por las Cortes Constituyentes de esta América Septentrional?”
– “Sí juro”
– “Si así lo hicieren, Dios os lo premie, y si no os lo demande”
Es decir, en esa fecha el pueblo de Autlán se adhería al Plan de Iguala y juraba la Independencia de México. Con este acto tan sencillo, pero tan trascendente, en Autlán terminaba la etapa histórica de la Colonia y el pueblo comenzaba a formar parte de una nación independiente.
Al terminar el juramento hubo salvas de artillería y los asistentes partieron en procesión a la parroquia, donde oyeron misa, pasando luego las autoridades a ocupar sus nuevos cargos en la comandancia.
El pueblo demostró su alegría colocando adornos en las fachadas de las casas e iluminando las calles durante tres días (faltaba casi un siglo para que llegara el primer alumbrado público a Autlán). El mismo día de la jura don Ramón Pacheco ofreció un banquete en el que hubo brindis por las Tres Garantías y expresiones generales de regocijo.
Los detalles de la ceremonia de jura de la Independencia los sabemos gracias a que en el Archivo Histórico Municipal de Autlán se encuentran un par de copias del acta que se levantó para el efecto y que es uno de los documentos más interesantes que resguarda esa oficina.
Los firmantes de esta acta son los siguientes:
- José Luis Brambila
- Domingo Antonio Fernández
- Ricardo Villaseñor
- Lic. Ramón Pacheco
- Ignacio Rodríguez
- José Antonio del Castillo
- José María Moreno Gómez
- Bachiller José María Cabezud
- Sebastián Ventura y Moreno
- Vital Vázquez
- Albino…
- Rafael Ponze, secretario
- Antonio de Agraz
- José Ruiz
Esta ceremonia se celebró por orden del general Pedro Celestino Negrete, quien ya había hecho el juramento en Tlaquepaque el día 14, oponiéndose a la negativa del general José de la Cruz, que gobernaba la Intendencia de Guadalajara desde el desastre de Puente de Calderón en 1811 y que seguía leal a la Corona.
Negrete, igual que Agustín de Iturbide en el centro del país y José Luis Brambila y Domingo Antonio Fernández en Autlán, habían combatido con fiereza a los insurgentes todavía pocos años antes.
Fuentes:
- Archivo Histórico Municipal de Autlán.
- La Independencia en la región de Autlán y Costa de Jalisco. Carlos Martín Boyzo Nolasco.
- Nostalgia. La torrecilla y el reloj. Martha Florentina Corona Santana.
MA/MA
