Por: Vianney Martínez Pérez
Autlán de Navarro, Jalisco. 14 de agosto de 2022.-(Letra Fría) La catedral de la Santísima Trinidad de Autlán vivió la eucaristía del domingo 14 de agosto. En la homilía, el obispo de la Diócesis de Autlán, Rafael Sandoval Sandoval, habló a los presentes sobre los obstáculos de ser creyente durante los tiempos modernos y las consecuencias de la polarización social.
En punto de las 10:00 horas, las primeras notas del piano parroquial anunciaron el inicio de la misa que fue encabezada por el prelado de la Diócesis, acompañado del rector de catedral, el padre Francisco Méndez, así como de los fieles, quienes cantaban:
«Reunidos en el nombre del señor,
que nos ha congregado ante su altar,
celebremos el misterio de la fe,
bajo el signo del amor y la unidad».
Antes de dar inicio con la celebración religiosa, Sandoval Sandoval, recorrió las bancas del santuario arrojando agua bendita a los asistentes mientras decía:
“Hermanos, cuando todo se va alejando de nosotros y nos vamos sintiendo solos, cuando sentimos que nuestra vida incluso no tiene mucho sentido, nos queda la palabra de Dios. La palabra de Dios nos revive porque es una palabra viva, como espada de doble filo que atraviesa el alma”, dijo el obispo.
Como primera lectura, el pasaje 38, 4-6. 8-10 del libro de Jeremías fue el protagonista. En los párrafos se relata cómo el profeta fue castigado, hostigado y perseguido por oponerse a la corriente existencial de aquellos tiempos. A modo de reflexión, y previo a seguir con el salmo del día y la segunda lectura, el obispo decidió brindar unas palabras:
“Como se parece esta lectura a lo que hacen muchos, a cuando alguien habla la verdad. No se soporta la verdad. Yo veo que aquí hay jóvenes llamados a ser profetas y la religión no es cosa fácil, no es para venirnos a persignar, necesitamos ser profetas en un mundo que necesita personas que hablen y vivan con la verdad”, expresó Rafael Sandoval.
Para seguir con el orden de la misa, el padre Paco Méndez dio lectura al Evangelio de Lucas, que narra cuando Jesús reveló a sus discípulos que su misión «era dividir y no traer paz a la tierra».
El obispo abrió su homilía interpretando las palabras de Jesús, a través de una leyenda que cuenta cómo un anciano explica a sus nietos que cada persona en el mundo tiene dos polos: el «bien» y el «mal».
“Mis queridos hermanos, también dentro de nosotros hay dos lobos: el bueno, que se llama el buen espíritu, que nos impulsa a la verdad, a compartir nuestros bienes, sonreír, saludar, perdonar, esperar a la gracia y hacer oración; pero también está el malo dentro de cada uno de los que estamos aquí y de la sociedad, nos lleva a la violencia, al pecado, división, a la maldad y va endureciendo nuestro corazón. ¿Cuál de los dos va a ganar?, cada uno pregúnteselo”, cuestionó el sacerdote.
De acuerdo con Rafael Sandoval, las palabras de Jesucristo se refieren a que cada persona debe elegir mediante sus acciones si quiere seguir el camino del «bien» o del «mal». El evangelio invita a respetar las diferencias del prójimo y a eliminar la maldad con el amor, porque «el amor es lo más revolucionario que existe».
“Es la división que Dios quiere, no la que proviene de la polarización: que podamos decirle al que piensa diferente “te respeto” y no por eso nos vamos a dividir. La búsqueda de la verdad y el amor no es fácil, pero Jesús nos quiere ayudar con la fuerza de su espíritu”, concluyó.
Como consideración, el religioso invitó a los presentes a pensar qué clase de católicos son y cómo llevan la palabra de Dios al exterior.
A continuación, la primera lectura y el evangelio comentado por el obispo, Rafael Sandoval Sandoval:
Primera Lectura.
Jer 38, 4-6. 8-10
Durante el sitio de Jerusalén, los jefes que tenían prisionero a Jeremías dijeron al rey: «Hay que matar a este hombre, porque las cosas que dice desmoralizan a los guerreros que quedan en esta ciudad y a todo el pueblo. Es evidente que no busca el bienestar del pueblo, sino su perdición».
Respondió el rey Sedecías: «Lo tienen ya en sus manos y el rey no puede nada contra ustedes». Entonces ellos tomaron a Jeremías y, descolgándolo con cuerdas, lo echaron en el pozo del príncipe Melquías, situado en el patio de la prisión. En el pozo no había agua, sino lodo, y Jeremías quedó hundido en el lodo.
Ebed-Mélek, el etíope, oficial de palacio, fue a ver al rey y le dijo: «Señor, está mal hecho lo que estos hombres hicieron con Jeremías, arrojándolo al pozo, donde va a morir de hambre».
Entonces el rey ordenó a Ebed-Mélek: «Toma treinta hombres contigo y saca del pozo a Jeremías, antes de que muera».
Evangelio del día.
Lc 12, 49-53
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «He venido a traer fuego a la tierra, ¡y cuánto desearía que ya estuviera ardiendo! Tengo que recibir un bautismo, ¡y cómo me angustio mientras llega!
¿Piensan acaso que he venido a traer paz a la tierra? De ningún modo. No he venido a traer la paz, sino la división. De aquí en adelante, de cinco que haya en una familia, estarán divididos tres contra dos y dos contra tres. Estará dividido el padre contra el hijo, el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra».
Edición: MV
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