Al candidato de Movimiento Ciudadano a la presidencia de la república Jorge Álvarez Máynez casi nadie lo toma en serio, ni siquiera él.
A los naranjas de hueso colorado, de esos fieles que abundan en todos los partidos que aplauden cualquier cosa, seguro les parece un tipazo, pero a mi no.
La versión zacatecana del fosfo fosfo, ganó fama en redes luego del primer debate por su reluciente y forzada sonrisa, porque estorbó en medio del violento fuego cruzado y porque cerró su participación al dirigir un mensaje utilizando sus manos y su voz, intentando hablar Lengua de Señas Mexicana (LSM) y ni la intérprete se aguantó la risa, ni las ganas de criticarlo.
Me llegaron un montón de stickers que he utilizado indiscriminadamente en WhatsApp, en los que se ve a Máynez bailar, sonreír, esperar que las soluciones caigan del cielo, sacar cartelitos e intentar hablar con las manos.
Igual que la mayoría de las personas o cuando menos mis estudiantes, me he burlado de casi todo, pero he sido muy cuidadoso de expresar mensajes de valoración precisamente de esto último: hacer un intento de hablar con las manos. Aunque no me creo que su interés sea genuino y responde más a otra de las estrategias de sus finos asesores publicitarios, pues algo es algo.
La importancia de la LSM
La Lengua de Señas Mexicana es un poderoso sistema simbólico que le permite comunicarse a miles de personas. Al contar con historia, gramática, léxico y uso de regionalismos, es propiamente una lengua, no un lenguaje, tampoco se trata de una traducción del español oral o escrito, sino que utiliza movimientos de manos y dedos que tienen sentido y significado por el espacio, tiempo, gesticulación y articulación entre las señas, sus capacidades expresivas son riquísimas.
El INEGI contó en 2020 a un total de 2.3 millones de personas en México con alguna discapacidad auditiva, si bien la mayoría están en edades adultas, no son pocos los mexicanos en edad escolar que pertenecen a la comunidad de sordos y que necesitan que en las escuelas más personas hablen LSM para comunicarse con propiedad e integrarse a la vida del aula.
En los servicios de educación especial como el CAM o la USAER, es común que las docentes estén familiarizadas con hablar con las manos; para los maestros regulares en cambio, es muy infrecuente y aprender parte más de un interés personal que de una estructura que lo favorezca o incentive.
Niños sordos que aprendan a hablar LSM tendrán más posibilidades de desarrollarse en los campos profesionales y personales, pero para eso necesitan un entorno que los enseñe y que no los discrimine.
Visibilizar el uso del LSM, más allá del recuadro marginal en las pantallas, es algo para agradecerse o cuando menos para no burlarse de Máynez. Por todo lo demás, incluida su canción pegajosa, el vato será campeón de los memes, pero difícilmente tendrá una intención del voto digna de tomarse en cuenta.