Por: Néstor Daniel Santos Figueroa.
Ciudad de México. 14 de junio de 2018. (Letra Fría).-México hoy es un país en el que sus gobernantes se dedican sólo a administrar recursos provenientes de nuestros impuestos, inclinando siempre la balanza hacia sus propios intereses. El estado mexicano ya no es capaz de proveer de manera equitativa a su pueblo, de brindar seguridad y justicia, de educar a sus niños, de formar a sus jóvenes, de cuidar y aprovechar sus recursos naturales, de producir su propio alimento. Es incapaz de garantizar los derechos básicos de sus ciudadanos y de ofrecerles estabilidad y bienestar.
No es capaz de cumplir y hacer cumplir sus propias leyes, ni siquiera de brindar protección a sus propios políticos.
México, desde su gobierno, no es un país fuerte, sólido, que tenga oportunidad de competir en el ámbito global y acercarse al primer mundo. Simula serlo, se proyecta, se presume como tal, pero no lo es.
Los ciudadanos mexicanos, por su parte, dialogan, se enfrentan, discuten, pelean… se manifiestan. La información ya no está en manos de un canal de televisión y tres periódicos nacionales. Las posibilidades de expresar una opinión y de escucharlas son prácticamente ilimitadas.
Mientras los ciudadanos buscan opciones la crisis política toca fondo.
Por ahora, lo único seguro es que, si bien unos 10 millones de mexicanos temerosos, molestos e indignados no votarán por él, López Obrador ganará las elecciones presidenciales y eso no hará a México un país menos democrático. Al contrario, ésta podría ser la oportunidad que la sociedad civil espera para despertar de una vez por todas, sumando las voces de aquellos ciudadanos que antes se conformaban en silencio y ahora se manifiestan preocupados.
Nadie puede saber si AMLO podrá aplicar su proyecto de nación y tendrá éxito. Tampoco podemos saber si fracasará. Lo que si podemos hacer es ser ciudadanos, trabajar y dejar la tibieza. Exigir, proponer, actuar y manifestarse. Ante todos los temores que pueda despertar, el único contrapeso de un gobierno es y serán sus ciudadanos.
Así como hay países que se han vuelto de primer mundo gracias a su presidente, muchos lo han logrado gracias a sus ciudadanos comprometidos y respetuosos de la ley. Tal vez la mayoría de sus simpatizantes esperan lo primero, lo ideal entonces será que haya muchos más que actúen por lo segundo.
(El cambio en México puede iniciar desde abajo, desde el municipio, el único ámbito real donde el ciudadano puede participar directamente… y de ahí en adelante, sin retorno.)
AJEM