Jesús Medina García | Simpatía por el débil
Autlán, Jalisco.- En días recientes se presentó el libro “Travesuras en el Edificio” de Alfredo Ortega e ilustrado por el pintor tapatío Roberto Pulido.
El evento se desarrolló en la casa universitaria ante una receptiva audiencia. Aprovecho este espacio para volver a agradecer a los artistas la invitación a comentar algunas percepciones sobre la obra.
Inicialmente quisiera referirme a Roberto Pulido, hace más de 20 años que no nos veíamos. En 1999 cuando se celebró la primera edición del premio de pintura José Atanasio Monroy él ganó el segundo lugar con una excelente obra “El Flechador del Cielo”, la cual actualmente es parte de la pinacoteca que lleva el nombre del maestro Monroy.
Yo ya estaba enterado que Roberto había perdido el oído, ya no escucha, pero se comunica, expresa y siente todo lo que sucede a su alrededor además de que se ha consolidado como uno de los más destacados artistas plásticos jaliscienses contemporáneos, el empleo de los colores es magistral… hasta científico, porque su técnica e imaginación le permiten acercarse a las tonalidades de las imágenes que gracias a las nuevas tecnologías sabemos que existen en el espacio profundo.
Imágenes del espacio profundo. Internet.
Por otra parte, la publicación “ Travesuras en el Edificio” que incluye los cuentos “El Pato cabalga”, “El secreto de la señora” y “ El esqueleto de Judy”, nos transporta a la lógica y ambientes de un mundo infantil pero que inevitablemente propicia que los adultos nos traslademos a esa etapa de nuestras vidas. Sin duda, una etapa llena de riesgos, aventuras, irreverencias, aprendizajes y que ahora son nostálgicos recuerdos.
La prosa del Maestro Ortega es muy sólida, no tiene desperdicio, hay imaginación y oficio, eso le permite contar con un estilo propio, lo cual no es nada sencillo en ninguna disciplina artística.
Comentamos en esa agradable tarde que en el proceso civilizatorio de la humanidad el libro es uno de los hilos conductores entre el presente y el pasado, diálogo entre vivos y muertos, objeto de culto, útil para la transmisión de conocimientos, ideas y hasta utopías. Además, es interesante considerar que las primeras obras literarias de la cultura occidental se escribieron en la modalidad de poemas, especialmente las obras de Homero: La Ilíada y la Odisea, verdaderos testimonios del pensamiento y vida cotidiana del helenismo impulsado por Alejandro Magno y que posteriormente retomarían los romanos e impondrían en Europa y que en el siglo XV llegarían al actual Continente Americano.
Pero sería hasta el siglo VI antes de Cristo que apareció la prosa y con esto un cambio radical en la literatura. Al respecto señala Plutarco “un gran fenómeno literario de la época fue la aparición de la prosa, el lenguaje experimentó una transformación”,
Esto no significa que la poesía no siguiera siendo cultivada por los poetas épicos o líricos y por los también poetas trágicos, pero de esta época datan los primeros prosificadores, aunque ciertos cronistas e historiadores, como también algunos filósofos, siguieron manteniendo la vieja costumbre de expresarse en verso.
Volviendo a las travesuras de Alfredo Ortega y su banda, es de considerar que no podríamos ver por separado las ilustraciones de Roberto y los textos de Alfredo: no compiten: se complementan armónicamente.
No sabemos si dentro de cien o trescientos años existan las bibliotecas o librerías, pero las “Travesuras en el Edificio”, son desde ahora un testimonio de la actualidad para la posteridad, donde todos los que leemos esto, de seguro que estaremos muertos o etéreos… en el espacio profundo.