Las propuestas de las principales candidatas y candidatos a la presidencia de la república y al gobierno de Jalisco, anticipan que el próximo sexenio la educación será testimonial, para nada protagónica.
Aunque en sus discursos le agreguen rimbombantes adjetivos, al ponerla en perspectiva con sus proyectos generales o escuchar en su discurso los elementos que destacan, se identifica que su visión es superficial y para nada reconoce que lo complejo del fenómeno, es que se trata de una actividad profesional gestionada por personas, por la docencia, a quienes ven más como un botín electoral que como el gremio con las posibilidades de aletargar o acelerar el desarrollo del país.
En el primer debate presidencial, uno de los temas para contrastar fue precisamente el educativo, quizá el formato no ayudó, pero en esencia: Xóchitl propuso darle una tablet a cada estudiante y revivir las escuelas de tiempo completo, Claudia propuso darle continuidad a la Nueva Escuela Mexicana (NEM) y garantizar el acceso de más estudiantes a la educación superior.
Superficial pensar que un dispositivo electrónico por sí solo hará que los estudiantes aprendan, los aparatos sin mediación pedagógica se convierten en instrumentos enajenantes. La educación siempre carga con una visión política y en la NEM el peso más importante recae en pedagogías de liberación que valoran el peso de la comunidad, pero sus metodologías, están mucho más enfocadas a la resolución de problemas que a la repetición de lecciones, aún así deberá actualizarse, porque el mundo cambia y los modelos educativos deben responder a las nuevas realidades.
El caso de Jalisco
En sus sitios oficiales Claudia Delgadillo y Pablo Lemus mencionan a la educación en sus apartados de propuestas. El candidato de Movimiento Ciudadano ofrece cuatro puntos: regresar a las escuelas de tiempo completo, renovar planteles, promete guarderías y tablets en educación básica.
Mientras que la aspirante de Morena promete becas universales en educación básica y más espacios para jóvenes en la universidad. Sin embargo, más tiempo de los niños en las escuelas y en guarderías es una medida más económica que educativa, que ayuda cuando los padres deben de trabajar más horas, pero no precisamente impacta en los desempeños académicos.
En los discursos de quienes aspiran a gobernar, no aparecen condiciones indispensables para que el aprendizaje mejore con programas sólidos de formación de los profesores y la restricción de experiencias patito que solo dan el papelito; no se valoran proyectos educativos transformadores que nacen de acciones situadas y comprometidas.
Tampoco se reconoce que abrir las puertas de la escuela a todo mundo y ligarlo a una beca para nada garantiza que los estudiantes y sus familias tengan una mínima disposición a aprender; y el hecho de asumir que una tablet educará mejor que el contexto y el profesor, anticipan un sexenio en el que habrá que remar contra vientos marcados por la improvisación, la mala leche y la superficialidad.