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Mis alumnos y el reguetón

Por: Carlos Efrén Rangel 

Autlán de Navarro, Jalisco. 02 agosto de 2022. (Letra Fría) Permanecen muy frescos en la retina y el tímpano, las imágenes y palabras que en el último mes se han difundido en Autlán para conocer la vida y obra de Don Antonio Alatorre. Su relación intelectual con la maestra María Mares está más que documentada, y esa insigne docente merece un tratamiento especial.

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En esas andaba, de recordar a Don Antonio cuando repasé la entrevista que le hizo Jean Meyer en la que se explayó sobre su experiencia de vida; por mi chamba me resultó de mucho interés las referencias escolares, particularmente una que hoy quisiera compartir con mis dos o tres lectores. 

En el diálogo, Don Antonio también recordó a la entonces joven maestra Magdalena Arias, de una familia de docentes autlenses que marcaron época. Sobre sus métodos didácticos Alatorre recordó que ella prefería evitar las canciones clásicas de la primaria, nunca cantaron por ejemplo “Mambrú se fue a la guerra”, pero sí piezas de Agustín Lara: “cosas muy… digamos cabareteras (…) Lo notable era que la directora, o sea Mariquita, tolerara semejante libertinaje (…) nosotros nos sentíamos muy a la moda, muy modernos”. 

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La música es uno de los recursos más valiosos que tenemos los profesores para lograr que los estudiantes aprendan, pues su uso genera interés, atiende aspectos emocionales, provoca alegría, y basta echarle un poco de ingenio para generar un vínculo significativo entre las letras de canciones con casi cualquier contenido curricular, la cosa es buscarle. Es mucho mejor, si las canciones están de moda. 

En fin, lo que en este momento está de moda es el reguetón. Si tomamos como referencia la aplicación Spotify, que también es la más usada por jóvenes y adolescentes, esta semana ocho de las diez canciones más populares son reguetón y seis son de Bad Bunny. Para tomar el ejemplo de Magdalena Arias y de María Mares, y que mis estudiantes se sientan igual de motivados que el infante Alatorre, deberé usar lo que está a la moda, aunque suene cabaretero. 

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Hay dos ideas que pueden llegar a censurar el uso del reguetón. Una es la concepción que liga a la educación con el refinamiento, que concibe a las escuelas como templos del saber del que uno sale iluminado, culto. Es un norte que no hay que abandonar, pero que sí requiere múltiples matices, la educación es un fenómeno social muy ligado a la vida cultural, a los procesos históricos y políticos que se viven en los pueblos, por lo que, aplicado a rajatabla, esa idea tenderá a hacer agua. 

La otra limitante es un adultocentrismo muy exacerbado. Nuestra organización social concibe a la adolescencia casi como una falla del sistema, y a los adolescentes como personas en las que es muy difícil confiar en sus acciones y decisiones, sobre todo porque cometen el pecado capital de no ser como los adultos queremos que sean, porque no escuchan nuestra música, ni se divierten como lo hicimos nosotros. Se nos olvida que Agustín Lara fue considerado cabaretero, igual que el rock o que el mariachi. 

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Yo no siento el menor atisbo de vergüenza al reconocer que conozco muchas canciones de reguetón, y también de regional mexicano, la eventual sobresexualización del primero y la también eventual apología del delito del segundo, me hacen relacionarme con ellos con reservas, pero también procuro abstenerme del juicio adultocéntrico que condena por sistema, y en el camino es descubierto bondades. 

La más importante, es que me permite abrir un canal eficiente y significativo que me ha permitido llevar mensajes valiosos y divertidos, como un test en el que había que identificar si una letra pertenecía a un poema, al reguetón o al rap, más complicado de distinguir de lo que a simple vista pueda pensarse, pero valioso para determinar que el sentido figurado del lenguaje y el uso de figuras literarias no es exclusivo de libros y de poetas muertos. 

Así que ya me vi en los primeros días de clases, poniendo a todo volumen la canción de Bad Bunny: “Tití me preguntó” y además de inquirir sobre si tuve muchas novias, aprovechar para que Titi indague saberes previos o abra la puerta a los aprendizajes esperados, confiando que mis alumnos se sientan modernos y que los directivos a mi alrededor, igual que lo hizo María Mares, permitan mi libertinaje. 

CAC

Licenciado en Ciencias de la Comunicación y Maestro en Educación Básica.

Actualmente es profesor de español en secundaria y de Maestría en la Unidad 143 de la UPN. Desde los 17 años ejerció como reportero y comunicador en radiodifusoras y periódicos locales en Autlán. Aficionado práctico de la literatura, la crónica taurina y las columnas de opinión.

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