Por: Rosa Eugenia García Gómez | Las carrilleras de Adelita
Zapotlán El Grande, Jalisco. 08 de diciembre de 2022. (Letra Fría) Rieleras y juanes, con la bocanada decembrina de integración a la presencialidad de la FIL, también hubo ánimos periodísticos que se renovaron. Me refiero a la edición número 18 del Encuentro Internacional de Periodistas que los organizadores de la Universidad de Guadalajara muy creativamente titularon “Bitácora para habitar el caos”.
Y es que como dirían tantos teóricos de la sociología, es el conflicto lo que reta el pensamiento humano y lo lleva a resolver y continuar, con, sin o a pesar de las circunstancias. Y si de sociología hablamos, nadie mejor que una figura emblemática del periodismo como lo es Carmen Aristegui, quien de manera cálida dijo que el Periodismo es una sociología con acción, retadora y entretenida.
Hubieran visto los rostros de mis jóvenes estudiantes de esta carrera a la que la sociedad ha satanizado como un equivalente de pérdida. Nada mejor que una figura inspiradora como Carmen para recuperar el aliento entrecortado por críticas basadas en la ignorancia y peor aún, en el pesimismo y la desesperanza.
Y una cereza de recomendación de parte de Carmen para quienes se preparan para el desempeño del ámbito periodístico profesional: hay que consumir más libros. Leer más da elementos de conocimiento y solaz para quienes le apostamos dedicarnos al procesamiento informativo con el sentido de la retórica y así, hacer interesante lo importante.
El periodismo es para la sociedad más bien una inversión.
Su ejercicio ético y profesional responde a la sociedad con la información que necesita para darse cuenta de las injusticias, los conflictos de interés, los ventajismos de la clase política y del poderoso sector de amplios recursos económicos, casi siempre simbióticos con la primera. Cuando la sociedad está informada no se le puede engañar.
Marcela Turati, una de las principales impulsoras del Periodismo para la paz o Periodismo de Derechos Humanos, recibió gratamente la noticia de Bárbara, María, Farah y Miguel, ellas y él estudiantes de Periodismo del CUSur, de que se estaban especializando precisamente en esa tendencia de una narrativa en el marco de la equidad para dar espacio en medios a las historias de personas que normalmente son soslayadas en los grandes emporios comunicacionales.
Anabel Hernández en su estilo incendiario, como lo es la realidad que ella ha narrado en las últimas décadas, dio cuenta de sus razones para ejercer el periodismo a pesar del peligro, pues de acuerdo a su disertación, en la ecuación de un sistema putrefacto de corrupción gubernamental existen variables controlables del sistema de (in-)justicia y político, así como la variable independiente de los periodistas que los poderes luchan por controlar o aniquilar.
Este es el caos descrito por mujeres periodistas del país, un caos que habitamos todos, aunque no nos guste, y que los periodistas se preparan para narrar, para enfrentar, para seguir adelante, y no sólo ellos, sino toda la sociedad que de su labor depende para echar luz donde los poderosos prefieren la penumbra.